La Comisión Europea asume que trabajará a destajo en la negociación para lograr una «conclusión política» antes del final de la Administración Obama, en enero de 2017.
La cerrazón de EEUU en el acceso al mercado de obras públicas y en los aranceles agrícolas y la negativa de Bruselas a negociar normativas médicas o farmacéuticas, los principales escollos.
Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción, cree que el escándalo de Volkswagen «ha minado la confianza a ambos lados» y la profesora de Derecho Adoración Guamán no descarta «que haya referendos en cada Estado».
Por Pablo García
«El TTIP podría estar firmado en 2016». Es el pronóstico que la comisaria europea de Comercio, la sueca Cecilia Malmström, realizó en una entrevista para France Info en el país que más resistencias opone al gigantesco y polémico tratado de libre comercio e inversión que la UE discute con Estados Unidos, contra el que los socialistas franceses han votado en el Parlamento Europeo. Malmström explicó que la Comisión intenta «enfilar la negociación bajo el mandato de Obama», que dejará la presidencia de EEUU en enero de 2017. «Si no, habrá que hacer una pausa» y todo se demorará más tiempo, añadió la comisaria.
¿Puede estar listo el tratado para 2016? A tenor del estado actual de las negociaciones (muchos capítulos por cerrar, cuando no desacuerdos insalvables) y según todos los expertos consultados, la respuesta es rotunda: no. Pero fuentes cercanas a la cartera de Comercio matizan las declaraciones de Malmström e insisten en que sí se puede. «Es posible alcanzar un acuerdo político en 2016», avanzan, «siempre que el resultado sea equilibrado y satisfactorio».
Las mismas fuentes admiten que es «complicado» y que el retraso del Congreso a la hora de ratificar el otro gran acuerdo que Washington ya ha firmado, el Tratado Transpacífico (TPP, entre países americanos y asiáticos), puede perjudicar al TTIP.
«En el mejor de los casos se podría establecer una conclusión política, un acuerdo de mínimos que necesitaría como poco 18 meses antes de ser ratificado por el Parlamento Europeo y el Congreso estadounidense», confían en la Comisión. Para Bruselas, los principales escollos son dos: cuestiones relativas al acceso al mercado, concretamente el capítulo titulado ‘compras públicas’ (servicios y obras públicas), donde EEUU todavía ejerce un fuerte proteccionismo; y la cuestión de los aranceles agrícolas, en la que no hay entendimiento.
También hay problemas a nivel técnico, como la equiparación reglamentaria que todo acuerdo de libre comercio exige. «Hay que buscar un consenso para homogeneizar normas relativas a medicinas, fármacos, químicos, automóviles u otras medidas en materia de seguridad». En este punto, el escándalo de Volkswagen puede terminar pasando factura a los intereses de Bruselas, opina Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción: «El fraude de Volkswagen, que ha evidenciado la dejación absoluta de funciones de la Comisión Europea y de gobiernos nacionales en el control de las emisiones reales de los vehículos, ha socavado la confianza de ambos lados del Atlántico».
Muy crítico con el TTIP, Kucharz entiende que su aprobación en 2016 «está fuera de toda posibilidad». «Negociaciones tan complejas y ambiciosas geopolíticamente siempre dependen de los vaivenes políticos nacionales o supranacionales», apunta. «Las negociaciones tuvieron varios meses de impasse por la renovación de la Comisión Europea y las elecciones en Estados Unidos», añade.
El profesor de Derecho Económico de la Universidad de Kent, Harm Schepel, también ve en el calendario electoral una traba al TTIP. «No creo que Hillary [Clinton], que ya se ha manifestado contraria al TPP, quiera llevar el TTIP al debate en las primarias», dice.
Schepel es experto en mecanismos de arbitraje internacionales como el que ha propuesto la Comisión para dirimir conflictos entre inversores y países, conocido por las siglas ICS. «En el mejor de los escenarios y suponiendo que Washington acepte, llevaría mucho tiempo adaptar el ICS con las convenciones internacionales existentes y con los otros tratados de libre comercio ya firmados. Mi bola de cristal me dice que el TTIP no estará listo en 2016 ni por asomo», ironiza por email.
La posibilidad de un referendo
Otra voz crítica con el TTIP, Adoración Guamán, profesora de Derecho en la Universidad de Valencia, destaca un añadido imprevisto. «La diferencia de los discursos sobre el TTIP ante la opinión pública respecto a lo que admiten los expertos a puerta cerrada es notable. En la Comisión se dice ahora que sería positivo conseguir un ‘tratado mixto’. Y esto significa que debería de ratificarse en cada uno de los países miembros», explica Guamán, que acaba de publicar el libro ‘TTIP, el asalto de las multinacionales a la democracia’ (Akal). Para esta experta, esto aumentaría las opciones de que varios estados europeos organizaran un referéndum vinculante.
Si no fuera así, el Parlamento Europeo sería el encargado de ratificar en última instancia el TTIP. Esta institución ya aprobó, no sin polémica, el informe de opinión que marcaba las líneas rojas de la negociación. La votación hubo de ser pospuesta y la bancada socialista se dividió entre partidarios (junto con la derecha y los liberales) y detractores (izquierda, ecologistas y otros). Los eurodiputados del PSOE votaron a favor.
«Los socialistas europeos consideramos deseable alcanzar un acuerdo con Estados Unidos, bajo las directrices que el propio Parlamento Europeo estableció en el pasado julio. Pero reconocemos que la situación es complicada», puntualiza Jonás Fernández, eurodiputado socialista. «En Europa los problemas se están acumulando y sin duda el TTIP exigirá un capital político notable, tanto para negociarlo como para liderarlo ante la opinión pública».
Contraria al tratado, Lola Sánchez (Podemos) cree que Washington recibirá «grandes presiones» de la Comisión Europea para acelerar las negociaciones. Sánchez evoca las críticas que está recibiendo el otro gran acuerdo, el «no menos dañino» TPP: «La Administración Obama está enfocada en la ratificación del TPP, que está recibiendo fuertes críticas por candidatos presidenciales como Hillary Clinton o Bernie Sanders. Es de esperar que Obama no quiera cerrar el TTIP bajo su mandato y le pase la patata caliente a su sucesor. Son malas previsiones para la Comisión Europea pero esperanzadoras para todos los que nos oponemos a este tipo de tratados que amenazan nuestras democracias», dice la eurodiputada de Podemos.