En la República Checa no se respiran los aires de locura fascista que sí está presente en Hungría, pero el ambiente en torno a la crisis de los refugiados es pesado y sofocante. Los partidos pequeños se aprovechan de la situación para hacer declaraciones racistas con el fin de obtener aprobación en miras a las próximas elecciones. En las redes sociales merodean grupos (pagados por alguien) que, manipulando la información, incitan al odio y el miedo. El mismo Presidente de la República, M. Zeman, y el ex Presidente V. Klaus, conocido por su excentricidad, contribuyen con sus declaraciones en contra de los migrantes procedentes de Siria y África, para crear un clima de miedo, sospecha y cierre.
Como en un cuento de Kafka: tanto miedo y tanto hablar por unas pocas docenas de refugiados que actualmente han solicitado asilo.
En este contexto, la manifestación que se realizó en Praga el 21 de septiembre, Día Mundial de la Paz, es de gran importancia. Había 3 stands en diferentes plazas de la ciudad: uno sobre el tema de los refugiados, uno sobre el tema de la guerra, y el otro sobre el desarrollo y la cooperación; pero sobretodo, un tranvía – el Tranvía de la Paz – pasó por toda la ciudad invitando a la gente a abordar, tomar un café y hablar de los grandes problemas que enfrenta nuestro mundo.
La manifestación finalizó con un «flash mob»: artistas de diferentes culturas improvisaron un concierto en la Plaza de Wenceslao.
Según Tania Bednářová, de Mundo Sin Guerras y Sin Violencia, la crisis de los refugiados no se resolverá si no se detiene la guerra en Siria, y para ello Occidente debe cambiar su política agresiva en el Medio Oriente y África Central.
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