Las responsables de Afroféminas, una profesora de Artes y una periodista que lanzaron la revista digital centrada en las mujeres afrodescendientes, reúnen discursos ‘afro’ ante la falta de representación en los medios de comunicación y la esfera pública
Denuncian las expresiones racistas y ‘microrracistas’: «Vino un señor del Círculo de Lectores a mi casa y me preguntó si podía llamar a la señora», cuenta Antoinette Torres
Por Laura Olías, Miguel Campos y Pedro Caballero Merino para Desalambre
En las últimas películas españolas que ha visto ¿aparecía algún personaje negro? ¿Se ha preguntado si hay connotaciones racistas en la imagen del ‘negro de whatsapp’ que circula por numerosos grupos? ¿O si en los libros que leen sus hijos hay algún personaje afrodescendiente? Ellas sí. Son Antoinette Torres Soler y Lucia Asué Mbomío Rubio, dos mujeres negras que dan espacio a otras voces afrodescendientes en la revista digital Afroféminas. «Vi que había un problema en los medios de comunicación sobre cómo enfocar a la mujer negra», cuenta su fundadora, Torres Soler. Luchan contra un imaginario colectivo que reduce siempre a la mujer afrodescendiente en «extranjera, vulnerable y pobre».
Así nació Afroféminas. Desde Zaragoza, donde reside Antoinette Torres Soler, explica que a su llegada a España desde su Cuba natal hizo una prueba que la horrorizó. «Cuando buscaba en Internet ‘mujer negra’ o ‘mujer afro’, la mayoría de los resultados eran páginas porno. Me chocó porque ves cómo eres percibida en la sociedad, vi un problema social», cuenta al otro lado del teléfono. «Afroféminas es una revista digital que promueve una imagen distinta, más real, de la mujer afrodescendiente».
Los medios generalistas ofrecen a menudo la negritud «como un problema», lamentan las autoras. «Se da por hecho que las mujeres negras somos vulnerables, que no tenemos estudios, que no somos de aquí… Y es cierto que hay muchos problemas en África, pero creemos que ya se tratan estos temas. Lo que no vemos son informaciones positivas que involucren a mujeres negras, que las hay. No se puede dar una imagen tan reducida de un colectivo», explica Torres Soler. Ellas han entrevistado a científicas, empresarias, diseñadoras e investigadoras negras, entre otras profesionales, cuyos logros no suelen ser objeto de los focos. «No somos mayoría, pero existimos», dice Antoinette, que se dedica a la gestión cultural.
Los estereotipos tienen sus consecuencias. La sorpresa es la reacción más frecuente cuando la gente descubre que Lucía nació en España, que es española. «Pese a mi acento castizo a tope», dice la periodista. Las dos han recibido en muchas ocasiones la frase «no pareces negra», como si hubiera un «comportamiento de negro» estándar, reflexiona Lucía Asué en la revista.
A veces las situaciones fruto de esos estereotipos son más incómodas. «Vas a una tienda y te das cuenta que los dependientes están encima de ti… O cuando estás en la calle, si eres una mujer negra, tienes muchas probabilidades de que te confundan con una prostituta. Eso nos ha pasado a muchísimas. Es debido a situaciones que ya están enmarcadas socialmente, por ejemplo, desde el cine», dice Antoinette. A Lucía también le han preguntado cuánto cobra «demasiadas veces». Por ello, cuando queda con alguien en la calle lleva un libro. «Para que se vea que estoy leyendo».
Los ‘microrracismos’
Con humor y sin tapujos, las dos mujeres hablan de experiencias que les han hecho sentir mal. «Hay que abordar estos temas de frente, dejando a un lado lo políticamente correcto», insiste Antoinette. Las dos afrodescendientes llegan a la misma conclusión: «La sociedad española es racista, pero en muchas ocasiones no es consciente de ello». Cuando han denunciado el racismo de ciertas situaciones, les han acusado de victimistas. «Y eso es duro. Yo no te digo qué te tiene que doler, así que no me digas tú a mí qué me tiene que doler», critica Lucía Asué.
Las miradas acompañan casi siempre a Antoinette y su marido cuando van por la calle. «Formamos una pareja mixta, aunque el término tampoco me gusta mucho». La curiosidad por su relación le ha evidenciado algunos prejuicios instalados en la población. «Cuando llegué de Cuba me preguntaban qué edad tenía mi marido, porque daban por hecho que era muy mayor, que me había sacado de la pobreza…», cuenta entre risas.
En Afroféminas dedican algunos artículos a hablar también de «los ‘microrracismos’, que como los micromachismos, son pequeños gestos que se dan en el día a día y que suponen agresiones que no te llevan al psicólogo pero que son desagradables», resume Lucía Asué. La periodista cuenta cómo en varias ocasiones le han tocado los rizos por la calle. «Para ser negra, eres muy guapa» es otra de las frases que ha escuchado muchas veces sin que sus emisores se percaten del racismo de sus palabras.
Antoinette Torres fue víctima de un microrracismo cuando abrió la puerta a un vendedor a domicilio. «Vino un señor del Círculo de Lectores a mi casa, porque éramos socios, y me preguntó si podía llamar a la señora», dice Antoinette. «No podía imaginar que la señora fuera yo. Son acciones muy duras, a estas alturas no deberían existir, deberían replantearse». En la revista también discuten sobre expresiones como la pintura «color carne» y la visión del pelo afro. «Es que en España el pelo afro es un disfraz, un chiste. Las niñas que van con su pelo natural al cole son objeto de mofa y hay que entender que es un cabello como otro cualquiera», critica Antoinette.
Para las autoras, abrir debates y la pedagogía son las mejores armas para combatir el desconocimiento y los prejuicios. Desde Afroféminas contribuyen a ello pero esperan que los temas de discusión ocupen los ámbitos generalistas. «Que en una película española haya una periodista negra y no haya que justificar por qué es negra. Es negra y es periodista, ya está», se señala, Lucía Asué.
Como madre, Antoinette espera que los esfuerzos se centren en los niños: «En los juguetes, en la educación en el colegio, en los dibujos animados… Las aulas ya tienen muchos niños negros y en España aún estamos a tiempo de resolver los problemas de integración que vemos en otros países con más población negra», concluye Antoinette. Para acabar así con gestos de sorpresa o incertidumbre cuando una persona negra abre la puerta de su propia casa. «Eso ya no debería ocurrir».