Por Gunnar Westberg
La Comisión de Canberra sobre la eliminación de las armas nucleares estaba integrada por líderes políticos o militares de antaño, entre otros un mariscal de campo británico, un secretario de Defensa estadounidense y un primer ministro francés.
La comisión acordó por unanimidad en su informe de 1996 que la idea de que “las armas nucleares pueden mantenerse indefinidamente y nunca utilizarse – por accidente o por decisión – desafía la credibilidad. La única defensa completa es la eliminación de las armas nucleares y la seguridad de que jamás se producirán de nuevo”.
Así es. Las armas nucleares se utilizarán si se les permite permanecer entre nosotros. Incluso una “pequeña” guerra nuclear, que emplee uno por ciento o menos de las armas de este tipo en el mundo, podría provocar una hambruna planetaria que llevaría a la muerte a más de mil millones de seres humanos.
El teniente coronel Bruce Blair fue, durante varios años en la década de 1970, el comandante de las tripulaciones de Estados Unidos con el deber de lanzar misiles nucleares intercontinentales.
“Sabía cómo disparar los misiles, y no necesitaba permiso” para hacerlo, afirma. En la década de 1990 el Senado estadounidense le pidió que analizara si el lanzamiento no autorizado de armas nucleares era una posibilidad real.
Blair respondió que “sí”, y el riesgo no es insignificante.
Este año, el 6 de agosto, el día que se conmemoró la detonación, en 1945, de una bomba nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, el diario sueco Aftonbladet entrevistó al coronel Blair, ahora jefe del movimiento Global Zero para la eliminación de estas armas.
“¿Cree que las armas nucleares se utilizarán de nuevo?”, le preguntó el periodista. “Me temo que es inevitable. Alcanzaría con un código de datos más breve que un mensaje de Twitter”, respondió.
Blair nos recuerda la historia del “enlace de acción permisiva”, un dispositivo de seguridad que el gobierno de Estados Unidos utiliza para evitar la activación o detonación no autorizada de sus armas nucleares.
Cuando Robert McNamara era el secretario de Defensa de Estados Unidos a mediados de la década de 1960, ordenó que, para poder disparar misiles desde los submarinos estadounidenses, el oficial al mando debía haber recibido un código que permitiera el lanzamiento.
Sin embargo, la marina no quería que se le impidiera disparar por iniciativa propia, por ejemplo, si el contacto con el comando general se interrumpía. Por este motivo, el código inicial de 00000000 se mantuvo durante muchos años, y era generalmente conocido. Pero McNamara no lo supo hasta muchos años después de abandonar el gobierno.
Un almirante soviético me contó una vez que, incluso en 1980, tenía la capacidad para lanzar misiles nucleares desde un submarino sin la necesidad de un código.
Cuando se analizan los sistemas de control de los sistemas de lanzamiento se suele ver que sí existe, como una especie de posdata, un plan B. Si todas las comunicaciones con el comando general cesaron y los comandantes creen que la guerra se puso en marcha, los misiles pueden ser disparados. Nunca se nos dice cómo funciona el proceso. Pero hay un plan B.
¿Cuál es la situación actual? ¿Puede producirse un lanzamiento no autorizado de armas nucleares? Blair dice que “sí”. Los errores, los malentendidos, las invasiones de hackers: siempre hay riesgos.
Tras el final de la Guerra Fría nos enteramos de que hubo varios escapes cercanos. Como la crisis de los misiles cubanos y, en especial, el “submarino soviético abandonado”. O el incidente Petrov, en septiembre de 1983.
Posiblemente la peor crisis de todas, pero poco conocida, fue el ejercicio Able Archer que la Organización del Tratado del Atlántico Norte realizó en noviembre de 1983, cuando los líderes soviéticos esperaban un ataque en cualquier momento y la alianza occidental no tenía idea del grado de la paranoia soviética.
Existen muchos incidentes peligrosos más de los que tenemos menos información.
Martin Hellman, un matemático y experto en análisis de riesgo, considera que la probabilidad de una guerra nuclear importante puede haber llegado al uno por ciento por año durante los 40 años de la Guerra Fría. Eso equivale a 40 por ciento. Por tanto, la humanidad tenía mayores probabilidades de no ser exterminada. Tuvimos suerte.
Tal vez el riesgo sea menor hoy. Pero con las posibilidades de proliferación, los fondos que se destinan a la investigación de armas nucleares y el aumento de la tensión en las relaciones internacionales, el peligro puede estar creciendo.
Mientras existan las armas nucleares existe el riesgo de omnicidio global, o de destrucción asegurada.
La cuestión es entre las armas nucleares o nosotros. No podemos coexistir.
La prohibición de las armas nucleares es necesaria. Y es posible.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente las de IPS – Inter Press Service, ni pueden atribuírsele
* Este artículo fue publicado originalmente por la Fundación Transnacional para la Investigación por la Paz y el Futuro (TFF)