Por Carlos Santos
El escenario mundial se está tornando cada día más violento. Las grandes potencias buscan mutuas complicidades para seguir masacrando en territorios ajenos y alejando la muerte de sus jardines.
Cuentan cientos de muertos por miles dentro de sus fronteras y dicen “algunas víctimas” en lugar de miles cuando las tragedias ocurren fuera de ellas.
En este escenario gana la derecha en la Argentina.
Y si bien sus propuestas son vagas y ambiguas, hay algunas cosas que ya se dijeron con todas las letras.
Desalinearse de la hermosa construcción latinoamericana de los últimos años. Alinearse con el eje EEUU – Israel, etc… ¿No les recuerda algo?
Varios analistas internacionales dicen que uno de los factores que coadyuvaron para que ocurrieran los atentados en la AMIA – DAIA y en la embajada de Israel fueron las “relaciones carnales” del gobierno de Menem con EEUU.
La presidenta saliente ha sido una ferviente defensora de la paz en el contexto de las relaciones internacionales, sus palabras y su acción han sido sin duda un ejemplo y una referencia en los foros mundiales.
Hoy tenemos a un presidente que va a realizar un cambio: Nos va a sacar de un lugar y nos va a meter en el medio de una tormenta, una tormenta peligrosa, violenta, en el medio de un conflicto que puede tener consecuencias muy trágicas.
Si bien hay muchísimas dudas en el próximo gobierno hay algunas cosas que están quedando claras.
- Alineamiento con el eje OTAN.
- Ruptura con el frente latinoamericano.
- Represión en la protesta social.
Todo esto nos permite afirmar que el gobierno entrante es esencialmente violento, para afuera y para adentro de sus fronteras.
Es muy importante la definición de todos los que queremos vivir un mundo sin violencia, es necesario dar opinión, no resignarse y construir otra sociedad advirtiendo de los peligros que se avecinan.
No se trata de “¿a cuánto está el dólar?”. Estamos hablando de una realidad que se nos viene encima y si la vemos lo antes posible, será mejor para todos.
Trabajar por la noviolencia hoy, no es una cuestión ideológica, es una necesidad y denunciar la violencia del poder aunque tenga el respaldo de las urnas es también una responsabilidad de todos.