El día D se acerca. Después ya no de días ni semanas de campaña y precampaña electoral sino de meses, donde el debate acerca de una posible independencia de Catalunya ha sido el eje del debate político, llega, como se dice desde el soberanismo hegemónico, «la hora de la verdad». El día D, este domingo 27 de septiembre, se cerrarán algunos debates, pero se abrirán muchos más. Aquí, algunas claves, a modo de apuntes, en esta recta final.
Plebiscitarias, sí o no
La discusión de si estas elecciones son plebiscitarias o no es un debate superado. Hoy, la mayoría de los partidos que concurren a las mismas, por no decir casi todos, sustentan su discurso y argumentario entorno a esta cuestión, polarizando el debate y obviando que más allá del independentismo hay vida.
De hecho, aquellos que se sitúan en sus antípodas, PP y Ciudadanos, son los que más han contribuido a convertir estas elecciones en un plebiscito. No en vano la bandera, permite tapar las vergüenzas, o mejor dicho los recortes, no solo a CDC y a ERC, que ha actuado en varias ocasiones esta última legislatura como muleta de los convergentes, sino al PP, otro máster de las «tijeras», y a Ciudadanos, ese «Podemos de derechas», como deseaba el presidente del Banc Sabadell Josep Oliu, que ha facilitado gobiernos a partidos salpicados por corrupción, en la Comunidad de Madrid y Andalucía.
La independencia se ha convertido en el eje del 27S, dejando otras cuestiones en un segundo plano. De este modo, los argumentos sociales y económicos no es que no hayan aparecido, pero lo han hecho siempre subordinados al debate soberanista. Una cuestión que ha favorecido enormemente Artur Mas, al no tener que dar explicaciones sobre las políticas llevadas a cabo en los últimos años.
Además, aquellos que ahora nos prometen, y se muestran tan preocupados por alcanzar, «el mejor de los países posibles», ya sea desde filas independentistas (en una Catalunya independiente viviríamos mejor porque tendríamos más recursos económicos) o desde filas «unionistas» (una Catalunya independiente significará más pobreza debido a su consiguiente salida de la Unión Europea), tienen las manos manchadas de recortes. Poca credibilidad para aquellos que en campaña electoral nos lo prometen todo.
La ilusión de Junts pel sí
No cabe duda de que Junts pel sí ha despertado una ilusión enorme entre miles de personas de un espectro político, social e ideológico amplísimo. Su candidatura ha sumado más de cien mil adhesiones para ser candidato simbólico de su lista. Y para muchos es percibida como la traducción política del movimiento independentista de masas que irrumpió en la escena catalana en 2012, yendo más allá de una simple coalición entre CDC y ERC.
Personas como el exdirigente de ICV Raül Romeva, las líderes del movimiento soberanista Carme Forcadell y Muriel Casals, el cantante Lluís Llach y el exentrenador del FC Barcelona Pep Guardiola, entre otros, se han sumado a una candidatura que investirá como president, de conseguir los votos y los apoyos necesarios, a Artur Mas. La pregunta obligada es: ¿por qué?
La candidatura de Junts pel sí se construye a partir de cuatro condicionantes: 1) Un PP y un PSOE que han cerrado todas las puertas a las legítimas aspiraciones soberanistas del pueblo catalán. 2) Una CDC y un Artur Mas salpicados por múltiples casos de corrupción y con un reguero de recortes difíciles de justificar a sus espaldas y que necesitan urgentemente «reinventarse». 3) Una ERC atrapada en un proceso soberanista finalmente, y muy a su pesar, líderado políticamente por Artur Mas, y en declive electoral tras el 9N. 4) La amenaza de una victoria del “sí se puede” tras el éxito de Barcelona en Comú en las elecciones municipales, un factor decisivo para empujar dicha candidatura.
La ilusión depositada en Junts pel Sí es evidentemente legítima y, hasta cierto punto, muy comprensible. Muchos de quienes lo apoyan lo hacen con la convicción sincera de que ofrece una perspectiva de refundación de Catalunya en clave más igualitaria. Pero, creo que es imprescindible preguntarse qué Catalunya van a levantar aquellos que en los últimos años han impuesto unas políticas que han generado más precariedad, pobreza, desigualdad social y pérdida de servicios públicos. La independencia de Catalunya ya la estamos definiendo hoy, y no se puede construir a cualquier precio, a pesar de la mejor de nuestras intenciones.
El ‘meteorito’ de Ciudadanos
Si un «meteorito» es, como define el diccionario, «un fragmento de un bólido que cae sobre la tierra». Ciudadanos es al procés sobiranista como un meteorito al planeta tierra. Según prevén todas las encuestas, Ciudadanos va a convertirse en la segunda fuerza política. Veremos los resultados el día 27 por la noche. Pero sea como sea, lo que está claro es que Ciudadanos es la formación que va a experimentar un mayor crecimiento en esta contienda.
Su ascenso en Catalunya no solo se debe al desgaste de un PP en el gobierno y a su promoción en los platós televisivos de Madrid, de la mano, como algunos apuntan, del Ibex35, sino también se explica por dos factores. Primero, por el abandono que han sufrido las clases populares por parte de la izquierda tradicional política y sindical que hace tiempo que perdió los vínculos con sus base social. Segundo, por la poca atención que han recibido por parte del soberanismo y el independentismo, que ha rechazado incluir en su proyecto de transición nacional hacia la independencia un programa de emergencia social de mínimos que pudiera ampliar sus apoyos entre las clases trabajadoras.
Salvo honrosas excepciones, el llamado «cinturón rojo» ha sido el gran olvidado, tanto por parte de la derecha como por parte de la izquierda soberanista, a la hora de disputar el debate entorno al derecho a decidir y la independencia. La alianza por arriba de las organizaciones independentistas, a lo largo de estos últimos años, con CiU y ERC ha acentuado aún más la fractura y ha dejado el «campo de batalla» a merced de la demagogia de Ciudadanos.
No se trata en absoluto de caer en tópicos simplistas sobre la realidad de la Catalunya del área metropolitana, ni menos aún de fomentar debates maniqueos sobre los catalanes de origen andaluz o extremeño. Simplemente hay que constatar que la descomposición de la izquierda tradicional, las debilidades de Podemos en Catalunya y la ausencia de contenido social explícito del movimiento independentista han dejado el campo abonado para el crecimiento de Ciudadanos.
Otras cuestiones de cara al 27S quedan en el tintero: la supervivencia de Unió Democrática, el ascenso, como todos los sondeos apuntan, de la CUP, el salvados o no del bipartidismo, y lo que parece el coitus interruptus de Catalunya Sí Que Es Pot. Lo veremos el día 28.
Publicado en Público
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Esther Vivas @esthervivas | facebook.com/esthervivas | www.esthervivas.com