Mientras más altura se alcance, un reloj corre más rápido. A esto lo llamamos dilatación del tiempo gravitacional.
Si tomamos en cuenta la teoría de la gravedad de Newton, la precesión de las órbitas se produce en una manera que no es la esperada. (Esto se ha evidenciado en la órbita de Mercurio y en pulsares binarios).
Los rayos de luz se doblan ante la presencia de un campo gravitacional; la luz deja de seguir en dirección recta y se dobla al atravesar una gran masa, tal como el sol o un planeta grande.
Las masas giratorias “arrastran” el espacio-tiempo alrededor de ellas; un fenómeno denominado “arrastre de marco”. Por tanto, se puede decir que el espacio no es estático o inmóvil, sino que éste también se dobla alrededor de masas de gran tamaño.
El universo se encuentra en proceso de expansión y sus partes más distantes se alejan de nosotros más rápido que la velocidad de la luz.
Tal afirmación la explica la Relatividad General y ha sido corroborada experimentalmente. Además de la famosa ecuación E = mc2, que ya se explicó en 1905 y que muestra que la energía y masa son equivalentes y transmutables, Einstein creó una revolución en cuanto a la manera en la que vemos y concebimos el universo.
Las predicciones en cuanto a los agujeros negros también han sido comprobadas, sin embargo la relatividad no se conjuga muy bien con la Mecánica Cuántica; la otra revolución en cuanto a la manera en la que concebimos el universo en relación al mundo subatómico. En la actualidad, la búsqueda por una teoría unificada es el Santo Grial de la Física.
Mientras tanto, la aplicación práctica más directa y moderna de las teorías de Einstein ha transformado nuestras vidas cotidianas con el uso del GPS (Global Positioning System).
La vida de Einstein se vio profundamente afectada por las dos Guerras Mundiales del siglo XX. Estuvo inmerso en la primera guerra a la vez que la Relatividad General estaba en desarrollo y, dado que Einstein era judío, tuvo que emigrar de la Alemania nazi en el periodo previo a la segunda guerra. Como no es de sorprenderse, fue un pacifista firme, comprometido (aunque apoyó el derecho de autodefensa) y activo en varias organizaciones y campañas enfocadas en la paz. Además, firmó el Manifiesto Bertrand Russell – Albert Einstein, el cual iba en contra de las armas nucleares en 1955, unos cuantos días antes de su muerte.
Traducido al español por: Karen Cañizares