Pocas fechas como las Navidades representan tan bien la esencia de este sistema deshumanizante, que no hemos elegido, pero que ayudamos a mantener. Un sistema apoyado en el consumo y la esclavitud.

 

Analizaremos el juego cruel del cual participamos cotidianamente y que tan obsceno se vuelve en estos días.

Pese a lo obvio y repetitivo, seguiremos señalando que este sistema se basa en el puro consumo, un consumo que se incentiva y aumenta –podríamos decir- al mismo ritmo que el capital se va concentrando en menos manos y las diferencias sociales se agrandan.

Está demás señalar que la mayor parte de las guerras se deben a intereses económicos y a este modelo capitalista/consumista que ejerce de “prisión sicosocial” de la Humanidad entera.

Sabemos también que los recursos del planeta son limitados y, de seguir así, vamos al desastre.

Y qué mejor día que hoy, cuando se celebra la festividad de los Reyes Magos (fiesta en la que se entregan tradicionalmente regalos en España, después de casi dos semanas de despilfarro), para reflexionar sobre algunos datos escandalosos, que difieren poco de los de otros países “desarrollados”:


  • Casi 14 millones de personas en España están en riesgo de pobreza y exclusión social. Más de 10 millones ya son pobres, de los cuales, la mitad tienen empleo… pese a la mejoría macroeconómica.
  • La pobreza infantil afecta al 30% de la población española, contabilizando a los menores de dieciséis años.
  • En España, terminan en la basura 8 millones de toneladas de alimentos (167 kilos per cápita), siendo el sexto país de Europa en este ranking.
  • 158 millones de niños trabajan en todo el mundo, según datos de UNICEF. La mayoría viven en África subsahariana, Asia y América Latina.
  • Previsiones de gastos en Navidad en España: 684 €. Gastos en regalos navideño: 209 euros por persona.

Para que este consumismo loco pueda darse, miles de millones de personas han de trabajar en condiciones laborales inhumanas y salarios miserables.

Sabemos, por otro lado, que la Humanidad cuenta con los suficientes avances científicos y tecnológicos para ofrecer una vida “digna” a todos los habitantes del planeta, pero también sabemos que hoy se están produciendo las mayores desigualdades de la Historia.

Me pregunto, entonces: teniendo estos datos al alcance de cualquier ciudadano que quiera informarse ¿Cómo es que no levantamos la voz para reclamar que toda esta locura inmoral pare?. ¿Cómo es que vivimos a espaldas del dolor y el sufrimiento que está debajo de nuestro consumismo?

Y en esta desconexión con el sufrimiento ajeno, es alarmante especialmente la que tiene que ver con los niños y jóvenes.

Vivimos ciegos sin querer ver el futuro que estamos construyendo para las siguientes generaciones.

Por un lado, no queremos mirar el rostro de los millones de esclavos infantiles (mientras nos angustia un pequeño revés en la vida de nuestros vástagos). Parece no importarnos consumir objetos, resultado del trabajo de sus pequeños cuerpos, ni el futuro que les estamos negando colaborando con este consumo enloquecido.

Pero tampoco meditamos suficientemente sobre el futuro al que estamos condenando a nuestros hijos, a los que no queremos negarles los últimos caprichos de moda, cuando no se los incentivamos. Los estamos metiendo en esa rueda de consumismo ahora y les estamos “educando” para que sean futuros trabajadores “esclavizados” después, dispuestos a recibir salarios miserables para seguir consumiendo… o sobreviviendo.

En todos los casos, colaboramos con que los jóvenes y niños de hoy vivan “desconectados” de sí mismos, absolutamente “externalizados”, por falta de energía o por vivir en una fuga consumista y loca.

¿Nos atreveremos a alejarnos y ayudarles a alejarse de esta rueda de deseo, dolor y sufrimiento que es este sistema consumista?.

Aprovechando el comienzo de un nuevo año de la era común, propongo que osemos lanzarnos a la aventura de trabajar por dar respuesta únicamente a nuestras necesidades y las de nuestros hijos: luchando por construir condiciones físicas para una vida digna para todos (vivienda, comida, sanidad…); psicológicas (dándoles una educación basada en la libertad de ideas y creencias, en una verdadera solidaridad tratando a los demás como ellos quieren ser tratados, en que su vida sea coherente… ), y espirituales (ayudándoles a conectar con su interior).

Entonces, la experiencia de trabajar por cubrir las verdaderas necesidades de nuestros hijos nos llevará, sin duda, a trabajar por cubrir las necesidades de los hijos de toda la Humanidad.

¡Éste es mi pedido a los Reyes Magos!.