Por La Garganta Poderosa
Hoy, de repente, descubrimos «el diálogo con la gente” y vimos consensuar a Gendarmería, en plena Revolución de la Alegría, ante la cordialidad de los medios más tolerantes, que tuvieron la libertad de tirarle mierda a 5000 laburantes, para enjuagar la represión con carros hidrantes. Alto aporte a la “paz social”, perder balas y meter palos para evitar un corte parcial. ¿Pero no traería menos quilombos poder resolver el conflicto sin bombos, sin rispideces y sin estar alterando “la libre circulación”? Eso hicieron durante meses, pero los dueños de la información omiten recordar siempre las gestiones agotadas: fueron a laburar en noviembre y encontraron las puertas cerradas. Desde entonces, vienen gritando en todos lados, cada día, por los sueldos adeudados y por la continuidad de la compañía, “RASIC HERMANOS”, que se sigue lavando las manos hasta ahora. Pues señor, señora, ¿para qué interpelar empresarios, si se puede demonizar a los operarios de Cresta Roja, diciendo la bosta que se les antoja, una y mil veces, por todos los televisores? Dejen de hablar boludeces y escuchen a los trabajadores.
Miguel Ángel Sánchez:
«Este reclamo por nuestra fuente de laburo, no es sólo nuestro, sino de todas nuestras familias, que no tienen para comer».
Carlos Figueroa:
«Estamos a la deriva total. La empresa no da respuesta y, mientras los empresarios están de vacaciones, nosotros estamos resistiendo los palos de Gendarmería».
Hugo Morales:
«Acá no queremos comprar dólares, ni mucho menos viajar al extranjero: queremos que incorporen a los 5000 operarios despedidos injustamente».
Oscar Duarte:
«Daremos pelea, porque no vamos a permitir que dejen a todas nuestras familias en la calle. Y ojalá se acabe esta indiferencia social, frente a los que menos tienen».
Diego Chávez:
«Basta de tanta impunidad. ¿No piensan que nuestros hijos sufren las consecuencias de marginarnos así?».
Leonardo Chávez:
«Ojalá Patricia Bullrich no intente robarnos la dignidad que nos queda, como hizo con los jubilados. Nosotros somos laburadores honestos y no eso que dicen algunos medios».
Cristian Moscovitch:
«Yo tengo que luchar y poner el pecho ante las balas para defender mi fuente de laburo, porque es la única entrada que tengo para mi familia».
Darío Cristaldo:
«Macri dijo que estos reclamos justos se solucionarían en 5 minutos. Lo que no dijo era que sería con sus gendarmes, reprimiéndonos como si fuéramos animales».
Carlos Mansilla:
«Tengo una impotencia muy, pero muy grande… Me acaban de moler a golpes tan sólo por reclamar que me paguen mi sueldo».
Antonio Medina:
«El presidente tiene que hacerse cargo, ante este reclamo. Queremos que nos paguen nuestros sueldos adeudados, para por lo menos tener una cena en estas fiestas».
Miguel Ángel Villegas:
«La represión fue brutal. Yo estaba tomando mate y, sin motivo alguno, me dieron por todos lados, en la espalda, en los brazos, en las rodillas…».
Carlos Galarza:
“El peor modo de imponer el machismo se vio acá; cagaron a palos a todas las mujeres… ¿Dónde quedó la promesa de ‘ayudar a los trabajadores argentinos’?».
Héctor Herrera:
«Venimos dando pelea por un salario digno desde hace más de un año. Y Macri prometió que lo resolvería con diálogo, pero ahora todos somos testigos de sus mentiras: están criminalizando la protesta social, mientras reprimen un reclamo que saben muy justo».