Una barca con flores en el mar, un peine, un espejo y un vestido azul y blanco para agradecer a los mares por el canto de la Sirena del Mar. Madre del agua, Reina del Mar, Sirena, Inaê, Janaína, Iemanjá, la mujer de muchos nombres es la divinidad asociada al movimiento de las aguas y a la fertilidad.
El mes de febrero es de mucha fiesta, serpentinas y purpurinas por el carnaval, pero el dia de hoy abre las festividades con mucha luz. Los devotos de Iemanjá le ofrecen diferentes mimos –jabones, velas, flores y perfumes-, creyendo que la reina lleva consigo al fondo del mar todos nuestros problemas, confidencias, y trae de vuelta sobre las olas la esperanza de un futuro mejor.
Es lo que sucede principalmente con el pueblo, que pide por la fuerza que esta divinidad proporciona. Doña Janaína protege con las aguas saladas a todos los que sufren por preconceptos, violencia, destrucción de la juventud negra, intolerancia religiosa y otras ofensas conservadoras que lamentablemente se han vuelto cotidianas en Brasil y en el mundo.
Iemanjá tiene un papel fundamental en la esperanza lúdica de una época en que los lugares de culto son incendiados y las comunidades negras son masacradas todos los días. La fe de sus devotos, que en sus mayoría son negras y negros de los suburbios, se expresa no solamente en relación a lo espiritual sino también en la política de resistencia de un pueblo tan guerrero. Iemanjá es gran protectora de la cultura negra.
En diversos estados el día fue de fiesta, con homenajes a Iemanjá en cada orilla de mar, ríos y vertientes. Y ella estuvo en cada gota, en los abrazos de las olas fuertes y de las corrientes. ¡Odoyá, la reina del mar!