El gobierno de Sierra Leona prohibió en abril que las jóvenes «visiblemente embarazadas» asistan a clase con sus compañeras por su «impacto negativo».
A finales de este mes se celebran los exámenes de acceso a la educación secundaria, y las jóvenes embarazadas no pueden presentarse.
Amnistía Internacional recoge testimonios de menores que denuncian que sus profesoras examinaron sus pechos y vientre para comprobar si estaban embarazadas.
Por Laura Olías para Desalambre
Khadi, de 16 años, descubrió que estaba embarazada y supo que todo iba a cambiar. «Me sentí mal porque soy la hija mayor y era la esperanza de mi madre porque era muy buena en el colegio». Habla en pasado de sus cualidades como estudiante por una antigua práctica, avalada por el Gobierno en abril de este año, que prohíbe a las chicas «visiblemente embarazadas» asistir a clase con el resto de sus compañeras y presentarse a sus exámenes. Las próximas evaluaciones que permiten acceder a la Secundaria y a otros estudios superiores son a finales de este noviembre.
Amnistía Internacional ha dedicado a la exclusión educativa de las jóvenes embarazadas el informe ‘Shamed and blamed: Pregnant girls’ rights at risk in Sierra Leone’ en el que denuncia la estigmatización de las chicas y las secuelas que puede acarrear esta situación en el futuro de las jóvenes. Sierra Leona es un país en el que el 48% de las mujeres entre los 14 y los 25 años son analfabetas, según las estadísticas de Unicef.
La exclusión de las chicas embarazadas de las aulas era una práctica recurrente pero este abril recibió el respaldo del gobierno del país. El Ministerio de Educación prohibió a las chicas «visiblemente embarazadas» asistir al colegio con sus compañeras porque son «una mala influencia» para el resto, llegó a decir el ministro de Educación, Minkailu Bah.
En una carta del Ministerio, las autoridades desarrollaron en abril sus argumentos: «Las chicas tienen permitido ahora continuar su educación después de dar a luz a sus bebés» y que tienen acceso a «servicios prenatales». «Si se permite a las chicas embarazadas ir al colegio, hay más probabilidades de que que más niñas se queden embarazadas», reza la misiva que cita un estudio de Unicef mal referenciado, indican en la agencia de la ONU a eldiario.es.
El gobierno indica que la presencia de las chicas embarazadas puede tener un «impacto negativo en la habilidad para concentrarse y participar en clase, las expone a la mofa de sus compañeras y mina los estándares éticos requeridos en nuestras instituciones educativas». Ese argumento de protección a las menores y del ‘estigma’ que padecen por estar embarazadas cala en algunos docentes, como muestra un reportaje de CTCV Africa, en el que un maestro indica que «la tradición no permite» que las adolescentes embarazadas reciban clase con el resto de sus compañeras por las burlas que pueden recibir.
«Excluir a las niñas embarazadas de las escuelas regulares y prohibirles presentarse a pruebas académicas cruciales es discriminatorio y tendrá consecuencias desastrosas. La educación es un derecho, y no algo que los gobiernos puedan quitar arbitrariamente como castigo», declaró Sabrina Mahtani, investigadora de Amnistía Internacional sobre África Occidental. Todo el discurso y la propia medida estigmatiza y culpa a las menores por haberse quedado embarazadas, critica la ONG.
En las entrevistas del informe, varias chicas indicaron que, si pudieran, les gustaría asistir a la escuela con sus compañeras. Algunas estudiantes que no están embarazadas expresan su malestar por que algunas chicas sean expulsadas: «Cuando me presenté al WASSCE (examen necesario para acceder a la universidad) en 2014 muchas chicas no pudieron hacerlo porque no habían hecho sus exámenes de BECE. El gobierno lanza una política pero no provee de planificación familiar», afirma una estudiante en el informe.
Violación de la intimidad de las jóvenes
Amnistía Internacional ha documentado que en algunas escuelas esta prohibición ha dado lugar a «un trato humillante y degradante a las niñas». El informe documenta, con el testimonio de niñas, periodistas y expertos locales, que se ha sometido a niñas a registros y exámenes físicos degradantes.
Una chica de 18 años entrevistada por la organización en junio de este año explicó uno de estos exámenes. «Las profesoras nos dijeron a todas las chicas que seríamos examinadas porque las niñas embarazadas no tenían permitido presentarse a los exámenes. Hicimos una cosa y fuimos verificadas. Nos tocaron los pechos y el estómago para ver si estábamos embarazadas. Otras chicas tuvieron que hacer análisis de orina».
La ONG denuncia que, aunque estas exploraciones no son parte de la política del gobierno, pero son prácticas «ampliamente conocidas» y pide una prohibición expresa de que se dispense a las niñas este trato humillante y degradante.
El ébola aumentó los embarazos tempranos
En estos días Sierra Leona celebra el fin de la epidemia de ébola, que infectó a unas 14.000 personas – el más afectado en número de contagios– y que se ha cobrado 3.955 vidas. Es hora de mirar hacia adelante y en Amnistía Internacional señalan que, en el camino, están dejando abandonadas a estas chicas.
Varios estudios, de Naciones Unidas y diferentes ONG internacionales, registraron un aumento de las agresiones sexuales a las mujeres y de los embarazos de adolescentes. Durante la epidemia, el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) para el Desarrollo constató un aumento de los embarazos de 65% en algunas comunidades de la región oriental del país. Otra investigación de Save The Children, Plan Internacional y World Visión con grupos de discusión formados por niñas y jóvenes también registró un aumento en un 44% de los encuentros.
La suspensión de las escuelas, la falta de adultos responsables (en algunos casos debido a la enfermedad y la falta de información prenatal y diferentes servicios paralizados en el país expusieron a las niñas a situaciones de riesgo.
Clases especiales para embarazadas
La presión de varias organizaciones locales e internacionales consiguieron que el gobierno diera el visto bueno a finales de octubre unas «clases alternativas», indica el informe debido a la presión de organizaciones nacionales e internacionales. Durante seis meses, desde la prohibición de abril, las jóvenes embarazadas no tuvieron acceso a ningún recurso educativo, recuerdan en Amnistía.
A este programa «alternativo», en el que participa Unicef entre otras organizaciones humanitarias, se han acogido unas 3.000 alumnas embarazadas según las cifras oficiales. Amnistía Internacional considera que esta opción no es la más adecuada porque la separación forzosa estigmatiza y, además, no se les permite «presentarse a las pruebas académicas».
Con los exámenes a la vuelta de la esquina, la ONG exige que tumbe esta prohibición para las menores embarazadas y que estas clases diferenciadas sean una «opción voluntaria» y no impuesta a las chicas. Khadi, embarazadas de nueve meses en el momento de la entrevista, deja ver signos de ilusión. «Tengo la convicción y la esperanza de ser abogada».