Por Fabiola Ortiz
La proporción de personas subalimentadas en América Latina y el Caribe cayó de 14,4 por ciento en 1990 al 5,1 por ciento en 2014, pero aún falta un abordaje multidimensional para garantizar la seguridad alimentaria de más de los 50 millones de personas que salieron de la extrema pobreza los últimos 15 años.
“Seguridad alimentaria no es solo tener acceso a alimentos, pero sí tener una canasta de alimentos nutritivos con calidad. No es solo el problema de la desnutrición, lo que falta es una buena alimentación”, dijo en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena.
En los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que fueron reemplazados en una cumbre mundial, celebrada en la sede de la ONU entre el 25 y 27 de septiembre por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), “estábamos concentrados en el combate al hambre y a partir de ahora nos enfocamos en la seguridad alimentaria”, añadió en un encuentro con IPS y otros cuatro periodistas.
Los ocho ODM, establecidos por la comunidad internacional en el año 2000, representaron un esfuerzo mundial para el combate a la pobreza y la reducción de desigualdades, con metas que tomaron como base el año 1990 y debían cumplirse en este año.
Ahora, centenar y medio de jefes de Estado y de gobierno establecieron la Agenda 2030, con 17ODS para que en 15 años más la humanidad cuente con un mundo más sostenible, igual e inclusivo.
Según la máxima ejecutiva de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), los ODM representaron una agenda que iba a las “necesidades básicas” y no se enfocaba tanto en asuntos estructurales.
“En América Latina, el tema estructural es la desigualdad, la gran piedra en el camino que obstruye nuestro desarrollo. Somos la región más desigual del mundo. Los ODS se quieren una agenda integradora con una perspectiva universal uniendo los pilares económicos, sociales y ambientales”, sostuvo Bárcena.
Los países de la región hicieron un gran esfuerzo para reducir la pobreza. Entre 2003 y 2008, más de 50 millones de personas dejaron de vivir en la pobreza extrema, informan datos de Cepal.
Sin embargo, existen aún 76 millones en estas condiciones – alrededor de 12 por ciento de la población de la región – y el hambre afecta a más de 34 millones de personas.
En 1990, 14,4 por ciento de la población latinoamericana sufría hambre, apuntó la Organización de las Naciones para la Agricultura y la Alimentación (FAO). La prevalencia ha caído a 5,1 por ciento. La pobreza también disminuyó y pasó a afectar a 28 por ciento de la población, frente a 44 por ciento.
Pero persisten grandes disparidades.
En América del Sur, la subalimentación se encuentra por debajo de cinco por ciento, y es en el área donde presenta mayores avances. América Central presenta una tendencia a la reducción del hambre, aunque de menor proporción, al pasar de 10,7 a 6,6 por ciento entre 1990 y 2014.
Es en el Caribe el área más rezagada. Actualmente 7,5 millones de personas sufren hambre, un escaso avance desde 1990, cuando la extrema pobreza afectaba a 8,1 millones de caribeños. La proporción se redujo solo de 27 a 19,8 por ciento.
Ahora, en los ODS, el enfoque de la lucha contra el hambre cambia de una mirada sectorial a una perspectiva transversal e intersectorial.
“Creemos que es posible alcanzar la meta hasta 2030 de erradicar la pobreza por completo en América Latina. Ahora hay que concentrarnos también en la seguridad alimentaria”, afirmó Bárcena.
Los países más vulnerables, según la FAO, son Haití, con un 53,4 por ciento de su población subalimentada, Nicaragua con 16,6 por ciento, Bolivia con 15,9 por ciento, y Guatemala, con 15,6 por ciento.
El lanzamiento de la nueva Agenda 2030 surge en un contexto global de crisis financiera que puede entorpecer el comienzo de los ODS.
“Estamos muy preocupados de cómo vamos a empezar este primer año de la nueva agenda en medio a un contexto económico mundial tan gris”, comentó Bárcena.
La economía de la región crecerá solo uno por ciento este año, según previsiones de la Cepal, ligeramente menos que el año anterior. Esta ralentización se debe al estancamiento económico sudamericano, donde se observará una tasa de crecimiento nulo en 2015.
En la opinión del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, un modelo que puede ser exitoso es el establecimiento de iniciativas con múltiples partes interesadas, para sumar esfuerzos en causas comunes.
Un ejemplo es la plataforma de financiamiento público-privado AgroLAC 2025, lanzada este año con el objetivo de estimular el desarrollo agrícola sostenible en la región y reforzar su papel de granero mundial de alimentos.
“Este es un modelo innovador, la idea es aportar 50 millones de dólares en los próximos cinco años a la iniciativa”, dijo Moreno a IPS.
Según el presidente del BID, la mitad de los alimentos producidos provienen de los 14 millones de pequeños productores rurales que hay en la región.
“Queremos aumentar la productividad de los pequeños agricultores y mejorar sus vidas. El gran reto que tiene el mundo es cómo cumplir estas metas (ODS) y cómo hacerlo con inversiones público-privadas. Y aquí lo estamos mostrando”, comentó.
La plataforma AgroLAC 2025 fue establecida por el BID en colaboración con la organización The Nature Conservancy, dedicada a proteger la biodiversidad, y el apoyo inicial de la estadounidense The Dow Chemical Company, una de las mayores empresas del sector químico del mundo.
Su objetivo es beneficiar a 800.000 agricultores de 26 países en los próximos 10 años.
Según la coordinadora de AgroLAC y especialista senior de operaciones del BID, Ginya Truitt Nakata, no hay ninguna iniciativa similar en la región.
“Nos enfocaremos en tres pilares: en la productividad agrícola sostenible, en la planificación agroambiental y en ayudar a conectar los productores rurales al mercado. Queremos trabajar en todos los niveles de la cadena de suministro. Esta es una brecha que hay que solucionar en la región”, dijo Nakata a IPS.
Para la especialista del BID, esta consiste en una respuesta a la visión extendida de que América Latina cuenta con el agua, tierras e innovación necesarias para expandir sus recursos agropecuarios de forma sostenible y sin nueva pérdida de ecosistemas.
“La región es un gran productor de alimentos, pero ya perdió 40 por ciento de sus bosques. Ahora hay que unir conservación ambiental y producción de alimentos. No hay una única solución, vamos a adaptar de acuerdo con las características de cada comunidad”, arguyó.