El pasado 12 de noviembre se hizo público el estudio Don’t Bank on the Bomb producido por PAX. El informe permite que se tenga un cuadro instantáneo y apropiado de quién produce armamento nuclear a escala mundial y de quién sostiene y financia tales productos.
Los estudios, la investigación y las entrevistas de los autores y de varios colaboradores de Don’t Bank on the Bomb 2015 han identificado que son 26 las empresas cuyas actividades tienen que ver con la producción, el mantenimiento y la modernización de arsenales nucleares. Estas empresas se encuentran en Francia, India, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos:
Walchandnagar Indutries, Thales, Textron, Serco, Safran, Raytheon, Orbital ATK, Northrop Grumman, Moog, Lockheed Martin, Larsen&Toubro, Jacobs Engineering, HunOngton Ingalls Industries, Honeywell International, General Dynamics, Fluor, Finmeccanica, Engility, CH2M Hill, Boeing, Bechtel, BAE Systems, Babcock &Wilcox, Airbus Group, Aerojet Rocketdyne, Aecom.
Si existe una producción de armas nucleares, existe también quien financia a los productores. Excluyendo de esto a aquellos estados como Rusia, China, Pakistán y Corea del Norte que administran directamente y que utilizan el presupuesto público para tal producción. Con lo que respecta a los demás, de acuerdo a lo que se dice en el informe, se trata de instituciones financieras como bancos, fondos de pensión y de inversión y compañías aseguradoras.
El estudio pone de manifiesto, de esta manera, que 382 instituciones financieras que, desde enero de 2012 hasta agosto de 2015, han financiado el negocio del armamento nuclear mediante la adquisición de capital en acciones y/o de obligaciones o mediante préstamos por montos superiores a los $493 billones.
Entre estas, 238 tienen su sede en Norte América, 76 en Europa, 59 en el sudeste asiático, 9 en el Medio Oriente. Entrando más en detalle, el informe muestra como en el top 10 de los inversionistas figuran tres instituciones estadounidenses: Capital Group, State Street y Blackrock (con más de $209 billones invertidos en empresas que se dedican a producir armamento nuclear), por su parte, en Europa, las mayores inversiones provienen de BNP Paribas (Francia), Royal Bank of Scotland (R.U.) y Crédit Agricole (Francia). En el sudeste asiático, finalmente, entre los mayores financiadores de la industria de las armas atómicas figuran Mitsubishi UFJ FInancial (Japón), Life Insurance Corporation (India) y Sumitomo Mitsui Financial (Japón).
Por otra parte, al enfocarse en Italia, son notables 11 bancos o grupos bancarios que desvían los ahorros de sus clientes, más de 4.5 miles de millones de dólares, en inversiones con las cuales financian a los productores de armamento nuclear: Anima, Banca Intesa San Paolo, Banca Popolare dell’Emilia Romagna, Banco di Monte dei Paschi di Siena, Banco Popolare, Banco di Sardegna; Banco Popolare di Sondrino, Gruppo Carige, Gruppo BPM, UBI Banca, Unicredit.
Quienes están a la cabeza de esta lista son San Paolo y Unicredit con un poco más de 3 mil millones de dólares usados para financiar a las empresas que se dedican al negocio de las armas nucleares contra un 1.6 miles de millones que todos los otros 9 bancos reúnen. Las principales sociedades sostenidas financieramente por parte de Intesa y Unicredit son Honeywell International, la Northrup Grumman, el grupo Airbus y Boeing y también Lockheed Martin además de Finmeccanica. Todos los once bancos del país sostienen financieramente a Finmeccanica, como una muestra del fuerte y peligroso vínculo instituido entre las empresas que son propiedad estatal (32%), el sistema bancario y la industria bélica. Por el contrario, de acuerdo con Don’t Bank on the Bomb, Finmeccanica invierte más de 12 millones de dólares en armas nucleares, exclusivamente.
También cabe prestar atención a aquello que podría definirse como un primer cambio de tendencia y, por consiguiente, una nota positiva que emerge de la confrontación con el informe de 2014. El estudio que se publicó recientemente muestra, de hecho, un cambio de dirección de al menos 53 instituciones financieras que, con respecto al año pasado, prohíben o limitan las inversiones a productos que guarden relación con el negocio del armamento nuclear, mientras, tomando en cuenta al año pasado una vez más, son 29 las instituciones que han dejado de invertir.
Si bien se trata de datos no exhaustivos debido a la reserva y la dificultad de hallar información, el informe, por mérito de la dedicación de sus autores, permite que se perciba un mejor panorama y que se haga una actualización con respecto a lo más absurdo e insensato que vive la época moderna. Datos parciales, pero dramáticamente elocuentes.
Solo pensar cuántos problemas sociales podría combatirse y vencerse con un esfuerzo financiero de igual medida pero dirigido, más bien, a la humanidad, a la lucha contra el hambre, a la malnutrición, a aquellas enfermedades que tienen cura, a la protección de los derechos humanos, a la dignidad humana, a la protección del ambiente y del territorio.
Sin embargo, aquello que parecería una cuestión de sentido común le cede el paso a la crueldad y a lo ilógico del género humano. Y es así como, por una parte, no existe, a nivel mundial, ninguna prohibición o ley internacional que prohíba la elaboración de armamento nuclear, como categoría perteneciente a la de las armas de destrucción masiva. Por otra parte, resulta perturbador pensar que lo que se ha ilustrado hasta ahora tenga que ver con solo una parte de la producción mundial de armas y armamento, y esta es la producción nuclear. Una industria como la de las armas que no solo es prolífera pero también es cruel, que ahora de manera más clara y evidente, y que cuenta con la complacencia de la clase dirigente internacional, tiene en sus manos la suerte de la humanidad entera.
Del mismo modo, resulta reconfortante pensar que haya aparecido una luz de esperanza notificada en el informe de los cambios de dirección y un mejor compromiso ético dentro de los circuitos financieros. Ciertamente, las instituciones financieras podrían jugar un papel diverso y relevante en el contexto social y contribuir a cerrar los grifos de los flujos financieros hacia las empresas productoras de armas en general. El camino parece ser largo y lento todavía.
Pero esto no es suficiente, porque se requiere que se siembre una conciencia distinta en la gente y, así, que pueda comprender que nosotros, ciudadanos, la sociedad civil, sí, que cada uno de nosotros, hoy, en mérito de lo que ocurre con las armas, que no es una mera apariencia y menos aún una figura marginal, sino todo lo contrario, cada uno con las elecciones que realiza a diario, puede jugar un papel decisivo en la lucha a favor de la vida de nuestra humanidad y de nuestro planeta.
La única garantía de que las armas nucleares no dañen a nadie es que se las elimine.
Traducido al español por: Jessica Caicedo