La colusión que hoy vivimos en Chile, en donde se suman productos y entidades corruptas que se han puesto de acuerdo para estafar a las gentes sencillas, me ha dado mucho que pensar.
Colusión no es el acuerdo entre partes. Y conviene decirlo, porque ya hay quienes creen que ponerse de acuerdo con otros para obtener un fin es colusión. ¡Esto no es así!
Colusión es cuando se hacen acuerdos entre partes para DAÑAR A UN O UNOS TERCERO(S), BUSCANDO EL BENEFICIO PROPIO A SU COSTA, O DESTRUYÉNDOLO PARA ESE MISMO FIN, sean estos individuos o entidades.
En todos los eslóganes que sirven como sustento al sistema económico actual, siempre escucho la palabra: libertad, liberación, liberalismo, y conceptos como: libre mercado, libre competencia, neo-liberalismo, etc. Este abuso de la palabra libertad, el machacarla por todos los medios posibles y de manera reiterada, ha sido intencionado y usado como un medio de engaño para las poblaciones del mundo entero. Un medio para imponer intereses que nada tienen que ver con el bienestar y la paz en nuestros países y mucho menos en Chile, en el que los índices de felicidad -según la ONU- está entre los más bajos del mundo.
¿De qué libertad nos hablan? ¿Será de la libertad de los poderosos para esclavizar al ser humano? Lo cierto es que han manipulado con asquerosidad la palabra “libertad” hasta cambiar su significado.
Al ser la libertad, la búsqueda de la libertad, uno de los motores más poderosos de todo ser humano para orientar su vida, se ha empleado este concepto, está aspiración y esta dirección, para justificar y sustentar las políticas económicas, sociales, de relación entre las gentes y las poblaciones humanas, en este capitalismo salvaje que gobierna nuestras vidas.
Hoy, la masa de población en Chile asiste al descrédito absoluto de la política tradicional, de los grandes empresarios y, en general, de los grupos financieros que rigen el destino de la población en nuestro país. La corrupción, los mecanismos de colusión, las prebendas legales, el traslado del Producto Interno Bruto propiedad de todos los chilenos al sector privado. Y sumado “al robo legal”, vía la privatización de los servicios esenciales de agua, energía, comunicaciones, de la salud, la educación, etc.; hacen patente hasta en el más iluso la estafa y mala fe con que el sistema económico actual actúa imponiendo su inhumano modelo.
Ya todos sabemos que no existe el libre mercado, ni la libre competencia, ni liberación. Nada es libre en el modelo económico que nos rige. Solo es una palabra vacía que usan para justificar sus mezquinas intenciones. ¡Ellos mienten! Todo son válvulas y leyes que abren y cierran, que imponen y cambian, para preservar sus propios intereses.
El Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista sabe todo esto hace mucho tiempo y, consecuentemente, lo ha denunciado una y otra vez. Nos han mentido de principio a fin.
Para mí, honestamente, es un agrado que por fin, esto se haya desvelado al conjunto de mis conciudadanos. Es un gran paso, pero no será suficiente. Habremos de ver qué hacemos y cómo avanzamos.
¡Soplan nuevos vientos, estamos en los comienzos del gran cambio!