Por Daniel Ferreyra
El 22 de noviembre se elige por primera vez presidente mediante el balotaje en Argentina, decidiremos entre dos formas de hacer las cosas, dos formas que muchos de nosotros conocemos y tenemos claras.
Podría incluso pensar mi voto si los actores políticos fueran otros, podría tomarme el tiempo, que en estas cuestiones es un buen consejero, si se tratara de nuevas propuestas nacidas desde lo más profundo o desde la base misma, pero resulta que uno de los candidatos a presidente de la nación es Mauricio Macri, nada más ni nada menos que el hijo de Franco Macri, quien se encargaba en la década del noventa de manejar los directorios de diferentes empresas de su familia y participar de aquella época de la “patria financiera”.
Macri manejó, entre otros negocios, el Correo Argentino y autopistas Del Sol y, por supuesto, Fiat. Y varios negociados más que perjudicaron a nuestro país y a todos nosotros. Explicar técnicamente o políticamente qué fue Macri para nuestro país y qué sector mundial representa sería largo de explicar y creo que los diferentes medios que él no maneja se han encargado de poner en evidencia.
Si hablo, debo hacerlo como joven de esa época, donde se pagaba una miseria por el trabajo de nuestra generación, incluso se ofrecían retiros voluntarios o jubilaciones anticipadas mientras las fábricas cerraban sus puertas. No era lo que ocurría con quienes más tenían y Macri pertenecía a ese grupo y poco le importaba el bienestar de la gente. Con sus cómplices políticos del momento hicieron y deshicieron a su antojo esa realidad que habían construido para ellos mismos.
Para este tipo de personas los trabajadores somos un gasto, no les interesa ni nuestro progreso ni nuestro bienestar, no les interesa la dignidad del labrador, sino recoger lo labrado a muy bajo precio. No le interesa la educación en materia de alta calidad, le interesa la educación de alto precio. Macri no es más que un representante de ese sector mundial que imagina un mundo para pocas personas.
No nos dejemos engañar. No creamos que porque Macri visitó barrios pobres o compartió mateadas con vecinos, le importan esos vecinos. A Macri solo le interesa ingresar en la élite de aquellos magnates que hoy manejan las finanzas del mundo. No le interesa en absoluto el progreso humano, dado que tampoco le interesa estar a la altura de la historia, porque trabaja para los intereses de él mismo.
Para este tipo de personas, formadas desde una burbuja, solo existe esa manera. Los trabajadores, los pobres, los ancianos y todo lo que no esté a su “altura”, poco les importa.
Yo no voto a Mauricio Macri, sería volver el tiempo atrás, sería engañarme a mí mismo y sería engañar el futuro de mis hijos. Y no decirles o trasmitir mi pensamiento sería engañarlos a ustedes también.
Quienes me conocen saben que no es de mi gusto más ameno decirle a la gente, al compañero o al amigo, lo que debe hacer, solo les diré que hay dos formas de hacer las cosas. Los cambios no son malos, pero este debe darse en forma intencional, entre todos, no desde el enojo ni el resentimiento. Solo pido a mis amigos, compañeros y demás vecinos que pensemos en lo que pasaría si volviésemos a aquella patria financiera.
Con respecto al futuro, hay muchísimo para mejorar, claro que sí, pero no será posible la unión y el progreso si dejamos en manos de quienes incendiaron nuestro pasado las llaves de nuestra Argentina. Luego no habrá vuelta atrás.
Daniel Ferreyra es miembro del Partido Humanista