Par Claudie Baudoin
Introducción
Hablar y pretender actuar con la metodología de la no violencia activa en este tiempo convulsionado, violento, y desesperanzado, podrían parecer utópicos, sin embargo puede ser muy pertinente por la necesidad cada vez más evidente que se advierte por todos lados de nuestro planeta.
“Estamos en crisis”, se escucha por todos lados. No me puedo resistir a empezar citando a nuestro amigo el Dr Salvatore Puledda diciendo ya en el año 1997, en una conferencia titulada “El ser humano a las puertas del nuevo milenio”:
“No se trata de una crisis parcial, limitada a algún sector en particular de la sociedad como podría serlo el de la política, la economía, el arte o la vida religiosa, sino de una crisis estructural y global. Y no habrá de quedarse confinada en Occidente sino que se va extender a todas las culturas, a la civilización humana en general. Pero, tal crisis no debería ser interpretada en sentido trágico. La crisis representa el agotamiento de un momento de proceso, el fin de una condición, y anuncia una transformación radical, aunque difícil y tortuosa, de la civilización humana, pero, no obstante los peligros y las amenazas que implica, corresponde a un crecimiento, a un avance del ser humano. La crisis se produce porque el ser humano ha dado grandes pasos hacia adelante pero nada de lo logrado lo satisface plenamente.”[1]
Entonces, a quienes afirman que “la violencia y las guerras siempre existieron, existen y existirán”, les respondemos que ese aforismo deriva de una visión naturalista del ser humano que no compartimos. Si miramos la historia humana como proceso, se nos hace patente que en ella hay una dirección hacia la no-violencia.
Primera parte: Concepción del ser humano – Intencionalidad
¿Qué define a lo humano?
“Lo define la reflexión de lo histórico-social como memoria personal. Todo animal es siempre el primer animal, pero cada ser humano es un medio histórico y social y es además, la reflexión y el aporte a la transformación o inercia de ese medio.”[1]
Para la interpretación naturalista, la conciencia humana es esencialmente pasiva y está anclada al pasado: es reflejo del mundo externo y su futuro es actualización determinista del pasado. Esta interpretación no deja espacio alguno para la libertad humana.
La conciencia humana no es un reflejo pasivo deformado del mundo material, sino que es fundamentalmente actividad intencional, actividad incesante de interpretación y reconstrucción del mundo material y social. El ser humano, si bien partícipe del mundo natural en cuanto posee un cuerpo, no puede ser entendido como un simple fenómeno zoológico, no tiene una naturaleza, una esencia definida, sino que es un «proyecto» de transformación del mundo material y de sí mismo.[2]”
Por consiguiente, la conciencia es fundamentalmente poder-ser, es futuro, superación de lo que el presente nos entrega como «hecho». En esta reconstrucción del mundo externo y en este salto hacia el futuro reside la libertad constitutiva de la conciencia: libertad entre condicionamientos, sometida sí a la presión del pasado, pero, de todas formas, libertad.[3]
Y esto de que nos sirve?
Nos sirve para entender de dónde surge el motor de ese continúo hacer y deshacer que llamamos Historia.
La raíz de la dinámica histórica está en la lucha de los hombres contra el dolor físico y el sufrimiento mental. El dolor es del cuerpo y proviene de la hostilidad de la naturaleza —que el hombre combate a través de la ciencia— el dolor es también la violencia con la que algunos hombres tratan de anular la intencionalidad y la libertad de otros hombres. La violencia no es sólo física; puede también asumir las distintas formas de la discriminación: racial, sexual, religiosa, económica, que producen, además de dolor, sufrimiento mental.
La violencia física no es un hecho «natural» es el resultado de intenciones humanas. Del mismo modo, la violencia económica no es un hecho «natural», se ejerce por medio de innumerables mecanismos legales y que hoy se justifica por las así llamadas leyes de mercado. Tanto en economía como en política no existen leyes naturales, existen sólo intenciones humanas.
Si la violencia y la discriminación son expresiones de intenciones humanas, es también posible un acto libre de oposición a ellas. Entonces la no violencia se manifestará en el ser humano en la medida que éste comprenda su absoluta necesidad para la evolución del individuo y de la especie.
La No Violencia, es algo que viene de antiguo, se formaliza en el Ahimsa, hace 2.500 años, pero viene de mucho más atrás, puede venir desde hace 100.000 años, es parte de lo que viene con el ser humano y que no se ha podido plasmar, porque es algo que estaba muy lejos todavía de la conciencia del homínido. La No Violencia es algo que viene de los inicios del ser humano. Tiene que ver con el Si y el No que se mezclan en el ser humano. A veces cobra fuerza una línea y a veces la otra.
Observemos un instante la línea del “No”…
Los antepasados humanos, gracias a la primera “ciencia” del fuego cambiaron totalmente sus condiciones de vida; ganaron luz, calor, otro tipo de comida, protección contra los animales peligrosos, y el fuego se transformó en un centro de poder. Empezaron las luchas para poseer ese fuego que cambiaría sus condiciones de vida.
Más adelante el hombre supo cómo producir el fuego… Nunca más se asustaría cuando el fuego se apagaba porque aprendió a revivirlo. El hogar reunió a la familia; otra manera de vivir empezó; el manejo del fuego llevó a la producción de objetos cada vez más elaborados… y los hombres empezaron a defender sus bienes o acaparárselos con violencia.
Aprendió a aumentar la temperatura en los hornos. Fundió los metales, fabricó herramientas y muy pronto estas se convirtieron en armas eficaces con las que empezó sus conquistas en el amplio mundo todavía desconocido. Con el dominio de altísimas temperaturas llegó a la energía nuclear, repitiendo la misma película que vemos desde la prehistoria, amenazando pueblos, países, armando chantajes y juegos de poder.
La libertad ha permitido que algunos se apropien ilegítimamente del todo social, es decir, que nieguen la libertad y la intencionalidad de otros.
Es la vía del NO, la que nos obliga como especie a reconocer: “Hemos masacrado y esclavizado a pueblos enteros, hemos atestado las cárceles con gentes que pedían libertad, hemos mentido desde el amanecer hasta la noche… hemos falseado nuestro pensamiento, nuestro afecto, nuestra acción. Hemos atentado contra la vida a cada paso porque hemos creado sufrimiento”[4]
Observemos la línea del “Si”
Los antepasados humanos, gracias a la primera “ciencia” del fuego cambiaron totalmente sus condiciones de vida; dando lugar, con la energía libre ganada, a las primeras agrupaciones humanas, los hogares y con ello al despliegue de nuevos sentimientos y experiencias, ampliando notablemente su capacidad emotiva. Formando familias, se aprendió a amar al otro, y al mismo tiempo se desarrolló una inventiva, una creatividad nunca visto en un ser vivo.
Más adelante, con los primeros centros urbanos, se desarrolló la transformación de la materia, la escritura, etc. y con el paso del tiempo, continuó la proyección exterior de las búsquedas internas, ampliándose el centro intelectual… Mientras se investigó el mundo, tratando de entenderlo, se aprendió a proteger y a curar a los demás. Y así el ser humano avanzó en su conquista científica, en su conquista de la naturaleza, en su desarrollo.
Ahora bien. Yo como individuo, siendo parte de la especie humana, puedo elegir entre situaciones, diferir respuestas, imaginar mi futuro. Puedo negarme a mí mismo y negar a otros (línea del no) o elegir la solidaridad, la amistad, el compromiso en una lucha para una sociedad más justa (línea del sí).
¿Pero qué justifica mi elección? ¿Por qué una opción o la otra cambiaria mi evolución y la evolución del ser humano?
Segunda parte: Psiquismo del ser humano – Acción valida
No se puede hablar del proceso humano sin tratar de entender como evoluo su psiquismo Seria demasiado extendido desarollar su functionamiento completo pero podemos considera eso : Los estimuli llegan a la conciencia por medio de los sentidos externos e internos. La conciencia estructura dichos estimulos con datos de memoria, formando una representacion. Esa imagen es la que mueve respuesta en el mundo por el medio de los centros de respuesta (vegetativo, motriz, emotivo, intelectual).
En términos de evolución, tomamos el ejemplo del aparato de los centros de respuesta: desde luego no se puede aislar de los otros elementos constitutivos. Pero usemos ese subterfugio para concentrarnos en la conducta humana.
Los antepasados humanos conocieron una muy larga etapa de desarrollo del centro vegetativo (adaptarse al mundo natural); con lo postura de pie se desarrolló notablemente el centro motriz, lo que cambio totalmente su estilo de vida, abriéndolo al mundo (veía más lejos ¡!)… Es con la aparición de las agrupaciones humanas, es decir, con el Fuego, el hogar, el juntarse entorno del fuego, que se desarrolló el centro emotivo (El científico Yves Coppens afirma que en esa etapa aparece la risa). El ser humano había logrado energía libre; se ve en las paredes de las cavernas y mucho más adelante en las primeras tablas de arcilla en Mesopotamia el testimonio de abstracciones plasmadas afuera del hombre, en el mundo externo., por fin logró que toda su energía no la utilizara sólo para sobrevivir
Destacamos acá que los centros no “aparecen” siguiendo un orden de aparición. Están ya. Se activan en un determinado momento: cuando hay energía libre. Un individuo no puede aprender a leer si se muere de hambre ¡Pero si sus condiciones de vida lo permiten, va aprender a desarrollar todos los centros de respuesta… y obviamente los otros aparatos del psiquismo, desde luego la conciencia, coordinadora del psiquismo.
Hundido en un mundo violento, ¿cómo tendría energía suficiente para activar nuevas funciones para las cuales está equipado?
“El ser humano en su desarrollo, va encontrando resistencias. Y al encontrar resistencias se fortalece y al fortalecerse integra dificultades y al integrarlas las supera. Y entonces todo este sufrimiento que ha ido surgiendo en el ser humano en su desarrollo, ha sido también un fortalecimiento del ser humano por encima de ello.
Nosotros no aspiramos al sufrimiento. Nosotros aspiramos a reconciliarnos incluso con nuestra especie, que tanto ha sufrido, y gracias a la cual nosotros podemos hacer nuevos despliegues. No ha sido inútil el sufrimiento de generaciones y generaciones que han estado limitadas por esas condiciones. Pero es claro que nosotros no aspiramos, como seres humanos, a seguir sufriendo, sino a avanzar sobre esas resistencias integrando un nuevo camino en este desarrollo.”[5]
¿Con qué contamos hoy para integrar este nuevo camino?
Buscamos la coherencia, haciendo converger lo que pensamos, sentimos y hacemos. Si actuamos de manera coherente con lo que pensamos y sentimos, vamos a crear unidad interna, lo que da fuerza y alegría. Hay acciones que tal vez muy pocas veces hayamos realizado en nuestras vidas. Son acciones que nos dan, además, registro de que algo ha mejorado en nosotros, cuando hemos hecho eso. Y son acciones que nos dan una propuesta a futuro, en el sentido de que si pudiéramos repetirlas, algo iría creciendo, algo iría mejorando. Unidad, sensación de crecimiento interno, y continuidad en el tiempo son los registros de la acción válida.
Contamos con los principios de la acción válida, también llamados principios de la acción no violenta, y dentro de ellos, con un principio mayor, conocido como La Regla de Oro. Este principio dice así: «Trata a los demás como quieres que te traten.» Este principio no es cosa nueva, tiene milenios. Ha aguantado el paso del tiempo en distintas regiones, en distintas culturas. Es un principio universalmente válido. Se ha formulado de distintas maneras; diciendo algo así como: «No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti». O bien: «Ama a tu prójimo como a tí mismo». No es exactamente lo mismo que decir «cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas». Pero desde antiguo se ha hablado de este principio en su esencia. Es un principio universal, el más grande de los principios de la acción válida.[6]
Lo que se hace patente acá es lo siguiente:
“No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida, sometida a leyes, está expuesta ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso. No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, “lo que se debe hacer” no depende de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz, de evolución”[7].
Tercera parte: Perspectivas hacia el futuro – Lo Profundo
Todo eso nos lleva a preguntarnos sobre las perspectivas a futuro que tiene el ser humano.
Necesariamente, aquellos que han reducido la humanidad de otros han provocado con eso nuevo dolor y sufrimiento reiniciando en el seno de la sociedad la antigua lucha contra la adversidad natural. Por esto, necesitamos humanizar el mundo, es decir: salir de la objetivación para afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda revolución y todo cambio. Por consiguiente, no basta con la denuncia o aun la presión de las condiciones oprimentes para que se ponga en marcha el cambio, sino que es necesario advertir que tal cambio es posible y depende de la acción humana.
¿Bastará saber que el cambio es posible? ¿Bastará la no-violencia como metodología de acción, como actitud frente a la vida? ¿Bastará la mundialización de la no-violencia (ya que el momento actual permite mundializar ese corriente en la medida en que le demos permanencia)? ¿Bastara todo eso para un cambio profundo y esencial del ser humano?
En enero 2008, Silo respondió a esa pregunta:
“Distingo entre ese cambio innegable, pero lento, que arrancó en los primeros homínidas y la posibilidad de cambio esencial no debido a una simple mecánica evolutiva, ni tampoco a accidentes «naturales», sino debida a una dirección, a una intención de la conciencia humana sobre sí misma.
Los cambios periféricos están haciendo creer a mucha gente, que esos son los cambios a los que se debe aspirar. Se debe ir más allá de la Ciencia y la Justicia para entender ese cambio. En efecto, quienes trabajan por el avance de la Ciencia y la Justicia, hacen el mejor esfuerzo para facilitar la superación del dolor y el sufrimiento facilitando las condiciones del cambio. Pero es claro la búsqueda del cambio se está orientando objetalmente, desconociendo lo más importante del cambio esencial. Este olvido de sí, este desconocimiento de superación de la mecánica mental, nos lleva a cuestionar las posibilidades de cambio…
No es posible el cambio esencial sin una dirección clara: el «cambio simultáneo» y en el Humanismo esto cobró gran potencia. Sin embargo, el esfuerzo hacia el cambio de las condiciones mentales ha sido a veces débil y a veces intermitente.
Un cambio esencial no ocurrirá hasta que la gente (aun la más amable y bondadosa) se decida por Convertir su vida advirtiendo la necesidad de un cambio mental profundo.
En esta situación actual en la que está viviendo la Humanidad (y por supuesto nosotros mismos), para que sea posible el cambio esencial, la dirección debe ir hacia Lo Profundo de la conciencia para conectar con los significados que han estado empujando lentamente la evolución del ser humano. Ahora es urgente ¡!».[8]
Nos hace volver al título de esa exposición: la no violencia como fundamento de la evolución del Ser Humano. Eso no se puede sostener sin apuntar al cambio esencial y no periférico.
La No Violencia -cuya característica fundamental es el rechazo y el repudio a todas las formas de violencia- tiene como dirección el trabajo por el desarrollo evolutivo de la persona
La no violencia como necesidad para el Ser Humano, como requisito a su desarrollo, como consecuencia a sus avances es posible si se busca “el buen conocimiento, que lleva a la justicia, lleva a la reconciliación, el buen conocimiento lleva también a descifrar lo sagrado en la profundidad de la conciencia.”[9]
“Esta intuición de lo “Sagrado”, de lo no reemplazable, crece y se va extendiendo a distintos campos hasta llegar a orientar la vida (lo Sagrado en uno) y las acciones en la vida (lo Sagrado afuera de uno).”[10]
Lo sagrado se manifiesta solamente desde la profundidad del ser humano, es una manera de establecer un contacto con Lo Profundo. Ese Contacto provoca una aceleración y aumento de la energía psicofísica, sobre todo si cotidianamente se realizan actos coherentes que, por otra parte, crean unidad interna orientada hacia el crecimiento espiritual.
En estos temas no sirven las palabras, sino las experiencias. Por experiencia personal, les invito a meditar en profundidad y sin apuro sobre el Mensaje que nos dio el Guía de la No violencia de nuestra época, Silo.
Conclusión
Inspirándonos de su enseñanza, concluiremos así:
“La evolución constante de nuestro mundo ha producido al ser humano, también en tránsito y evolución, en el que se incorpora (a diferencia de las otras especies) la experiencia social capaz de modificarlo aceleradamente. El ser humano llega a estar en condiciones de salir de los dictámenes rigurosos de la Naturaleza autotranformándose, inventándose, haciéndose a sí mismo física y psicológicamente.
El ser humano no ha concluido su evolución. Es un ser incompleto y en desarrollo.
Según que los actos realizados sean conscientes y unitivos, se irá estructurando un sistema de fuerzas centrípetas al que llamamos “espíritu”. El ser humano en su bondad, en la eliminación de las contradicciones internas, en sus actos conscientes y en su sincera necesidad de evolución, hace nacer su espíritu. Para la evolución son necesarios el amor y la compasión. Gracias a ellos es posible la cohesión interna y la cohesión entre los seres que posibilitan la transmisión del espíritu de unos a otros. Toda la especie humana evoluciona hacia el amor y la compasión.”
[1] Silo, “Acerca de lo Humano”, 1983, Buenos Aires.
[1] Salvatore Puledda. El ser humano a las puertas del nuevo milenio
[2] Ibid
[3] Salvatore Puledda. Que es el nuevo Humanismo, Anfiteatro Descartes, La Sorbona. París, 29 de mayo de 1999.
[4] Silo, Humanizar la tierra, el paisaje interno.
[5] Silo, El sentido de la vida, habla Silo, Vol. I, Obras Completas
[6] Silo, Ibid, La acción valida. Ver el Manuel de prácticas para los Mensajeros (temas formativos – n°8)
[7] Silo, Le regard intérieur, les principes d’action valable.
[8] Ver Manuel de prácticas para los Mensajeros. Seminario (n°4) sobre el cambio profundo y esencial.
[9] Silo, El Mensaje, ceremonia de reconocimiento
[10] Silo, Comentarios al Mensaje