Por Edgardo Ayala
Con la pasta de chocolate recién salida de un molino de nixtamal, Idalia Ramón y otra decena de mujeres salvadoreñas toman porciones del producto, lo pesan y les dan forma de estrellas, rectángulos o campanas antes de embolsarlas y dejarlas preparadas para la venta.
“Es una fuente de trabajo completamente nueva para nosotras, no sabíamos nada de cacao ni de chocolate”, dijo Ramón a IPS. Antes, esta viuda de 38 años a duras penas sostenía a sus tres hijos de 11, 13 y 15 años haciendo tortillas, las masas aplanadas de harina de maíz, básicas en la dieta de Mesoamérica.
Ella es una de las mujeres que participan en la elaboración de chocolate en Caluco, un pueblo de 10.000 habitantes del occidental departamento de Sonsonate, en un proyecto que se ha integrado a un esfuerzo nacional por rescatar el cultivo del cacao.
“Ahora tengo ingresos extras, podemos ver las ventajas que el cacao nos aporta en las comunidades”, explicó.
Ella y el resto de mujeres laboran en el llamado “centro de procesamiento” que con mucho trabajo han logrado montar para transformar las almendras de cacao en tabletas de chocolate orgánico, en pasos artesanos donde sus manos son la herramienta principal.
El esfuerzo por revivir el cultivo se aglutinó desde diciembre en la Alianza Cacao El Salvador, en la que participan cooperativas y agricultores y agricultoras de varias regiones del país, así como mujeres que se han hecho expertas en la elaboración del chocolate artesanal.
A la pasta que sale de un pequeño molino de nixtamal (molienda de maíz y otros granos después de cocidos o tostados), se le da variadas formas, generalmente tabletas circulares. Disueltas en agua hirviendo, se convierten en una de las bebidas favoritas de los salvadoreños.
Alianza Cacao pretende, en los próximos cinco años, generar ingresos para 10.000 familias productoras de cacao, en 87 municipios del país, con la siembra de 10.000 hectáreas de ese cultivo. Se espera crear unos 27.000 empleos directos e indirectos.
“El proyecto nos está ayudando ya a superar la difícil situación económica, y a ir creciendo la producción, así irán mejorando los ingresos”, explicó a IPS otra productora, María Alas, de 33 años, sin parar de elaborar figuritas de chocolate.
Alianza Cacao cuenta con el aporte de 25 millones de dólares, 20 de ellos aportados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la también estadounidense Fundación de Howard G. Buffet, y el resto por sectores locales.
Cuatro de las mujeres que elaboran chocolate en el centro de procesamiento comunitario de Caluco, un pueblo del occidente de El Salvador, verifican la pasta recién salida de su molino de nixtamal, antes de proceder a preparar tabletas y figuras variadas de chocolate orgánico. Ellas han pasado a integrar el proyecto de Alianza Cacao con que se busca revivir en el país un cultivo que se abandonó después de ser primordial en su historia y su cultura. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
En la época precolombina, el cacao se utilizaba en este territorio como moneda de intercambio, y durante la colonia sirvió para pagar tributos a la Corona española.
Las plantaciones cacaoteras prácticamente desaparecieron de lo que hoy es El Salvador tras una serie de plagas, pero la popularidad de la bebida del chocolate se mantuvo y para su elaboración hasta ahora se importaba el cacao de los vecinos Honduras y Nicaragua.
“Por un lado se trata del rescate ancestral de un producto enraizado en nuestra cultura, y por otro es el obtener un desarrollo económico y social para nuestras comunidades”, dijo a IPS la directora de la Casa de la Cultura de Caluco, María de los Ángeles Escobar.
La apuesta por revivir el cacao ha sido concebida como una alternativa para paliar los efectos negativos que el hongo de la roya (Puccinia graminis) ha causado en 21 por ciento de los cultivos de café, según estimaciones oficiales, y que ha disminuido los empleos e ingresos de los campesinos.
En El Salvador, 38 por ciento de sus 6,2 millones de habitantes viven en el área rural, buena parte en una situación socioeconómica vulnerable, agravada por el impacto de la roya y de la sequía provocada por el fenómeno del Niño en los cultivos de maíz y frijol, que ha afectado a 400.000 pequeños productores.
En el occidente de país, además de Caluco, otros cuatro municipios de Sonsonate se integraron al proyecto: San Antonio del Monte, Nahuilingo, Izalco y Nahuizalco, en un área con fuerte presencia de población indígena.
Los productores de las cinco localidades, incluidas las mujeres procesadoras, conformaron la Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria Cacao Los Izalcos, para participar juntos en toda la cadena productiva.
Productores de cacao, la mayoría mujeres, durante una capacitación sobre la elaboración de abonos orgánicos con el que enriquecerán los suelos de sus parcelas para el cultivo, en el caserío de San Simón, en el municipio de Mercedes Umaña, en el oriental departamento de Usulután, en El Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
La cooperativa suma ya 111 hectáreas de cacaotales sembrados. Como los cacaoteros requieren sombra para desarrollarse, los agricultores aprovechan para sembrarlo en sus parcelas junto con árboles frutales y maderables.
Alianza Cacao ha dedicado los primeros meses del proyecto a sembrar y cuidar las semillas en los viveros que los productores comienzan a plantar en sus fincas. Pasarán tres años hasta que los cacaoteros comiencen a dar frutos.
Pero en Caluco ya se está elaborando chocolate, porque en el municipio había agricultores dedicados al cultivo de cacao, que usaba el centro de procesamiento y completaba con el importado. De hecho, Caluco fue un histórico asentamiento del pueblo pilpil cuyo cacao tenía fama durante la época colonial.
“Esperamos que el próximo año estaremos en un mejor nivel de producción, ahorita es poco, porque la cosa apenas comienza”, señaló a IPS la vicepresidenta de la cooperativa, Raquel Santos.
Cuando la producción de la cooperativa de Los Izalcos esté en apogeo, la asociación pretende producir unos 500 kilogramos mensuales de cacao, puntualizó Artiga.
Aunque por ahora solo se está elaborando chocolate artesanal, los socios de la cooperativa planean, en un futuro, producir barras de chocolate a nivel más industrial, pero eso dependerá del éxito que tengan con este primer esfuerzo.
Desde su fundación, en la cooperativa se busca que las mujeres tengan una participación decisiva en el desarrollo cacaotero de la zona.
El Comité Local de Cacao de Caluco agrupa, de hecho, a 29 agricultores y 25 mujeres procesadoras. Poseen un vivero y han desarrollado ya el primer centro de acopio que recogerá la producción de la zona.
En el vivero también se enseña a los estudiantes de la escuela local las técnicas del cultivo y la importancia que tiene en su historia, su cultura y, desde ahora, en su economía.
Miriam Bermúdez, una de las campesinas que con más entusiasmo se unió al proyecto de cultivar cacao en el caserío de San Simón, delante del Vivero La Colmena, donde se preparan las 25.000 plantas de cacaotero que se sembrarán en 25 hectáreas de los participantes en la iniciativa, de este asentamiento del municipio de Mercedes Umaña, en el oriente de El Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Al otro lado del país, en el oriental departamento de Usulután, Miriam Bermúdez, de 52 años, es una de las más entusiastas participantes en el proyecto comunitario de Vivero La Colmena, tanto que incluso convenció a otros vecinos de su caserío, San Simón, en el municipio de Mercedes Umaña, para integrarse a Alianza Cacao.
“Yo bebía chocolate sin siquiera conocer el árbol de dónde provenía, y ahora he aprendido muchas cosas del proceso de producción”, narró Bermúdez a IPS, durante un receso en la capacitación que ella y otro grupo de campesinos y campesinas recibían sobre abonos orgánicos.
Esos abonos libres de pesticidas nutrirán los suelos de los cacaotales.
El vivero alberga 25.000 plantas, suficientes para cubrir las 25 hectáreas de cacao que se proyecta sembrar en las parcelas de los agricultores de la zona. También cuenta con un sistema de riego para no ser afectado por las cíclicas sequías.
Mientras llega el momento de sembrar los arbolitos en las parcelas, los agricultores de Mercedes Umaña definen qué especies de frutales y maderables van a cultivar para que ofrezcan sombra al cacao. Esos árboles también les generarán ingresos, o ya les generan si las parcelas ya contaban con ellos antes.
Bermúdez, en su parcela de una manzana (0,70 hectáreas) ha sembrado plátanos y bananos, además de una variedad de legumbres y hortalizas, para afianzar su seguridad alimentaria.
“Cuando pasa el camión que vende verduras, nunca compro, porque yo todo lo corto de mi huerto”, dijo orgullosa.
Su nieta, Esmeralda Bermúdez, de 16 años, ha decidido seguir los pasos de su abuela y participa activamente en las labores que involucran la producción del cacao en su comunidad.
“Me gusta mucho aprender cosas que desconocía, como preparar la tierra o hacer abono orgánico”, dijo la joven a IPS, al final de la capacitación.
En Usulután, además de Mercedes Umaña, la promoción del cultivo de cacao se ha extendido a las localidades de Jiquilisco, San Dionisio, Jucuarán, Jucuapa, California, Alegría, Berlín y Nueva Granada. En cada municipio hay un vivero de cacaoteros del que se ocupan 25 familias.
Ese es otro componente importante de Alianza Cacao: que el producto final sea de calidad y orgánico, para impulsar el desarrollo sostenible. El hecho de sembrar cacaotales es ya una actividad ecológica, pues los árboles en su esplendor se convierten en bosques.
“Es muy importante que el productor sepa que puede manejar ecológicamente sus plantaciones, por el bien del ambiente, y además, porque el producto es mejor pagado”, explicó a IPS la asesora del proyecto Griselda Alvarenga.
Este reportaje forma parte de una serie concebida en colaboración con Ecosocialist Horizons.
Editado por Estrella Gutiérrez