Por Aurora Marquina*

Ayer me desperté con la terrible noticia de lo ocurrido en París, noticia triste, no sólo para los familiares y amigos de los que han partido sino para todo aquel que se reconozca como ser humano.

Quede por delante que estoy en contra de cualquier tipo de violencia por inocua que parezca, venga de quien venga, aunque sea de mi misma.

Lo ocurrido en Francia, país europeo me hace de nuevo reflexionar. Lo acaecido en París es llamado, por países muy bien amaestrados como los europeos, América del norte, etc., junto a millones de personas igualmente bien amaestradas, TERRORISMO. Sin embargo, los actos que ellos están cometiendo que se traducen en el asesinato de miles de cientos de seres humanos, como está ocurriendo actualmente en Siria, Irak, Sierra Leona, Líbano, etc., NO son tachados de TERRORISMO.

Así pues tenemos dos tipos de terrorismo:

1-El oficial, el «terrorismo reconocido» por las constituciones de los países y que se presenta como salvacionista, en algunos casos de origen divino, como si el hecho de la guerra viniera dictado por sus dioses. Esto les da derecho a masacrar a las poblaciones de aquellos países que Ellos consideran execrables, bárbaros, no civilizados o “fanáticos” de alguna religión que no es en la que Ellos creen.

2-El «terrorismo no-reconocido», que son los actos violentos realizados por países o personas que sienten gran desprecio u odio por los otros.

Estos son terroristas; pero los que someten a tortura -léase Guantánamo u otros prisioneros, como los que han sido degollados ante las cámaras de T.V de todo el mundo- esas acciones no son consideradas como terroristas por sus respectivos bandos. Pero ¡¿Qué es esto?!.

Mientras no haya un reconocimiento por parte de los integrantes tanto del terrorismo reconocido, como del terrorismo no-reconocido de que las herramientas violentas que utilizan para resolver los problemas no conducen más que a la muerte física, moral y espiritual del ser humano, seguiremos viviendo en la prehistoria de la humanidad.

Creo que es hora de que trabajemos juntos por la RECONCILIACIÓN de todos los seres humanos y desde esa nueva situación, desde esa sentida intención de la conciencia, seremos capaces de avanzar en la justicia social, dejando la venganza y los castigos como piezas de una historia humana y no como herencia de futuro para las nuevas generaciones.

 

Aurora Marquina es doctora en Antropología política y activista humanista.