A propósito del Día Internacional de la No Violencia y de Octubre por la Paz y la No Violencia, los periodistas Luis Dávila y Washington Yépez de Radio Pichincha Universal, Quito, conversaron en el programa Punto Noticias con Javier Tolcachier, columnista de Pressenza e investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas. Reproducimos aquí dicho diálogo.
PN: Iniciemos este diálogo analizando qué sería la violencia en esta sociedad global que vivimos.
JT: Es difícil conceptualizar algo que todo el mundo vive a diario. Pero digamos que la violencia es, básicamente, la negación de lo humano en el otro. Tiene distintas manifestaciones, físicas, como por ejemplo la guerra o la agresión, por supuesto también de tipo económico, racial, religioso, psicológico, moral, etc. Pero esas son manifestaciones que parten de ese hecho básico que es negar la humanidad en los otros.
PN: ¿Es posible que el mundo aprenda algún día – o por fin – a vivir sin violencia?
JT: Por supuesto que es posible y si uno se fija bien – más allá de lo que la percepción cotidiana parece dictarnos – vamos en ese camino. Es cierto que todavía estamos muy lejos de un automático rechazo, de una configuración casi sicosomática que pudiera establecerse – según lo indica Silo – en el ser humano del futuro, rechazando todo tipo de violencia. Estamos lejos todavía, pero hay muchas manifestaciones de una actitud no violenta, por ejemplo en mucha gente joven, que sale a las calles a reclamar sus derechos de manera no violenta. Eso se ha visto mucho en el año 2011 en todo el planeta. Hoy el derecho a la resistencia no violenta es un derecho consagrado, así que algo se ha avanzado.
PN: Ahora, Javier, la violencia es una reacción ante lo que sería la ira, la frustración, la rabia y, como tal, la ira es un sentimiento válido. ¿Cómo evitar que la ira o la frustración se conviertan en violencia?
JT: Yo creo que habría que diferenciar entre una acción irreflexiva, una acción catártica motivada por un hecho puntual y situaciones estructurales de violencia, que me parece que son las que primero habría que eliminar. Porque dentro de esas situaciones de violencia se produce esa tensión, ese sufrimiento que da espacio luego a ese tipo de reacción catártica, cuando las cosas se van acumulando. Yo creo entonces que habría que apuntar a diferenciar muy bien las situaciones estructurales de violencia en nuestra sociedad, que son muy conocidas. Son de tipo social, político, psicológico, están también relacionadas con un sentido en la vida muy superficial, en definitiva, creo que hay que combatir la estructuralidad social de la violencia.
PN: La arremetida violenta no sólo se puede evidenciar en las guerras cruentas o en la violencia física que de pronto se produce al interior de los propios hogares, sino que hay una violencia que se genera a través de los propios medios de comunicación. Esta violencia, cuando se envían mensajes diarios, permanentes y subliminales que confrontan los ciudadanos y ciudadanas, ¿es posible también rebatirla, enfrentarla a través de nuevas propuestas?
JT: Sin ninguna duda y es un tema esencial el que has tocado. Yo creo que hoy – aunque parezca paradójico – hay mucho menos violencia que la que muestran los medios. Un tema central es también remover este asunto que la violencia es intrínseca al ser humano, de que es algo natural, reemplazándolo por la posibilidad de que eso sea superado. La No Violencia también se aprende, así como uno ha aprendido la violencia. En eso los medios y los comunicadores, como ustedes, como nosotros, tenemos mucho que hacer. Esto mismo que estamos haciendo y desde ese punto de vista el esfuerzo de nuestra agencia Pressenza, que es una agencia internacional de noticias de Paz y No Violencia va en esa dirección, al igual que miles de comunicadores que día a día se esfuerzan por mostrar otras realidades que son ocultadas por lo que pareciera que es puro asesinato, puro robo, pura violencia.
PN: Javier, ¿cómo se puede entender, cómo analizan ustedes lo sucedido ayer en Oregon, en los Estados Unidos, ese hecho de violencia que deja tantos muertos y que no es un caso aislado, porque se va repitiendo sistemáticamente, especialmente en ese país?
JT: Es bastante sencillo, ¿no? Estados Unidos ha hecho un culto de las armas. El poder de la Asociación Nacional del Rifle a través de su lobby en la legislación es muy grande, hay una portación de armas prácticamente indiscriminada. Este tema nos hacer pensar en general que, si uno quiere mayor seguridad, hay que eliminar las armas, en vez de lo que puede pensarse, ya que una excesiva diseminación de armas hace que cunda la proliferación y cualquiera esté en posesión de una, con la posibilidad de cometer esos actos. Por otra parte, no hay que olvidar los sesenta años que tiene Hollywood, donde todos los días se producen películas violentas, películas que exaltan la capacidad de matar. Además, la sociedad norteamericana es una sociedad muy desquiciada, con una alta presión. Aquel que no tiene una vida llena de éxitos es condenado socialmente y entonces, de entre los millones que se sienten fracasados o excluidos en los Estados Unidos, siempre hay alguno que opera de esta manera.
PN: Una agencia informativa como Pressenza, que trata de informar permanentemente sobre noticias de paz, ¿cómo logra, como logramos, los comunicadores sociales sustraernos de estos hechos violentos que marcan la pauta informativa de casi todos los días y casi cada momento? ¿Cómo informar por ejemplo de lo que está sucediendo ahora mismo en Siria?
JT: Me la ponen difícil, ¿eh?. Yendo a las causas. Lo básico en la comunicación – y ustedes lo saben muy bien – es la mirada que tiene el comunicador. La comunicación nunca es neutral. Entonces, si uno tiene una mirada tendiente a ver cómo un hecho lamentable puede ser de alguna manera contado – no de un modo rosáceo o que niegue el dolor y la tragedia – pero si de un modo que esclarezca un poco acerca de las causas. Sería largo hablar aquí de ello, nosotros hemos sacado muchísimos reportes acerca de Siria, pero la perspectiva, básicamente, es que hay una situación geopolítica mundial con poderes establecidos y esa es la situación previa de violencia que hace que sucedan cosas como las de Siria y otros lugares del Medio Oriente.
PN: Siempre que hablamos de violencia, nos referimos a aspectos estructurales de nuestras sociedades. Pero ¿qué hablar de la cotidianeidad, como se genera en ella violencia, por ejemplo a través del lenguaje que tenemos, a través de las costumbres, a través de la cultura, esto de que “la letra con sangre entra”, a través de esas cosas que son del día a día, de nosotros, de las familias?
JT: Verdad, hay mucho que hacer en el campo de la educación. En el Humanismo, que es el movimiento del cual yo provengo y del cual ha surgido la iniciativa de Pressenza, ha habido múltiples iniciativas que hoy se continúan en el área de la educación. Efectivamente, tal como lo señalas, la violencia se instala en nuestra conciencia desde pequeños, entonces hay que comenzar a erradicarla desde las aulas, desde las familias. Para mí es inadmisible, que un padre o una madre tengan el derecho de golpear a sus hijos, hay que salir al cruce de esas situaciones en lo cotidiano, hay que confrontar de alguna manera al violento haciéndole ver que no está bien su proceder. Lo mismo está sucediendo con la violencia de género, donde las mujeres, con mucha razón y justicia son hoy mucho más altivas y mucho más conocedoras de sus derechos. Personalmente creo que hay que estar mucho más atento. En la vida cotidiana uno está por lo general bastante desatento y entonces las situaciones – por ejemplo en el tránsito – se lo llevan por delante. Si uno está un poquito más atento a sí mismo y a las consecuencias de los actos violentos de uno – que no sólo se reflejan en el otro sino en una situación de malestar personal cuando uno las recuerda – con algo más de atención podemos ir bajando el índice de violencia.
PN: En este mundo globalizado, donde la confrontación resulta ser un eje fundamental, por lo competitivo, por este llamado permanente al consumismo, ¿quién va ganando, la paz o la violencia?
JT : Sin ninguna duda que la paz. Porque el ser humano, en el proceso histórico busca liberarse de la opresión y liberarse también de la opresión de la violencia. Eso sucede cada vez más por métodos no violento, mediante el reclamo, la proclama, la petición, la misma democracia que, como habíamos hablado alguna vez en vuestro estudio, debe profundizarse, debe mejorarse para verdaderamente reflejar lo que la gente siente y no lo que le conviene a los poderes establecidos o a la casta política.
PN: El mundo occidental y cristiano – que se diferencia del mundo oriental – precisamente tiene en su definición este calificativo: cristiano. Si analizamos eso tendríamos que comprender que el cristianismo planteó el amor – no sólo al prójimo, que está en el evangelio – sino el amor al distinto, al diferente, al otro. Si este mundo occidental se proclama cristiano, ¿cómo es posible que haya tanto desconocimiento del otro, del diferente, de la otredad? Por ejemplo, en los EEUU y acá mismo, en Ecuador, el desconocimiento que hay de los otros, de los indígenas, de los negros, de las otras culturas. El desconocimiento que hay de las posiciones políticas distintas…
JT: Yendo nuevamente a lo histórico, tú has mencionado la doctrina cristiana, que proviene en realidad de una pequeña secta, que eran los esenios. Sin embargo, lo que luego se impuso, unos trescientos cincuenta años más tarde, estos sucesos que son relatados en los evangelios, es una iglesia que está apoyada no en la piedra de Pedro, sino sobre la piedra de Constantino, quien fue el emperador romano que instaló al cristianismo como religión oficial del imperio. Bien vale ver, entonces, que ese cristianismo que se expandió luego por el mundo y llegó a estas tierras, no es un cristianismo de tipo tolerante sino de tipo imperial. Por imposición llegó a estas tierras y así es que hubo inquisiciones, persecuciones. Así que sería bueno ver qué es lo cristiano que tiene este occidente y qué lo imperial, qué es lo impuesto que tiene.
PN: Bueno, esperamos y añoramos que Pressenza – con este empuje que se da a la práctica no violenta – haya tenido esta significación que ustedes persiguen. Cuéntanos, muy rápidamente cómo ha sido esa experiencia de predicar la paz en todo el mundo a través de vuestros reporteros.
JT: Lo que hemos constatado es que es muy fácil establecer redes, hacer amigos por esta vía. Hay miles de comunicadores muy dispuestos a esto. En ese sentido, también quiero agradecerles a ustedes, quienes se muestran siempre tan abiertos a difundir esta propuesta en la programación de Radio Pichincha Universal. La experiencia ha sido magnífica porque vemos que hay una necesidad en la gente de recibir este tipo de noticias, este punto de vista. Hay una necesidad en los amigos comunicadores de dar espacio a ello, de colaborar con esto, no sólo brindando espacio, sino también coproduciendo. En fin, yo creo que es un buen camino y ojalá muchos amigos, muchos estudiantes de comunicación puedan plegarse y colaborar con nuestra agencia, aunque sea a modo de práctica.
PN: Muchísimas gracias, Javier, por haber estado en contacto con nosotros desde Pressenza, agencia de noticias de paz y no violencia, en este día, el Día Internacional de la No Violencia.
JT: Muchísimas gracias a ustedes, Luis, Washington, un fuerte abrazo y hasta cualquier momento.