Especial para «La Tecl@ Eñe»
Nieva en la cordillera mendocina. Y está bien, muy bien. Nuestra provincia es un desierto de arenas y piedras, cerros y mujeres hermosas. El agua se necesita como el agua, «como el aire que exigimos trece veces por minuto», dice el poeta. Es tan benéfica la lluvia en estos pagos que la sabiduría popular dio vuelta el dicho. Acá se dice «Siempre que paró, llovió» y Macondo es, apenas, una utopía literaria,. Sin embargo, la simiesca prensa local, bajo el influjo de la madre que la parió, no tuvo idea más brillante que titular: «La peor nevada de los últimos 10 años». Desde El Candil, el programa que se emite por Nacional Mendoza de lunes a viernes entre las 16 y las 18, consultamos al responsable de Gestión Hídrica del Departamento General de Irrigación, Juan Andrés Pina, que nos dijo exactamente lo contrario. Es la mejor nevada de los últimos años y servirá, si continúa, para superar la crisis que padecemos todos los veranos desde la década pasada.
El paradigma mediático es joder, meter miedo, desanimar, preocupar e instalar el clima social de que todo está mal y, con suerte y viento a favor (de ellos), puede estar peor. Descubierta la patraña borraron de sus portales digitales eso de «la peor» y hoy se lee «la mayor». En fin, travesuras dañinas y cotidianas.
El tema es el agua. Como en nuestro país no se fabrican dólares, al menos de manera legal, estoy pensando en regalarle a mis nietos botas de goma para que jueguen y chapoteen con sus amigos en los charcos que se forman cada vez que llueve en su barrio. Su familia estrenó casa propia hace poco gracias al PRO.CRE.AR, ese plan maravilloso que el Estado puso a disposición de miles de personas de nuestra patria.
Una publicidad televisiva de agua mineral profetiza que donde hay agua hay vida. Sí, es cierto, pero andá a contárselo a las 7 víctimas fatales que dejó la «inundación número nosecuánto» que invadió pueblos y campos de la provincia de Buenos Aires. Que la culpa la tenemos todos (o sea nadie) por contribuir al cambio climático con aerosoles y gases tóxicos varios; que las obras hídricas no se hicieron o son insuficientes; que la sojización de los campos «pavimenta» el suelo e impide el drenaje de los líquidos; que la avaricia de los terratenientes y sus canales clandestinos deriva las aguas hacia cauces que se ven colapsados. Quizá sea un poco de cada cosa, pero la responsabilidad mayor es de «Ella», por supuesto. Sobre todo cuando la perspectiva electoral tiene nubes de tormenta para los monos mediáticos y sus subalternos políticos.
Cuando las «aguas bajan turbias» queda el barro. Allí están, con pechera o sin ella, los muchachos y muchachas para ir a iluminar al Otro. Como ya se ha hecho habitual ante cada desgracia natural o no. La Plata y Rosario, respectivamente, son sólo dos ejemplos.
Del barro se sale, se vuelve del dolor de ver la corriente impiadosa llevarse recuerdos, muebles, mascotas, flores, documentos, fotos o mercadería si el hogar es, además, negocio que sustenta el vivir diario.
El barro, greda ancestral, materia prima que del dolor muta hacia la solidaridad.
El Papa Francisco, de nacionalidad argentino y con apellido Bergoglio, muestra un afiche que le obsequiaron un grupo de compatriotas. El cartel insta al diálogo entre el Reino Unido y nuestro país por la disputa por la soberanía sobre las Malvinas. Es que se cumplieron 50 años de que la Organización de Naciones Unidas emitiera esa orden, la del diálogo como única forma pacífica de resolver un conflicto.
Francisco ostenta el cartón para que los fotógrafos hagan su trabajo. La imagen da la vuelta al mundo. Como era previsible los kelpers y sus ovejitas isleñas balan su protesta y un legislador british patalea su berrinche en la Cámara de los Comunes en Londres. Pero lo que no era previsible es que una dama argentina, diputada nacional del macrismo, Laura Alonso, nos vomite en el pecho. Según este personaje que parece surgido de la imaginación de H. P. Lovecraft, el Pontífice cayó en una trampa que, se supone, le tendieron un par de sanguijuelas kirchneristas. O sea, Francisco es un pánfilo y nosotros unos reverendos estúpidos.
La muy burra no ha sido desmentida ni desautorizada por ningún correligionario, ni abordada por el ejército de periodistas genuflexos para que explique por qué es que no le han crecido las orejas, como manda el estereotipo biológico para seres de su estirpe.
Mientras es improbable que eso suceda la legisladora hace mutis y corcovea en algún solar a sus anchas, «custodiada por expertos», como aquél vino berreta de mi infancia.
El oficialismo le agradece los patrióticos servicios electorales ante un tema tan sensible para la sociedad toda.
En Diario Uno, de Mendoza, del 10 de agosto, un día después de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias entrevistan al diputado del FIT (Frente de Izquierda y de los Trabajadores), Nicolás Del Caño, ganador de esa interna ante Jorge Altamira, el más liberal de los troskistas, según confesó en Harvard. El matutino del Grupo Vila-Manzano titula: «Del Caño confía en que la oposición triunfe en las elecciones generales» Y me acordé de dos publicidades que paso a describir a continuación.
En una de telefonía celular 4G, un señor que atiende una ferretería recibe pedidos de clientes desesperados. El primero en aparecer le pide «el cosito del caño», pero el ferretero le dice que no tiene.
La otra es de ropa interior para adultos con incontinencia. La marca se autoproclama excelente, como corresponde a la lógica publicitaria, porque dice que está producida con «Tecnología FIT».
Metáforas a su disposición, respetables lectoras y lectores.
Que el Jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, fue el autor ideológico del triple crimen mafioso por tráfico de efedrina en General Rodríguez, Buenos Aires, hace unos años. Que Cristina Fernández de Kirchner mandó a matar al fiscal Alberto Nisman para ocultar un negocio energético con Irán. Que Máximo Kirchner y Nilda Garré tienen una cuenta secreta en dólares en un Banco norteamericano. Que el Ministro de Economía, Axel Kicillof, cobra un sueldo mensual de 400.000 pesos como director de Y.P.F. Que el vicepresidente Amado Boudou viajó con dos bolsos llenos de guita a Carmelo, Uruguay. Que la familia Kirchner tiene bóvedas secretas para guardar dinero en su casa patagónica. Que la presidenta depositó millones en una supuesta escala en las Islas Seychelles. Que la Asignación Universal por Hijo «se va por la canaleta del juego y la droga». Que las jóvenes humildes se embarazan para poder cobrar planes sociales. Y así con la muerte de Jorge Velázquez, el muchacho jujeño muerto en la puerta de su casa en un presunto intento de robo y que la agónica Unión Cínica Radical pretende utilizar como crimen político. Hay más, mucho más, pero prefiero que lo lean en el libro de Víctor Hugo Morales, «Mentime que me gusta» (Aguilar, 2015).
Está visto que conviene no confundir el barro con el lodo o el fango. Sólo del primero se puede volver.
La condición de burro o asno no es buena ni mala. Es. Habrá que resignarse a convivir con ellos, pero con la salvedad de saber para qué están pisando la tierra.
Soy un apasionado de la opinión. El debate, la polémica, la discusión argumentada me interpelan, me desafían, me hacen trabajar el bocho y, sobre todo, me ayudan a dudar, esa materia prima del crecimiento vital.
La mentira, en cambio, es mugre. Pura mugre.