Partido Humanista de Avellaneda (Argentina)
Los humanistas reivindicamos el derecho a una vida digna. Esto significa que cada persona tiene derecho a una vivienda digna, alimentación, acceso a la salud y a la educación (todo lo anterior de la mejor calidad posible), al pleno desarrollo de sus habilidades y afectos, así como también consideramos que cada ser humano tiene derecho a preguntarse por su existencia y avanzar en la búsqueda de su respuesta.
En esta sociedad, todo lo anterior se monta sobre un andamiaje que sólo puede sostenerse con dinero. Y el dinero puede obtenerse de diversos modos: heredándolo, robándolo de manera ilegal o legal (recordemos el corralito, por ejemplo) o trabajando. Por supuesto que tanto la herencia como el robo legal son, definitivamente, ¨priviliegios¨ que pueden darse quienes pertencen al ínfimo porcentaje que compone a las clases pudientes de nuestro planeta, los demás, laburamos.
Es por todo lo antes dicho que se ha confundido al trabajo con la dignidad, pasando por alto que aquello que nos da la posibilidad de ser dignos son las necesidades básicas satisfechas, y que esto se logra con dinero en ESTE sistema o modo de organización global que NOS HEMOS DADO. Porque tal vez, en OTRO sistema organizativo no haría falta trabajar para sobrevivir; cada uno de nosotros tendría garantizado el techo, alimento, desarrollo en todos los aspectos, salud, etc.; el sólo hecho de haber nacido implicaría tener acceso a TODO a cambio de existir.
En estos tiempos todos estos derechos sólo son realizables plenamente si se cuenta con un salario por encima de la media o se pertenece a ese porcentaje pequeño de la población favorecida. No consideraremos el tema del robo ilegal, es motivo de otras reflexiones, relacionadas con éstas, pero que amerita su propio desarrollo.
El ser humano no siempre dependió del trabajo remunerado para subsistir y desarrollarse, ¿Por qué debería permanecer este estado de cosas a futuro? ¿Qué nos impide pensar en un nuevo modo de organizarnos? ¿Por qué no sería posible pensar una sociedad que beneficie a todos por igual con los mejores recursos posibles?.
La respuesta a estos interrogantes es múltiple y tal vez sea imposible considerar todas las posibles respuestas, pero atenderemos a algunas especialmente. Por un lado, la más obvia: la TENDENCIA a mantener intacto el estado actual de las cosas. El ser humano, por lo general; tiende a preferir manejarse dentro de una realidad conocida. Por otro lado, la ignorancia, la falta de imaginación. Nos educan para CONSERVAR, no para EVOLUCIONAR. Para vivir la realidad, no para ser CONSTRUCTOR CONCIENTE de la misma. ¨Y bueno, es lo que hay¨, ¨las cosas son así y punto¨, ¨la cosas / gente no cambia/n¨, ¨esto es así desde que el mundo es mundo¨, etc., son todas frases que ejemplifican los modos de interpretar la realidad, la propia historia y la social, que nos son impuestos a lo largo de nuestra crianza y que intentan congelar la posibilidad de cambio a la vez que ilusoriamente congelan la idea de proceso histórico (social y personal) en pos de nuestra adaptación funcional al sistema.
Pero no, afortunadamente nada ha sido siempre de esta forma ni lo será, la historia del universo, del planeta, de la vida, del SER HUMANO es la historia del PERMANENTE CAMBIO.
A la tendencia y a la negación del cambio debe agregársele la ESPECULACIÓN, a los pequeños grupos privilegiados de este planeta, esta repartija de recursos le resulta altamente favorable ¿Por qué querrían modificarlo en detrimento propio y a favor de otros? Asumámoslo, no todos estamos interesados en el bienestar común.
Sintetizando, el ser humano promedio de la sociedad occidental / occidentalizada sobrevive en mejores o peores condiciones gracias a un esfuerzo diario para producir algo que intercambiar por dinero para poder satisfacer necesidades básicas.
Deducimos que el trabajo asalariado es de naturaleza extorsiva, si no le pagaran por hacerlo, el trabajador, claramente se dedicaría a algo que le permitiera disfrutar más. El ser humano se siente impelido a llevar un estilo de vida que no desea a cambio de sobrevivir. Esto se sostiene gracias a que en muchos casos ni siquiera puede reflexionar sobre esto, y mucho menos imaginar que podría ser de otro modo, a esto se le suma la inercia y la conveniencia de ciertos grupos que hacen todo lo necesario para que la realidad continúe intacta.
Dicho lo cual, pensemos entonces en el cambio humano en relación a su posibilidad de desarrollo ilimitado y cuál es la relación de ésto con el fin del trabajo asalariado.
He hecho la prueba de preguntar a conocidos qué imaginan que pasaría si no existiera el trabajo, si pudieran hacer lo que les gusta sin restricciones, si aún así tuvieran acceso a todo lo necesario, incluso aquello que no es tan necesario pero está disponible para todos… La respuesta más habitual era una especie de Black Out mental, no saben qué responder porque no pueden imaginarlo. Así de domesticados estamos. En un segundo momento, defienden al trabajo asalariado aduciendo que no podrían vivir sin trabajar y que el trabajo le da sentido a sus vidas; en tercer lugar comienzan a recordar qué cosas les gustan mucho y están postergadas por el trabajo. Este momento es maravilloso, empiezan a dilatarse las pupilas, se relajan los músculos faciales, comienza a asomar una sonrisa, la mirada se eleva como buscando esas imágenes que los transporta a la vida que sueñan. Y ya con mi conocido en su mundo ideal le cuento que eso que tanto le gusta hacer sería su aporte a la sociedad, su ¨trabajo¨, que su aplicación a dicha tarea resultaría de un acuerdo con su comunidad el cual contemple las necesidades comunes y personales,y pregunto ¨ ¿POR QUÉ NO?¨.
Hay, sin embargo, en algunas ocasiones y tratándose de espíritus algo especuladores, un intento de cálculo el cual plantea: ¿Y si no quiero hacer nada, si quiero dedicarme a hacer fiaca? ¿Los demás trabajarían por mi?. O bien, y si se trata de alguien más que no quiere aportar nada, ¿tengo que aportar a su vida de todos modos? Pues… seguro que hay por lo menos una cosa que disfruta de hacer; además, ¿Cuánto tiempo podría pasar sin hacer NADA, absolutamente NADA? En algún momento surgen las ganas de hacer alguna cosa. Y si no, estamos en presencia de una persona que necesita ayuda pues no está funcionando bien su psiquismo. Y sí, a esa persona la cuidamos igual aunque no esté en condiciones de aportar, porque valoramos más a cada ser humano que a los beneficios que podría proveernos.
De una vez por todas debemos comprender que el TRABAJO NO DIGNIFICA, lo que dignifica la vida de cada ser humano es la FELICIDAD, EL PROFUNDO ACUERDO CONSIGO MISMO. Y además, como para los humanistas el VALOR CENTRAL es el ser humano, si el sistema no nos facilita las condiciones para ser felices, no tenemos que acomodarnos para sufrir menos, tenemos transformarlo para que nos permita ser felices, todo lo felices que podamos ser.
Eso queremos los humanistas, SI ESTE SISTEMA NO HACE FELIZ A LA GENTE, ¿POR QUÉ NO CAMBIARLO? Si el trabajo
remunerado es una forma moderna de esclavitud que avanza incluso sobre la mirada del esclavo sobre sí mismo al punto de justificar su propio sometimiento, ¿Por qué no pensar modos nuevos?. (Exceptuemos de esta afirmación a quienes pueden desempeñarse en aquella función que han podido elegir, a quienes han descubierto su vovación a tiempo y han tenido condiciones favorables para desarrollarla).
Todo lo que existe ha sido imaginado previamente y puesto en marcha luego. Démonos la libertad de pensarnos mejores, libres, felices, luego…luego inevitablemente llegará.