Taiwán pronto podría convertirse en el primer Estado de Asia en renunciar a la energía nuclear, tras cuatro décadas de dependencia de la misma.
Cerca de 14 millones de los 23 millones de habitantes de la isla están habilitados para votar el 16 de este mes entre tres candidatos presidenciales, Chu Li-wen, del gobernante Partido Nacionalista Chino (Kuomintang), Tsai Ing-wen, del Partido Democrático Progresista (PDP), y James Soong, del Partido el Pueblo Primero.
Según las encuestas, Tsai, una ex viceprimera ministra con un doctorado de la británica universidad London School of Economics, lleva una ventaja considerable y se comprometió públicamente a convertir a Taiwán en una “patria sin energía nuclear” para 2025.
La dirigente eliminará gradualmente las tres centrales nucleares que tiene la isla y que fueron construidas en los años 70, dos en el norte y una en el sur.
Cuando la ley marcial impuesta por el Kuomintang durante 38 años se levantó en julio de 1987 la ciudadanía manifestó su oposición a la energía nuclear, con especial atención a la construcción de una cuarta planta nuclear en el municipio de Gungliao, en la costa nororiental de la isla.
El tema retomó interés político después del desastre de la planta de energía nuclear de Fukushima, Japón, en marzo de 2011.
A pesar de la conmoción general, el presidente Ma declaró entonces que “el progreso hacia la eliminación gradual de la energía nuclear podría suceder solo con la condición de que no existan limitaciones en el suministro de electricidad, no se aumenten los precios de la energía y se cumplan los compromisos internacionales para reducir las emisiones de carbono”.
Ma propuso que las tres plantas nucleares de los años 70 podrían clausurarse si se permitía la operación comercial de la cuarta central, cuyos costos de construcción superaron los 10.000 millones de dólares.
Por su parte, Tsai pretende lograr la meta de una “patria sin energía nuclear” en mayo de 2025 mediante la clausura de las tres plantas vigentes y sin poner en marcha a la cuarta, cuya apertura el gobierno del Kuomintang finalmente decidió aplazar en abril de 2014.
Esa decisión se tomó luego de que se produjeran protestas callejeras y una huelga de hambre que realizó el activista social septuagenario Lin I-hsiung, que llevaba más de 30 años en campaña para que se celebre un referéndum sobre el asunto.
Tsai podría obtener la influencia parlamentaria necesaria para aplicar su política si, como se espera, el Kuomintang gobernante pierde la mayoría de los 113 escaños del parlamento, conocido como el Yuan legislativo, por primera vez desde que las fuerzas del autócrata del Kuomintang Chiang Kai shek ocuparan Taiwán a finales de 1945.
“El lobby pronuclear sufrirá un grave golpe si el Kuomintang pierde su mayoría legislativa”, aseguró el profesor de ciencia política de la Universidad Nacional de Taiwán, Lin Tzu-Luen.
Salvando las distancias
El 22 de diciembre, Tsai dijo a los dirigentes de siete asociaciones industriales y empresariales que un gobierno del PDP lograría una “patria sin energía nuclear” en el año 2025 mediante la mejora de la eficiencia de las centrales eléctricas de gas y carbón, el uso de precios diferenciales para mejorar la gestión, el fomento de las energías renovables y la promoción de las industrias basadas en la innovación “verde” o ecológica.
“Al Kuomintang le gusta afirmar que la energía nuclear es barata, pero esa es una mentira”, declaró Tsai el 8 de enero. “Cuando se calcula el costo del tratamiento de los residuos nucleares y el riesgo de la seguridad nuclear, la energía nuclear definitivamente no es barata”, subrayó.
“La seguridad es la preocupación más importante”, aseguró la legisladora del PDP y ambientalista Tien Chiu-chin.
“Es imposible garantizar el funcionamiento seguro de 100 por ciento de cualquiera de nuestras plantas de energía nuclear, pero Taiwán quedaría devastado por un accidente nuclear mayor y no puede permitirse el lujo de tomar ese riesgo”, advirtió en diálogo con IPS.
El proceso de acabar con la dependencia de la energía nuclear “será doloroso, pero un dolor a corto plazo es mejor que dormir junto a una bomba de tiempo”, razonó Shieh Jyh-Cherng, exdirector ejecutivo de una fundación nacional de socorro formada tras un terremoto que afectó a Taiwán el 21 de septiembre de 1999.
El cese de la energía nuclear “liberará la creatividad para encontrar otras soluciones, pero no será fácil ya que el lobby pronuclear no perdió la esperanza de que el gobierno se vea obligado a retomar la energía nuclear”, destacó Shieh.
Pero la opinión pública está claramente del lado de quienes quieren un territorio sin energía nuclear.
Una encuesta de opinión divulgada el 16 de diciembre por la Universidad Nacional de Taiwán reveló que casi 79 por ciento de los encuestados apoya el uso de fuentes alternativas de energía para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que 59 por ciento se opuso al uso de la energía nuclear para frenar esas emisiones. Solo 38 por ciento respaldaba la opción nuclear.
Por otra parte, la encuesta señaló que 85 por ciento está dispuesto a pagar precios de electricidad más elevados por la energía renovable.
La directora ejecutiva de la Alianza de Taiwán por la Energía Renovable, Kao Yu-ping, afirmó que “el objetivo de una patria sin energía nuclear para el año 2025 es definitivamente posible”.
“Políticas como la actualización de los códigos de vivienda para exigir métodos de ahorro de energía, el fomento de la energía ciudadana mediante la modificación de la Ley de electricidad que permita que la comunidad y los ciudadanos generen su propia energía”, podrían generar la energía suficiente, sostuvo.
La empresa estatal de energía “Taipower niega que haya mucho espacio para la expansión de las energías renovables porque está adicta a una mentalidad de centralización y grandes proyectos y no entiende la manera de fomentar las energías renovables”, según Kao.
Tsai también deberá lidiar con las 3.575 toneladas de combustible nuclear gastado que generaron las tres plantas de energía nuclear. Además, las piscinas de combustible gastado en los cuatro reactores de las dos centrales del norte de Taiwán están cerca su punto de saturación.
Tsai afirmó en reiteradas ocasiones la oposición del PDP a la propuesta de Taipower, también apoyada por Chu, de enviar el combustible nuclear gastado al extranjero, probablemente a Francia, para su reprocesamiento.