En un mundo perjudicado por la confusión de valores y direcciones, los antiguos mitos que servían de referencia a los seres humanos empalidecen comparados con los nuevos mitos culturales que nos llegan con un Tecnicolor magnífico, con una tecnología 3D envolvente y una disponibilidad geográfica y temporal absoluta. Llega Star Wars, probablemente la película más exagerada de la historia, genial, divertida y «retro» (observación hecha por George Lucas, creador de la serie, que se llevó 4.05 billones de dólares por venderle la franquicia a Disney. Retro es la palabra moderna y elegante para algo que no es nuevo. Así es).
Star Wars siempre ha sido buena para las mujeres fuertes pero no para las heroínas Jedi. El Consejo Jedi de Títeres fue de manera regular casi exclusivamente varón pero tras el enorme éxito de la heroína adolescente en Hunger Games (Los Juegos del Hambre) Disney y Compañía se unieron para presentar a un gran personaje femenino para saldar las cuentas. ¿Podría convertirse en un Jedi en las dos próximas producciones de billones de dólares que seguirán? ¡Me muero por verlas!
Pues bien; otra película clásica sobre el bien y el mal que tanto le gusta a Hollywood. El bien y el mal en Hollywood siempre han alcanzado alturas Zoroástricas fundamentalistas pero la contradicción reside en que aquí, «El Bien» justifica, glorifica y promueve niveles extremos de venganza y violencia. El mensaje es que en el nombre del «Bien» SE PUEDE invadir, matar, utilizar drones, ignorar los «daños colaterales» y librar guerras contra otras culturas. La máquina propagandística que representa no es exclusiva de Hollywood. La Alemania nazi y la Unión Soviética, por no mencionar los Medios utilizados como instrumento político en todas partes, también son ejemplos.
Lo que hace a una película como Star Wars «tan especial» en este sentido es su penetración cultural. Estoy segura de que se verá en todo el mundo, por gente de todos los ámbitos y creencias. Por lo tanto, esta crítica no es sobre un film sino sobre un objeto que influye en la cultura.
Qué la Fuerza nos acompañe
La Fuerza siempre ha sido la parte más interesante de la serie, inyectándole una dosis mística y espiritual a lo que de lo contrario hubiera sido simplemente otra serie de Ciencia Ficción, que es antigua, moderna y también espiritual, aunque no esencialmente religiosa. No es determinista, ya que parece existir una elección en términos de qué lado (de la Fuerza, la Luz o la Oscuridad) se pone la gente. Al igual que en la vida de cada persona hay pistas, hay una búsqueda, hay decepciones, y momentos hermosos llenos de significado. En resumen, podría ser visto como un reflejo de la situación actual del espíritu en la sociedad humana. En medio de la violencia y los efectos especiales como distracción continua, puede que alguien note el funcionamiento de la intencionalidad.
Hay un punto importante aquí: La Fuerza existe realmente. Puede que no sea la maravilla de la telekinesis presentada como una fábula por los efectos mágicos de la película (a menudo se utiliza para hacerse con un sable láser durante una lucha salvaje), pero el ser humano la puede experimentar en sus propio cuerpo y tiene la capacidad de modificar la conciencia promoviendo una vida de unidad intencional y permitiendo el presagio de la trascendencia. Pero a diferencia del dogma en el universo de Stars Wars, la Fuerza se debilita y es destruida por la venganza y la violencia, o sea, por la contradicción. En este sentido, esta película debería venir con una «advertencia sanitaria» no física, pero sí espiritual.
Como solo puedo dar fe de mi experiencia personal, aquí hay un enlace de una vía sólida y no violenta a la Fuerza. Pueden existir otras, y si esta película inspira a la gente a iniciar su propia búsqueda, yo diría que es en general, un objeto cultural interesante.
Traducido al español por: Herminio Piñeiro