Las reflexiones que se presentan a continuación, responden a una coyuntura donde la derrota electoral del 6 de diciembre de 2015, pone en riesgo la supervivencia misma del proceso revolucionario venezolano; más aún, si miramos más allá de nuestras fronteras, la supervivencia misma del planeta, de nuestras sociedades, de la especie humana, parecen estar en riesgo inminente. Mientras tanto, los principales destructores del planeta Tierra, siguen imponiendo su modelo de dominación, y controlando los escenarios mediáticos, educativos, culturales y políticos; los sectores económicos, financieros e industriales; y en definitiva, imponiéndonos gobiernos y modos de vida que finalmente nos conducirán a un suicidio colectivo. El camino hacia un cambio de paradigma, para construir otra sociedad posible, que le dé respuesta a estos retos, parece lleno de obstáculos insalvables.
Los recientes resultados, altamente frustrantes, de la COP21 (climático)-Francia, presagian que el planeta Tierra continuará sometido a los agudos embates ecológicos-ambientales ya manifiestos. Esto significa que debemos prepararnos para una nueva etapa.
El lema de la COP21 “transformando nuestro mundo: la agenda 2030 para un desarrollo económico sostenible para el 2030” es, por lo menos, engañosa. No toma en cuenta, que los recursos naturales de nuestro planeta Tierra, son finitos y por ello, es imposible plantearnos desarrollos y crecimientos económicos sostenibles infinitos. Pareciera, que no hemos aprendido del todo, lo investigado, lo recogido, lo valorado, lo proyectado y lo propuesto; datos concretos como las cifras de hambrunas y las marcadas desigualdades sociales; los deterioros de los ecosistemas; la erosión de los suelos y la pérdida de nuestra biodiversidad; parecen no levantar alarmas. A esto sumemos, el crítico stress de agua; la contaminación de los alimentos y las diversas implicaciones sociales y culturales que estamos confrontando debido al extractivismo de recursos de todo tipo.
Este último, el extractivismo, es, precisamente, el modelo de desarrollo que predomina en el mundo actual. La explotación irracional, de cualquier tipo de recurso natural, incluyendo al ser humano. Desde allí, se pretende avanzar en la productividad; en el derroche-despilfarro; en la acumulación mercantilista-financiera y en el voluminoso consumismo. Este es el sentido de vida, que nos sigue imponiendo, la tendencia globalizada mundial. Por ello, el precario resultado de la COP21. No parece importarle a nuestros gobernantes que para mantener el ritmo de crecimiento económico actual, necesitamos consumir tres planetas Tierra.
Los resultados de los debates sobre el aumento de la temperatura y los cambios climáticos también fueron precarios.
Es una ilusión creer poder mantener los incrementos totales acumulados de temperatura por debajo de 2°C hasta el 2100. Según el informe de la empresa Pricewaterhouse Coopers, (PwC 2012), la disminución real de las emisiones de CO2 en 2011, fue de 0,8%. Además el estudio deja claro que, incluso de duplicarse la disminución a 1,6% por año, el incremento de la temperatura promedio sería de 6°C para 2100. Esto tendría consecuencias devastadoras para la vida en el planeta.
La COP21 se equivoca y engaña
Por lo menos 4°C debiese ser la propuesta hasta finales de este siglo. Adicional a ello, tampoco se han tomado en cuenta los daños asociados a un incremento de temperatura promedio de +2°C (sobre los niveles preindustriales). Los autores señalan; “no se está haciendo nada…”, por “…disminuir las emisiones globales, que por ahora siguen creciendo. Se prevé un rapidísimo y sostenido crecimiento de las emisiones a un ritmo del 6% anual, durante cuatro decenios ¡empezando en 2013! (Hansen y otros 2013).
Este sentido global de la vida, extraer-producir-consumir-derrochar-calentar-mermar la vida en el planeta Tierra; tiene además, asociadas, otras impactantes expresiones ideológicas, políticas y sociales. Si bien es cierto que han surgido propuestas de avances en diferentes espacios societarios, para iniciar procesos de superación, mitigación y adaptación a las tensiones ambientales-sociales actuales y encontrar un nuevo sentido de vida diferente al que estamos cuestionando; también es cierto, que, varias de tales iniciativas, en su naturaleza y contenido se han desdibujado. Por ejemplo: cuando en década y media de este siglo, celebramos los avances, por la inclusión social en varios países latinoamericanos como; Argentina; Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Países del Caribe y Venezuela; en varios de ellos, estos avances han sido congelados y en otros están amenazados con ser sustancialmente revertidos. En unos países más que en otros, se destaca la permanente amenaza de “la desmedida corrupción”, como una relación causa-efecto, de los anti-valores que el sentido de vida global, nos ha impuesto. Asimismo, cuando se combinan la impunidad, con la incapacidad de aplicar políticas económicas y financieras coherentes a los momentos específicos, se crea un caldo de cultivo apto para el recrudecimiento de las acciones delictivas y de la corrupción.
En materia económica, resalta en la Venezuela de diciembre del 2105, la triada, de la astronómica corrupción, junto a su cómplice la impunidad, y una notable incapacidad técnica política, en la direccionalidad y racionalidad económica. Al reconocer tal realidad, también debemos resaltar, los permanentes desvíos ideológicos e indolencias operativas, que prevalecen en casi todas las instituciones públicas y privadas en la tierra de Bolívar.
Mucho se ha escrito sobre tales desviaciones. La burocracia desmedida; el oportunismo y protagonismo enfermizo; la rancia prepotencia individual; el descarrilado nepotismo grupal-familiar; la indolente-incapacidad; lo charlatán-chabacano expresivo en sectores y cuadros rojos-rojitos; (el autismo del sentido común) han sido caudales de negativas cualidades, expresándose un profundo rechazo, por los millones de venezolanos, que no acudieron a votar el 6D. En esta cívica protesta, también se evidenció, que a lo largo de estos últimos 17 años de revolución bolivariana; los distintos e incontables procesos de formación ideológica-política ejecutados, estuvieron bastante lejos, de lo que debe ser: la coherencia; la ponderación; la modestia y el compromiso, que todo verdadero revolucionario debe permanentemente asumir, como práctica de su propia transformación revolucionaria.
La precaria formación, ideológica-política revolucionaria venezolana, también evidenció la orfandad, entre la identidad del sujeto (ser) revolucionario, su práctica y cómo de la misma, se auto-ayuda, a sus propios procesos de transformación individual y la trascendencia implícita, en el avance y defensa, de la nueva sociedad que estamos construyendo. Se recibió una formación ideológica que no pudo con las fuerzas gravitacionales que aupaban y promovían el desmedido consumismo e individualismo y la fragmentación social. La formación no estuvo al nivel, de saber explicar, de aclarar la confusión, ¿de lo que son? y ¿deben ser? las justas reivindicaciones expresadas, en el estado de derecho para la inclusión social.
La precaria formación ideológica recibida, también reflejó, que no podemos importar e imponer propuestas o modelos de condicionamiento ideológico-político de otras latitudes. Lo que no implica, rechazo a priori, a los componentes y avances en la estructura del conocimiento y evolución del ser social revolucionario. Exigimos se conforme y emerja, desde nuestros propios valores, nuevas propuestas formativas e ideológicas, las cuales tienen sus fundamentos, en nuestras condiciones de tropicalidad e identidad cultural e integral del ser venezolano. Desde allí percibimos, han de surgir valores ideológicos, los cuáles nos ayuden a superar el diversionismo y las confusiones ideológicas. Un Estado revolucionario no puede reemplazar el cumplimiento de sus deberes y derechos, para avanzar en las políticas de inclusión social y saldar, la histórica deuda social, que la mayoría de los países latinoamericanos todavía tenemos, mediante el otorgamiento de dádivas o regalos.
Con estas sustanciales deformaciones y desvíos ideológicos-culturales y afianzados por la precaria formativa política comunicacional del Estado revolucionario bolivariano, amanecemos el nuevo año 2016, con la imperiosa necesidad de re-elaborar un proyecto socio-político-económico propio, el cual, definitivamente, nos dé luces, orientaciones, el sur, para frenar el saqueo de nuestros recursos naturales y energéticos. En efecto y así lo anuncia el acucioso escritor e investigador Brito García (2015) “Por ahora. No nos engañemos. La disputa por el poder político en Venezuela es sólo un medio para el control de la quinta parte de los hidrocarburos del planeta”.
Esta aseveración, tiene varias connotaciones. Se hace impostergable debatirlas y profundizarlas las veces que sea necesario. No sólo por las consecuencias ideológicas y culturales que nos ha proporcionado el cacareado “rentismo petrolero” y el carácter estructural parasitario e improductivo, impuesto en la sociedad venezolana. Debemos discutir también las secuelas y contradicciones ecológico-ambientales, inherentes a este tipo de política gubernamental.
Las dificultades son numerosas. En especial cuando se valoran, la volatilidad de los mercados y precios del petróleo; la escasez de los recursos mineros y energéticos para su explotación y los acuerdos internacionales por cumplir, para mitigar las disminución de las emisiones de CO2 y su repercusión en el calentamiento de la temperatura del planeta. Créanlo o no !!! el “rentismo petrolero” comienza a presentar sus propias restricciones técnico-políticas que las clases sociales en disputa, se niegan desde décadas atrás, a reconocer. Hay que pensar diferente, creer posible otro estilo o modelo de sociedad y por ello, ahora más que nunca no podemos abandonar nuestro Plan de la Patria y su Quinto Objetivo Histórico: se traduce en la necesidad de construir un modelo económico productivo ecosocialista propio, basado en una relación armónica entre el hombre y la naturaleza, que garantice el uso y aprovechamiento racional ambiental de los recursos naturales.
Por este cambio de pensamiento, vayan mis mejores deseos y aspiraciones, en este nuevo año 2016. Agradeciendo a mis consecuentes lectores sus oportunos y críticos mensajes, destinados a la permanente mejoría de nuestro proceso de cambio.
Referencias Bibliográficas
Brito, G L. (2015). Por Ahora. En linea. http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2015/12/por-ahora.html
HANSEN J, Kharecha P, Sato M, Masson-Delmotte V, Ackerman F, et al. “Assessing Dangerous Climate Change: Required Reduction of Carbon Emissions to Protect Young People, Future Generations and Nature”. PLoS ONE 8(12), 2013. doi: 10.1371/ journal.pone.0081648 Puede consultarse en:
http://www.plos.org/wp-content/uploads/2013/05/pone-8-12-hansen.pdf
PwC, Too Late For Two Degrees? Low Carbon Economy Index 2012, PwC, noviembre de 2012. Puede
consultarse en http://www.pwc.com/gx/en/sustainability/publications/low-carbon-
economy-index/index.jhtm