Ayer por la mañana en Budapest estaba yo en un club deportivo donde voy a menudo a mover mi cuerpo para combatir los efectos del tiempo, y al salir escuché el sonido de una moto de la policía que venía hacia mí con su sirena a todo volumen. Al ver lo que estaba sucediendo, me di cuenta de que otros dos vehículos también se acercaban y lo primero que pensé fue que algún presidente extranjero estaba de visita en el país, con una escolta especial.
Para mi sorpresa, estas motos y coches de policía escoltaban un autobús hasta la Oficina de Nacionalidad e Inmigración que estaba frente a mí.
Cuando entendí que no se trataba de ningún dignatario extranjero (ya que no muchos dignatarios viajan en un viejo autobús) me pregunté si traía criminales peligrosos. Entonces me acordé de que durante toda la mañana en mi apartamento había estado escuchando sonidos de vehículos policiales que andaban por la ciudad, a los que no había hecho caso; ¿sería que los dos hechos estaban conectados? A medida que pasaba el autobús, me quedé horrorizado al ver las caras de mujeres y niños, que claramente eran refugiados, sentados en el autobús con hombres de pie en los pasillos, y oficiales de policía también de pie en medio de ellos: unos 10 policías que escoltaban a 50 refugiados. La Policía llevaba máscaras, del tipo utilizado para evitar una enfermedad infecciosa.
No tengo idea de cómo era la vida en la Alemania nazi antes de la Segunda Guerra Mundial en 1939, en el apogeo de la persecución judía antes de que empezara el holocausto, pero apuesto a que no era muy distinta de lo que estaba presenciando en Budapest en un día caluroso de agosto de 2015. Emulando el horror de las escenas en Budapest, la policía desesperada de la República Checa ha empezado a bordar números en la ropa de los refugiados para su identificación.
Budapest es ahora casi un estado de sitio. Miles de personas llegan a diario, probablemente más que antes de la ridícula valla fronteriza que fue erigida a lo largo de la frontera serbia. Y ahora con Alemania dando luz verde a los sirios para ir y registrarse allí, todos los refugiados con el mínimo aspecto de ser originarios de Oriente Medio, están mudándose allí lo más rápido posible. Algunas personas están haciendo mucho dinero fabricando y vendiendo pasaportes sirios falsos. La policía húngara, que a principios de esta semana les permitió a los refugiados viajar sin controlar sus pasaportes, ahora cambió su procedimiento y en la actualidad, hay alrededor de 3.000 refugiados acampados en la estación de tren a la espera de que las autoridades húngaras vuelvan a cambiar de idea.
Los políticos europeos están en un estado de permanente improvisación. No tienen la menor idea de qué respuesta dar a esta situación y cualquier tipo de acuerdo es imposible. Una cuota «voluntaria» de alrededor de 32.000 refugiados por país era considerada en las reuniones de esta semana entre los líderes de la UE, ya que podría distribuir los 800.000 que Alemania espera recibir este año, pero es ridículo pensar que países en condición de austeridad con economías pequeñas, tengan la capacidad de acoger a los refugiados. Y otros países se niegan llanamente a considerar siquiera la idea, con Polonia declarando que podría tomar sólo a unos pocos cientos de sirios católicos.
El acuerdo de Schengen está al borde del colapso bajo la presión del número de personas en movimiento. Es imposible procesar tales números. Y 800.000 es la punta del iceberg. Todo ser humano que llega desencadena más viajes, porque las experiencias exitosas se transmiten por teléfono e internet a las personas que quedaron atrás. Familias enteras están llegando con niños pequeños y personas mayores e incluso familiares con discapacidad. Huyen de la pesadilla creada por Occidente en sus países de origen.
Si Europa quiere resolver este problema debe comprenderlo en su última raíz.
Y la raíz de este problema son las guerras de la OTAN y su interferencia en otros países.
Los EE.UU. y sus aliados militares pensaban que podían simplemente bombardear países y destruir sus economías y sus vidas sin ninguna repercusión. Bueno, este es el momento de la amortización. Tomó un tiempo, pero primero Kosovo y ahora Siria se están vaciando de gentes que creen que hay una vida para ellos en Occidente y todos ellos están dispuestos a correr el riesgo, pues no tienen nada que perder en su país de origen.
Si Europa quiere realmente resolver la crisis de refugiados, tendrá que hacer un cambio masivo de su política exterior. Incluso el primer ministro británico David Cameron, entiende esto. Hoy dijo que la mejor solución a la crisis era instaurar la paz en Medio Oriente.
El equilibrio de poder entre el trabajo y el capital en el mundo ha ido inclinándose cada vez más en favor del capital en los últimos años y, salvo que entendamos las diferentes crisis como una estructura (las guerras y gastos militares, el colapso económico y el desastre ecológico) no vamos a encontrar la respuesta correcta.
Sin duda vale la pena reconocer que tenemos hoy similitudes con otros momentos de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, hubo xenofobia masiva y nacionalismo, en un país que también estaba siendo sometido a una terrible austeridad. La xenofobia, el nacionalismo y la austeridad, están ahora en las noticias de todos los días.
Parece que después de la Guerra, los pueblos de Europa occidental y del mundo, estaban tan conmovidos por lo que había sucedido, que introdujeron cambios fundamentales. En Europa occidental se produjo una fuerte expansión de los Servicios Públicos, la nacionalización de las industrias clave, y una brecha mucho menor entre ricos y pobres: el capital estuvo más al servicio de los seres humanos. Conforme pasó el tiempo el gran capital fue ganado más y más poder, haciendo retroceder todos los avances en los servicios públicos y los beneficios que proveían las industrias nacionalizadas. Industrias nacionalizadas que se vendieron a precios de ganga para hacer a un pequeño número de personas increíblemente ricos, mientras el equilibrio de poder entre trabajo y capital se volcó en favor del capital.
Pues bien, ahora el Gran Capital tiene tanto poder que está fuera de control creando caos y destrucción, en su búsqueda de beneficios a costa de los seres humanos. La OTAN es la fuerza armada del Gran Capital.
Si esto no se detiene, y rápidamente, será como dijo el filósofo, poeta y novelista español George Santayana: «Aquellos que olvidan el pasado están condenados a repetirlo.»
Un gran punto de partida para revertir el avance hacia la guerra mundial, sería que Europa reconociera que la OTAN crea más problemas de los que resuelve y disolviera la alianza.
Este fin de semana en Helsinki, Finlandia, se está llevando a cabo una conferencia sobre el tema de la OTAN y Rusia en la zona del Mar Báltico, organizada por la red «No a la Guerra – No a la OTAN». La conferencia tiene el objetivo de «reunir a los ciudadanos y expertos de la región del Mar Báltico para informarse mutuamente; analizar la situación de tensión en la zona, y presentar alternativas a la militarización, incluyendo la cooperación, una casa común en Europa, la OSCE y el Neutralismo. Además del análisis de la estrategia de la OTAN y sus intereses geoestratégicos, la conferencia internacional analiza los impactos negativos de estas políticas en las sociedades, en particular en una sociedad de justicia social y de género».
El momento es oportuno, ya que en octubre, la OTAN realizará ejercicios militares en Italia, España y Portugal y los activistas anti-OTAN en esos países, están planeando una serie de manifestaciones para dar a conocer la peligrosa doctrina militar que supone la OTAN y cómo afecta la vida cotidiana de los ciudadanos europeos, cómo el gasto militar a prueba de austeridad continúa, mientras que los países de la OTAN aumentan todos los días su retórica contra Rusia, tratando de otorgarle el papel de villano que ejercía anteriormente la URSS en la Guerra Fría.
Asistirán delegados de toda Europa y Pressenza estará cubriendo el evento.