«Estamos siendo testigos de la desintegración gradual de la comunidad pacífica por la que hemos estado trabajando y comprometidos en los últimos 22 años», escribieron los misioneros combonianos de Mapuordit en una carta abierta, una localidad del Estado de Lagos, en el corazón de Sudán del Sur, abrumada por el conflicto civil.
En el documento, que también es una petición, se le pide a los responsables políticos y administrativos de la región que «presionen al gobierno para lograr un compromiso con el desarme en Lagos». «Estamos angustiados, cansados y desalentarnos por los hechos impactantes que ha tenido que vivir nuestra comunidad comboniana», escribieron los misioneros, que desde 1993 administran un centro pastoral en Mapuordit, varias escuelas y un hospital. Precisamente en esta último lugar se registró un episodio doloroso, que se remonta a septiembre: los disparos que hirieron al padre Placide Majambo, un cohermano que viajaba en una ambulancia que llevaba la insignia del hospital.
Más allá de este episodio, que revela la inseguridad generalizada y creciente en la zona, los misioneros denuncian que ha empeorado «el conflicto étnico, que está destruyendo literalmente a las familias, las relaciones, las relaciones sociales normales, la libertad de movimiento y también el libre acceso a la salud y la educación, además de las oportunidades para rezar y celebrar los sacramentos». También en el área de Mapuordit inevitablemente la violencia temen. «Los que viven en la periferia no quieren dormir en su propia casa, y entonces, a la noche, muchas familias se trasladan a la ciudad y buscan refugio en la escuela o en el hospital» dijeron los combonianos.
El conflicto en Sudán del Sur, que estalló en diciembre de 2013, ya ha obligado a más de dos millones de personas a huir de sus hogares y sus tierras. Hasta el momento las treguas que se han firmado no han sido suficientes para poner fin a la violencia.