«Volverán las oscuras golondrinas», dice la gelatinosa poesía que nos enseñaban en la escuela primaria. El ministro argentino de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, anunció que volverán los muchachos y las chicas del FMI a indicarnos que este subsidio está mal, que las tarifas de la luz y el gas están atrasadas, que nuestro peso pesa demasiado y que, ya que estamos, nos vienen a ofrecer, damas y caballeros, un crédito super conveniente a tasas increíbles y con unos plazos que no se encuentran en ninguna plaza, con tobogán incluido.
Sólo falta que nos cuenten que el señor ministro usa papel higiénico marca «Soberanía» cada vez que sus intestinos lo incitan a cumplir con el trámite burocrático fecal.
Y si de incitaciones se trata, esta sucede en Davos, Suiza, durante el Forro o Foro Económico Mundial, esa agradable reunión del capitalismo sin caretas que junta canapés con entrega de bienes de países pobres a domicilio. Allí ocurre un espectáculo pocas veces visto. Hay una larga fila frente a un cuarto cerrado. Ejecutivos, políticos y curiosos vip quieren conocer al émulo de Calígula, el emperador romano un poquito pasado de rosca que en el siglo II nombró senador a Incitatus, su caballo. El primer mandatario de un país sudamericano, justo el nuestro, ha sentado a su perro en el sillón presidencial poco antes de viajar a tan magno estropicio financiero global. La curiosidad despertada estuvo cerca de malograr la ronda de negocios por la que se confirmó que, para las nuevas autoridades vernáculas, las Islas Malvinas seguirán llamándose Falkland porque así lo manda el pragmatismo y además, ya lo dijo Mauricio, el dueño del can presidencial, son muy caras. Pero, por suerte para la salud del mundo occidental y cristiano, todo está en orden.
Eso sí, Calígula nunca tuvo el privilegio de estrecharle la mano a David Cameron en Davos.
De Suiza te llevo directo a Senillosa, Neuquén. ¿Qué te puedo cobrar? Apenas unos párrafos más de atención.
En la edición papel del 20 de enero de 2016 del diario «Río Negro», una publicación amarillosa, viscosa y asquerosa, alguien, quizás un redactor irreverente, filtró en tapa, abajo a la derecha, un titular que decía que allí, en esa localidad neuquina, la carne de cerdo importada de Dinamarca se vendía más barata que la carne de cerdo producida en Senillosa. Resta saber cuántos productores de carne porcina de Senillosa votaron por el amo del perro más famoso de Davos.
En este caso bien vale el refrán popular con que titulo el delirio de hoy. Y me parece que en los otros también.