- Las elecciones generales en España hablan de que el bipartidismo se está tambaleando y sólo una ley electoral antidemocrática mantiene la “ilusión” de que no ha caído.
- Podemos llega al Congreso con 69 diputados.
- Es el momento de que el partido de Iglesias reflexione y haga los cambios de rumbo que necesita si quiere transformar verdaderamente este país.
Resultados electorales
Acaban de conocerse los resultados definitivos en las elecciones generales que han tenido lugar este 20D en España. Unas elecciones en las que el bipartidismo ya no es tal. Podemos y Ciudadanos, partidos emergentes, llegan al Congreso con 69 y 40 diputados respectivamente. Un dato que es histórico.
Ha vuelto a ganar el Partido Popular con más de 7 millones de votos y 123 escaños, pero perdiendo casi 4 millones respecto a la pasada legislatura, lo que ha supuesto la caída de 63 diputados.
Con cinco 5 y medio millones de votos, el Partido Socialista ha quedado como segunda fuerza política con 90 diputados, siendo sus peores resultados electorales en toda la historia de la democracia española.
Podemos llega al Congreso con más de 5 millones de votos y ha quedado en tercer lugar (incluidos los votos conseguidos allí donde se presentaba en coalición con otros partidos o plataformas). Pese a la cercanía de votos con el PSOE, contará únicamente con 69 escaños como consecuencia de la Ley Electoral española que beneficia a los partidos más votados.
Y en cuarto lugar, ha quedado otro partido emergente –Ciudadanos- de perfil conservador, que ha conseguido 40 diputados.
Y detrás, siguen partidos varios, que ya figuraban en el panorama político, algunos bajo otras siglas. Han subido los independentista catalanes de Ezquerra Republicana (de 3 han pasado a 9 diputados) mientras que los comunistas han sufrido una caída fuerte (han bajado de 11 a 2 parlamentarios)… y otros han perdido su representación parlamentaria. Respecto al Partido Humanista, ha recibido el apoyo de 2.907 votantes.
Un dato importante a señalar es que, donde Podemos se ha presentado en coalición con otras formaciones, su resultado electoral ha sido superior. De tal modo que, por ejemplo, ha sido la primera fuerza política en Cataluña, apoyada por Ada Colau, figura emblemática actual del estado español.
Se trata de un fenómeno parecido a lo que ocurriera en las pasadas elecciones municipales, que tuvieron lugar en mayo y que dieron lugar a gobiernos municipalistas, surgidos de la base social, que tanta esperanza han generado en buena parte de la población. Elecciones que llevaron a Colau a la Alcaldía de Barcelona y de las cuales surgieron ayuntamientos que han conseguido parar desahucios, bajar el déficit público, etc.
Un dato que no se está comentando pero que está ahí, es que el Partido Popular ha conseguido mayoría absoluta en el Senado, la cámara alta de las Cortes Españolas, lo que permite que pueda vetar cualquier ley que salga del Congreso de los Diputados (la cámara baja).
La existencia del propio Senado está en cuestión por parte de algunos partidos, especialmente los emergentes, y de la ciudadanía, que la ve como innecesaria, lo mismo que ocurre con otros “organismos” políticos.
Difícil gobernabilidad
En este momento, es difícil la conformación de un gobierno dado el panorama parlamentario.
Era previsible según todas las encuestas esta diversificación del voto, aunque no se supieran los datos exactos, pero los resultados concretos plantean una situación complicada para quien conforme gobierno. Todos los medios ahora mismo hablan de posibles coaliciones, pero probablemente a los partidos emergentes, especialmente a Podemos no les interese. No sabemos si habrá coaliciones o se irán negociando, mucho más interesante, acuerdos sobre temáticas concretas.
En cualquier caso, quien asuma el poder tendrá que dialogar, algo que no ha existido en los últimos cuatro años. El PP ha funcionado como un rodillo, apresurándose –como última acción significativa- a aprobar los Presupuestos Generales del Estado para la próxima legislatura, antes de estas elecciones, para asegurarse seguir con su política durante un año más, cuando ya sabían la considerable caída de votos que tendrían en las urnas.
Los resultados, en cualquier caso, hablan de conservadurismo y temor de mucha parte de la población y también de la gran diversidad que caracteriza en este momento a este país.
Claro, no son resultados tan positivos para ciertos sectores europeos, de tal modo que ya, con las urnas calientes todavía, una parte de los medios de comunicación extranjeros se han lanzado a augurar una posible caída de la bolsa española, modo conocido de generar tensión e inestabilidad en países en los que las poblaciones están pidiendo cambios profundos.
Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en este panorama que ha dejado de ser monolítico para convertirse en un abanico de colores y posibilidades, que –como decíamos- obligará a la negociación.
El fenómeno Podemos: los cuatro años que necesita si quiere cambiar el país
Como es bien conocido adentro y afuera de nuestras fronteras, el fenómeno Podemos merece un análisis especial.
Desde su conformación ha tenido una subida meteórica. Hace dos años no existía. Nació a finales del invierno de 2014 y en mayo del mismo año ya tenía cinco parlamentarios europeos.
Han sabido, como nadie, aprovechar el fenómeno 15M. Dirigentes que procedían de formaciones de izquierda, de donde salieron descontentos, supieron canalizar la indignación que sacó a millones de personas a las plazas y a las calles en el 2011 y que pedían soluciones políticas.
En los comienzos, los promotores de Podemos hacen suyas buena parte de aquellas reivindicaciones y lo hacen de forma muy inteligente, aprovechan la organización de asambleas de aquel movimiento 15M y las van transformando en círculos «morados» territoriales y temáticos.
Fueron tomando medida del apoyo que tendrían arriesgándose y esto les sirvió para ir viendo cómo y por dónde avanzar, pese a los embates que fueron recibiendo desde distintos sectores.
Esta noche han celebrado los resultados en la plaza Sánchez Bustillos de Madrid, llena de globos morados, y motivos tienen para ello.
Es cierto que muchos militantes esperaban ganar; es cierto que por trescientos cincuenta mil votos menos han quedado a 21 diputados de PSOE como consecuencia de la famosa Ley d’ Hont… pero quizás lo mejor que le ha podido pasar a Podemos es quedarse en ese tercer lugar que ha conseguido (por cierto, un excelente resultado para un partido con menos de dos años de historia).
Puede ser un buen resultado para trabajar e influir en el Parlamento al tiempo que se puede tomar un respiro para reflexionar y hacer algunos ajustes internos; ajustes que ha ido postergando y que, pasados los comicios, es el momento de plantearse.
Pablo Iglesias esta noche, en sus primeras declaraciones después de conocerse los resultados electorales, ha dejado clara la línea roja que no está dispuesto a traspasar: con un repetido “es inaplazable e imprescindible…”, ha marcado lo que parece serán las prioridades de su grupo, que ha concretado en: cambios constitucionales, una reforma de la ley electoral, blindaje de los derechos sociales y una moción de confianza a mitad de la legislatura si el gobierno no cumple con lo prometido en su programa electoral… para terminar diciendo que son la única fuerza capaz de resolver la complicada situación territorial en la que vive España en este momento, “un país plurinacional” según sus propias palabras.
Respecto a esos cambios constitucionales que ha apuntado hoy el líder de Podemos, esperamos que –entre otros- la formación comience por exigir la supresión del famoso artículo 135 de la Constitución española (mediante el cual se prioriza la devolución de la deuda a cualquier otro concepto, incluidos los derechos sociales); exija que se pregunte a la ciudadanía por el modelo de estado al que aspira; sean valientes para defender no sólo el “no a sus guerras”, sino el «no a todas las guerras» como forma de resolver los conflictos (algo que ya han reconocido en sus Constituciones Italia, Ecuador y Bolivia), y aboguen porque las fuerzas armadas se aboquen a cumplir un rol de protección y defensa de la voluntad de las poblaciones, de trabajar por eliminar las guerras y de solidaridad, si fuera necesario.
Tendrán también que retomar algunas medidas que defendieron como una «renta básica incondicional» para toda la ciudadanía, si es que aceptan que ya no será posible defender el trabajo garantizado porque las máquinas están sustituyendo a las personas (algo muy positivo) y quieren acortar la brecha social que se ha producido entre una minoría cada vez más rica y una gran mayoría cada vez más pobre. La clave está en la voluntad política de tomar medidas fiscales para ponerla en marcha.
Pero, decíamos, que Podemos necesita reflexionar para seguir avanzando, analizar bien los datos y retomar algunos elementos y posiciones que ha ido postergando o abandonando en el camino en este último año. Enumeraremos algunos otros.
La importancia de confluir en coaliciones electorales
Como ya apuntáramos después de las elecciones municipales, es fundamental que reconozcan y apunten a formar parte de coaliciones, porque allí donde se han presentado en confluencia con otras formaciones políticas o plataformas, allí es donde han conseguido mayorías y gobiernos (como ha ocurrido en esta ocasión, por ejemplo, en Cataluña, donde la coalición con En comú de Ada Colau, los verdes, comunistas, etc. se ha convertido en la fuerza más votada).
Lo mismo ocurrió en las elecciones municipales de mayo pasado, conformándose gobiernos municipalistas en Barcelona, Madrid, Zaragoza, Coruña, etc… que han permitido que se paralicen los desahucios, que haya bajado notablemente el déficit público… que se haya humanizado, en definitiva, la política municipal poniéndose al servicio de la gente.
La población quiere la unión de todas las fuerzas progresistas y Podemos no puede hacer oídos sordos a este reclamo.
Otro dato que han de valorar es por qué allí donde han ido en coalición y han conseguido grupo parlamentario como tal, estas coaliciones trabajarán en el Congreso como grupos independientes de Podemos (Cataluña y Valencia).
Podemos necesita retomar algunos elementos
Además, apuntábamos, necesitan estos cuatro años para organizarse hasta llegar a los últimos rincones del estado español y fuera, fortaleciendo al mismo tiempo lo que ya han construido.
Por otra parte, la forma horizontal que tenía en los comienzos no ha sido siempre respetada por el equipo que salió elegido en Vistalegre, pese a que desde las gradas les repetían y repetían que tuvieran en cuenta a las bases. Entendemos la urgencia del momento pero Podemos se ha ido verticalizando, como dijéramos en su momento, y esto es peligroso.
Entre la gran mayoría de los militantes esto ha sido motivo de disensiones pero, pese a los momentos de dudas, a las críticas internas, han apostado por el mensaje lanzado por los Iglesias, Errejón, Monedero, etc. “después del 20D hablamos”.
Ha llegado el momento de hablar, retomar y demostrar que están interesados en otra forma de hacer política, una forma horizontal y asamblearia que responde al espíritu del 15M, en cuyo nombre hablan. Y, de paso, aprovechar para posicionarse desde la no violencia, como tan claramente se definía el movimiento de los indignados o se declara la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
Necesitan tiempo también para sobrepasar la improvisación y articular la base del partido, tratando de incluir a los “diferentes” y críticos porque eso les enriquecerá, poniendo una condición mucho más diversa, no discriminatoria e inclusiva, eliminando –de este modo también- las críticas de quienes dicen que han buscado apoyarse únicamente en los “seguidistas”, alentando indirectamente a los oportunistas (inevitables, por otro lado).
Podemos ha de volver a las plazas y las calles o corre el riesgo de desconectarse de la realidad cotidiana de la gente y de los colectivos que le han ido aupando hasta donde ha llegado.
Millones de ojos miran a España y a Podemos –dentro del fenómeno más amplio de una nueva forma de hacer política- como un referente para todo el planeta. Esperemos que el partido de Pablo Iglesias responda a estas expectativas.
Podemos tiene ante sí un reto histórico. Ojalá que esté a la altura de las circunstancias y que, con actitud de servicio a la causa del ser humano del futuro, se abra a nuevos paradigmas y a la búsqueda del trabajo en común sin prejuicios y con todos aquellos que apuntan a ese nuevo horizonte.