Los humanistas argentinos repudiamos los ataques terroristas múltiples que se han producido hoy en Francia por grupos de asesinos que renuncian a la política para actuar con barbarie, y nos solidarizamos con los familiares y amigos de las víctimas y con todo el pueblo francés. Los bárbaros deben sentir el repudio monolítico de la sociedad sana que es la mayoría de la población en el mundo.
No es la primera vez que Francia sufre ataques en su territorio -recodemos la lucha por la liberación de Argelia- pero había entonces reivindicaciones precisas y un marco de colonialismo en retirada que los tornaba -hasta cierto punto- descifrables.
Reiteramos que nunca hay justificación o atenuantes para el terrorismo, como no lo hay para la violencia en ninguna de sus manifestaciones. Pero sus distintos grados de intensidad son un termómetro que revela la gravedad de la situación y estos ocurridos hoy exceden todo límite. En este caso, esos grupos han demostrado un desprecio absoluto por la vida, asesinando con premeditada sincronización para multiplicar exponencialmente el pánico. Todo ello sin el menor atisbo de “racionalidad”, sin esbozar “motivos” o demandar reivindicaciones que aportarían un mínimo de “mensaje” o impronta humana.
No hay en esta ocasión más que un sentimiento de desolación y de pesar por esa parte oscura de la condición humana que renuncia al diálogo y nos lleva a un pasado que se hace presente. Pero que no proyectaremos al futuro si nos afirmamos en el valor de la “no violencia” como plataforma de partida hacia un desarrollo de la conciencia. Ayudaría, desde luego, que nos detengamos a reflexionar sobre ciertos actos de los gobiernos, como la intervención en terceros países por decisión de potencias con pretensiones imperiales. Estos actos son ajenos a la voluntad popular, siempre favorable a la paz y regresan como un bumerang sobre los pueblos.
Los humanistas tenemos confianza en el destino final del ser humano y en la construcción de una sociedad a su medida que favorezca el desarrollo de su Propósito.