Ricardo Brodsky, director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile, asegura que la reconciliación solo será posible cuando “los terroristas pidan perdón por lo que han hecho. Mientras llega ese momento hay que aprender a convivir, cada uno con sus tragedias”.
Por Eduardo Azumendi para eldiarionorte.es
Para Ricardo Brodsky, director ejecutivo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile, la paz es “continuar la guerra, pero con medios más civilizados”. Eso es lo que está ocurriendo, a su juicio, en Chile y también en Euskadi. “No es posible la reconciliación mientras la parte que ha provocado el daño no pida perdón”. En Chile han tenido que pasar 20 años para que el relato de las víctimas se imponga sobre el de la dictadura, pero aun así, la reconciliación “sigue lejos”. Brodsky ha participado en el XIII Seminario de la Fundación Buesa explicando la manera en la que Chile está metabolizando la tragedia que sufrió con la dictadura.
¿La memoria garantiza la paz?
No sé si la garantiza, pero sin memoria es muy difícil que haya paz. Es muy importante reconocer lo que ocurrió, las comunidades que sufrieron el terrorismo. Y extraer lecciones para las nuevas generaciones. Las cuentas del pasado no pueden ser reparadas sin la verdad y la justicia. Pero ambas precisan de la memoria, que es una forma de hacer justicia. La memoria es una parte, pero hay que seguir con todo lo demás, como el proyecto educativo.
Usted habla de una verdad, en Euskadi algunos manejan varias.
Mire, la verdad es el relato que se contrapone al relato que trata de falsear los abusos de los derechos humanos. El objetivo de ese relato debe ser desmontar la maquinaria de la mentira, identificar y reconocer a las víctimas y devolverles la dignidad. Negar la verdad convierte a las víctimas en fantasmas, les provoca resentimiento y puede conducirles a la violencia.
Pero la memoria no garantiza la reconciliación.
La reconciliación depende de que haya arrepentimiento por parte de los terroristas. Si no piden perdón nadie puede otorgárselo. El perdón se lo das a alguien que reconoce su error. Entonces hay una justicia restauradora que permite la reconciliación. Sin esa disposición de ánimo es imposible hablar de reconciliación.
¿En Chile se ha logrado?
No. Es que en Chile no se usa la palabra reconciliación porque se volvió contra las propias víctimas. Se les exigía la reconciliación en un clima de impunidad, donde no se pedía perdón. Aún estamos lejos de conseguirla.
¿Cree que hay alguna opción en el caso de Euskadi?
Hasta que los terroristas no pidan perdón no será posible. Mientras llega ese momento hay que aprender a convivir, cada uno con sus tragedias, pero concediendo cierta flexibilidad.
Con el tiempo, en Chile se ha impuesto el relato de las víctimas de la dictadura. Peor ha sido necesario mucho tiempo.
Así es. Han sido necesarios 20 años para imponer el relato de las víctimas sobre el de la dictadura. Es la batalla ideológica y cultural por el relato. La paz, de alguna forma, es la continuación del conflicto, pero por otros medios más civilizados, como los culturales. El conflicto sigue vivo tanto en Chile como en Euskadi. En el País Vasco ha pasado poco tiempo desde el cese de ETA, apenas cuatro años.
¿Estamos asistiendo a una especie de industria de la reconciliación, con proliferación de documentales y memoriales? ¿Se puede estar produciendo un efecto más turístico que reeducaitivo?
En el caso del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos de Chile la apuesta está resultando exitosa . Nuestro público en un 80% está compuesto por menores de 25 años, estudiantes que van con sus profesores. Forma parte de su educación, lo que sirve para revalorizar los consensos democráticos en la sociedad chilena.