Este testimonio fue escrito en colaboración con Mama Tineke y Daniel Rayer, dos activistas de Papua Occidental quienes sobrevivieron a la masacre de Biak, y David Denborough, del centro de Dulwich. Contiene las voces de muchas personas de Papúa Occidental con las cuales Jason[1] ha colaborado, y está basado en parte en un testimonio similar que se desarrolló para el tribunal de los ciudadanos de la masacre de Biak.

Los papúes occidentales testifican.

Hemos venido a testificar. Hay mucho que queremos que el mundo sepa.

Queremos que viajen con nosotros a los lugares remotos de Papúa –Wamena, Paniai, las tierras altas de Jayawijaya, las montañas Star, Mindiptana, Timika, Arso, Mamberano, Biak, Merauke, Asmat y muchos otros lugares. Queremos que escuchen las historias de sufrimiento de las bocas de personas ordinarias. Nuestras memorias están claras y nítidas. En este río, nuestro padre fue asesinado.

En la ladera de esa montaña solía haber villas. Ellos fueron destruidos por los militares.

En ese campo, nuestros ancianos fueron forzados a quemar sus “koteka” [preservativos] porque eran considerados primitivos.

En el pasado, esa montaña era nuestra, ahora la gente ha destruido a nuestra madre.

Queremos que viajen con nosotros a los lugares de las masacres. Queremos testificar en contra de las matanzas y los golpes con fusiles.

Queremos testificar sobre la gente que desapareció, aquellos que fueron encarcelados y aquellos que fueron torturados. Han habido muchas formas de tortura –quema y apuñalamiento de genitales, violación de las mujeres.

Estas son algunas de las injusticias que queremos que el mundo sepa. Algunos días las bombas caían como lluvia. Luchamos en contra de los aviones, helicópteros y botes de Hércules. Ellos tenían un poder sobrecogedor.

Después de las masacres y asesinatos, las injusticias siempre continuaban. En lugar de reconocer la verdad, ellos decían mentiras.

Los perpetradores eran promovidos, no castigados, mientras que las víctimas eran arrastradas a la corte.

Muchos de nosotros hemos pasado años en prisión. Uno de nosotros fue encarcelado durante 15 años por el simple hecho de izar nuestra bandera estrella de la mañana. [Morning Star].

A través de los años hemos enfrentado un injusticia tras otra y luego otra.

Ha habido violación tras violación desde 1963. Villas enteras han sido destruidas. Los papúes se han ido en contra de otros papúes.

Las injusticias continúan hasta este día. Ahora enfrentamos violación de los derechos humanos, injusticia económica y cada semana miles de migrantes llegan en barcos blancos y aviones. Nos estamos convirtiendo en un minoría en nuestra propia tierra.

Aquellos que se resisten enfrentan discriminación. Somos excluidos de los empleos, la educación y seguro de salud. Para las mujeres, ha sido incluso peor.

Ellas sufrieron las violaciones y asalto, y después incluso más. Ellas fueron despreciadas por sus propias familias y a menudo los matrimonios se rompían. Estas son formas de doble injusticia y sufrimiento de las mujeres que nadie debería jamás enfrentar.

Estas son algunas de las iniquidades en contra de las cuales testificamos hoy. Queremos que el mundo sepa sobre esto.

Además, queremos testificar de los efectos de estas injusticias.

Algunos de nuestros cuerpos llevan las cicatrices y también nuestras almas. Nunca olvidaremos el sonido de las matanzas. Algunos de nosotros aún sentimos el miedo. Aquellos que huyeron, no sabían si estarían a salvo cuando regresaran.

Otros sobrevivientes han sido dejados con discapacidad física y problemas mentales.

Las violaciones trajeron vergüenza –tanta vergüenza que las mujeres no buscaban ayuda médica.

A veces, los sobrevivientes sentían culpa por estar vivos. Las matanzas nos pueden hacer dudar de tener derecho a vivir.

Ha habido efectos en los niños también. El miedo llegó a los niños quienes no iban a la escuela por meses.

Cuando los extranjeros tomaron nuestra tierra, cortaron nuestros bosques y destruyeron nuestros ríos, esta destrucción nos afectó también. La pérdida de nuestros lugares sagrados trajo enfermedad a nuestra gente.

A veces sentimos que somos esclavos en nuestra propia tierra. Algunos de nosotros luchamos cada día solo para alimentar a nuestras familias y enviar a nuestros niños a la escuela.

Pero hay más que queremos que sepan.

Nosotros queremos que sepan nuestros testimonios de conmemoración.

Somos sobrevivientes y también testigos. Siempre hemos recordado a aquellos que fueron asesinados. Los recordaremos hasta nuestra muerte.

Hay muchas maneras en las que lo haremos.

Tenemos formas culturales para unirnos en memoria y oración. Ponemos piedras o coronas de flores. Hay canciones tradicionales que usamos para conectarnos entre nosotros y con aquellos que han muertos y nuestros ancestros. Estas son canciones que cantamos a aquellos que han muerto. Esto lo hacemos en lugares tranquilos, un jardín, una playa o los recordamos al hacer estatuas de nuestros seres queridos, o fotos o velas. Nos unimos con nuestros ancestros.

Nosotros nunca los olvidamos. Ellos están con nosotros. Aquellos que aún estamos vivos tenemos la responsabilidad de continuar la lucha. Yo tengo sueños de aquellos que fueron asesinados en la jungla. Ellos vienen a mí en mis sueños y me incentivan a seguir. La semana pasada los soñé. Escuché sus voces.

Si ellos supieran que nos estamos reuniendo ahora, si supieran que estamos recogiendo este testimonio, ellos estarían muy felices. Esto significaría mucho para ellos.

Ellos han ido allá, a otro mundo. Nosotros siempre los recordaremos.

Queremos que también sepan la historia de nuestra resistencia, acción y rescate.

Nuestra gente tiene una historia larga, una larga historia de resistencia. Nosotros los papúes hemos resistido a los invasores por siglos. Allá en los años 50, los alemanes quienes buscaban proteger su comercio de especias, enfrentaron a más de 40 rebeliones de los papúes –violentas y no violentas. Diversas tribus se unieron para resistir. Angganeta Menufandu, a Konor (profeta indígena) de la isla Biak, dirigió un desafío masivo contra el gobierno y una misión de prohibiciones de wor (canto y baile ritual) y urgió a sus seguidores a no pagar impuestos y detener la mano de obra.

Cuando los japoneses nos invadieron, hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, fueron bienvenidos inicialmente, pero después de que llevaron a cabo actos de crueldad, el movimiento por una Papúa Occidental libre e independiente comenzó de nuevo.

Las matanzas y masacres empezaron en estos tiempos y nuestra resistencia continuó.

Nuestra lucha por la libertad continuó después de la Segunda Guerra Mundial cuando los estadounidenses sacaron a los japoneses de Papúa Occidental a un costo de miles de vidas.

Desde 1963 hemos resistido al régimen del gobierno indonesio.

Nosotros recordamos nuestra larga historia de resistencia. Esta historia nos levanta.

La llevamos con nosotros.

Muchos de nosotros hemos formado organizaciones de acción. Nos unimos para los sobrevivientes de los abusos de derechos humanos, para las mujeres y gente alrededor de toda Papúa.

Formamos grupo de resistencia. Somos estudiantes, gente joven, gente anciana, mujeres, hombres, líderes religiosos y líderes tradicionales. Tomamos acción en nombre de aquellos que viven y aquellos que ya no.

Algunos de nosotros, quienes fuimos testigos de las masacres, estuvimos envueltos en los rescates en los días en los que llovían las balas y cuando el cielo estaba en llamas. Después de la masacre de Biak, nuestra familia dio asilo a dos hombres que huían por sus vidas. Mi padre les dio sus ropas. Sentó a mis hermanas en su regazo. Nos sentamos en silencio y abrimos todas las puertas y ventanas. Cuando los soldados entraron con todas sus armas, nos paramos ahí, temblando. Mientras apuntaban sus armas hacia nosotros y nos preguntaban si escondíamos a alguien, respondimos que no. Todos temblábamos, mi padre, mis hermanas, yo mismo; pero sobrevivimos y también los dos hombres. Durante cuatro días permanecieron con nosotros. Casi no teníamos comida, pero mi madre encontró la manera de alimentarnos. Somos sobrevivientes, salvadores y resistentes.

Justo al otro lado de Papúa, por muchos años hemos continuado nuestra resistencia para rescatar e izar nuestra Estrella de la mañana. Cuando no podemos izar nuestra bandera, la pintamos en nuestros cuerpos, la hemos cocido en bolsas de cuerda de Noken.

Cuando uno de nosotros fue encarcelado por haber izado nuestra bandera, se le ofreció amnistía si se disculpaba, pero él se negó. “¿Por qué debería disculparme? No he hecho nada malo. Es el estado indonesio el que debe decir lo siento y no solo a mí, sino a todos los papúes. Ellos deben devolvernos nuestra soberanía.”

Incluso cuando es riesgoso para nosotros, ha habido varias veces en las que miles hemos salido a las calles miles, incluso cientos de miles, a demandar nuestra libertad.

Estas son solo algunas de nuestras historias de resistencia. Hay historias de resistencia en toda Papúa. Queremos que sepan que construir una unidad no es fácil, pero lo estamos haciendo.

El gobierno de Indonesia y las corporaciones usan muchos métodos para dividirnos, para volver a los papúes uno en contra del otro. Si algunas personas alzan su voz, la compañía vendrá –o el gobierno vendrá- y dirá: “¡Hey! Ven la oficina, hablemos.” Luego, le dan dinero a esa persona o una beca o un buen trabajo. Estas son algunas formas que nuestros oponentes usan para romper nuestra resistencia.

Pero nosotros continuamos avanzando en nuestra unión. Hay una larga historia de esto. Cuando los Amungme tienen un problema, construimos una casa tradicional. En esta casa –este Tongoi- viene la gente, se sienta y habla. Invitamos a cada líder y jefe en cada villa. La gente se une en una sola mente. Después, cuando la gente sale del Tongoi, traerá un cambio. Estas son formas tradicionales de buscar ayuda. En nuestra cultura, nadie puede levantarse solo. Todos necesitan a todos.

De esta manera continuamos tomando acciones para estar juntos. Ahora hemos formado el Movimiento Unido de Liberación para Papúa Occidental, la Coalición Nacional de Papúa Occidental de la Liberación, el Comité Nacional para Papúa Occidental, el Parlamento Nacional para Papúa Occidental y otros grupos no afiliados. Estamos fortaleciendo nuestra lucha y mientras más hacemos, más personas se nos unen. Gente en otras naciones pacíficas está elevando sus voces.

Nuestra resistencia es como una estera o un noken –muchas hebras tejidas juntas se convierten en una.

Nuestra resistencia es como una lanza, afilada y peligrosa.

Nuestra resistencia es como un tambor que habla con las voces de los ancestros. Queremos que sepa acerca de las habilidades de supervivencia de los papúes.

A pesar de todas las injusticias que hemos enfrentado, somos sobrevivientes y poseemos muchas habilidades. Somos los suficientemente sabios para saber cuándo hablar, cuando permanecer en silencio y cuando cantar nuestras canciones. Algunas de estas canciones fueron escritas en prisión por el futuro de Papúa Occidental. Algunos de nuestros cantantes fueron arrestados y asesinados pero nosotros continuamos cantándole a la libertad.

Tenemos también nuestras danzas. Vestimos nuestra ropa tradicional y bailamos las danzas papúes. Nuestra cultura papúa nos ayuda a amar y cuidar al otro. Cuando vivimos dentro de esta cultura estamos libres.

Tenemos nuestras oraciones, fe en Jesucristo y Dios como nuestro testigo y nos tenemos el uno al otro. Estamos entre amigos y queremos reconocer a aquellos que han permanecido a nuestro lado.

Pero hay otras habilidades de supervivencia también, al igual que las habilidades de resistencia de las madres. Madres que venden frutas y vegetales para alimentar a sus familias y enviar a sus hijos a la escuela y esparcen sus productos en esteras al lado del camino a pesar de la lluvia, el sol y el polvo ellas se sientan. Ellas sobreviven.

Algunos de nosotros viajan en canoas con 43 otros todo el camino hasta Australia para buscar otra vida. Años después, algunos de nosotros navegan de regreso a Papúa Occidental con la Flotilla de la Libertad. Los papúes occidentales, ancianos aborígenes y otros partidarios australianos a bordo de la Flotilla traen mensajes de paz y solidaridad y reavivan conexiones ancestrales. Nosotros tenemos humor y habilidades en bromas y risa. Incluso en los tiempos más difíciles oramos, cantamos y bailamos y de alguna forma encontramos una forma de reír.

Queremos que sepan acerca de nuestras esperanzas y sueños. Traemos una gran esperanza juntos… una Papúa Occidental libre. Nos hemos aferrado a esta esperanza por muchos, muchos años.

A medida que sacamos estas injusticias a la luz, otros casos de injusticias también lo harán.

Y llevamos nuestra esperanza de justicia –justicia internacional, justicia Occidental, justicia de Papúa Occidental, justicia espiritual.

Esa es la razón por la que testificamos ahora.

Estamos compartiendo contigo testimonios de injusticia.

Estamos hablando acerca de los efectos de estas injusticias.

Estamos compartiendo testimonios de conmemoración.

Estamos compartiendo historias de resistencia, acción y rescate.

Estamos compartiendo las maneras en las que construimos unidad.

Estamos compartiendo nuestras habilidades papúas de supervivencia.

Y estamos testificando por nuestras esperanzas y nuestros sueños.

Lo que testificamos aquí ha sido un secreto a voces. Siempre lo hemos sabido. Dios siempre lo ha sabido, pero ahora ustedes lo sabrán también.

Esto significa que ustedes también son testigos.

Así, estas historias de nuestras esperanzas también serán llevadas por ti.

Gracias.

Dato: Jason MacLeod es un organizador, investigador y educador. Él es autor del libro recién publicado “Merdeka y la estrella de la mañana: resistencia civil en Papúa Occidental”

http://www.uqp.uq.edu.au/Book.aspx/1374/Merdeka%20and%20the%20Morning%20Star-%20Civil%20Resistance%20in

Jason MacLeod

137 Azalea St, Inala Qld, Australia.

E: damai@bigpond.com

Mobile: +61-402-746-002

[1] Dato: Jason MacLeod es un organizador, investigador y educador. Él es autor del libro recién publicado “Merdeka y la estrella de la mañana: resistencia civil en Papúa Occidental”.

Traducido al español por: Andrea Espinosa