¿Qué pasaría si algún poderoso tuviera una revelación que cambiara la dirección de su vida, orientándola hacia las otras personas?
Imaginemos la siguiente escena: Frau Merkel se acuesta esta noche a dormir, con toda seguridad a una hora prudente. Durante la noche, tiene un sueño revelador; en ese sueño tiene una experiencia de tipo trascendental, que le hace sentir a todos los seres humanos como sus hermanos, comprendiendo que es parte de una única humanidad. Al despertar, Angela Merkel ha convertido su vida, ya no quiere seguir siendo una simple representante de los gestores financieros mundiales. Quiere dedicar el resto de su vida a ayudar a los demás, comprendiendo además la responsabilidad que tiene desde su posición.
¿Qué ocurriría entonces? Seguramente el resto de personas de su círculo de relaciones -todos representantes del capital financiero internacional, en una u otra posición-, al darse cuenta del cambio ocurrido en la canciller alemana, pensarían que se ha vuelto loca, e intentarían hacerla entrar en razón. Ya me imagino a su ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble, intentando convencer a Merkel de visitar a un psiquiatra amigo, de manera discreta. Finalmente, viendo que no podrían hacer cambiar de opinión a la convertida, comenzaría el trabajo para reemplazarla por alguien “más cuerdo”. Con extraordinaria inteligencia debería saber manejarse alguien en la posición que hemos imaginado para Angela Merkel, para evitar que lo desplazaran rápidamente de sus responsabilidades. Si no lo consiguiera, su vida habría cambiado pero el mundo seguiría igual que antes.
Esto que hemos imaginado para Merkel podríamos transferirlo a Mario Draghi, u Hollande, o incluso Rajoy -aunque de este último me cuesta más imaginarlo, quizás por haberlo vivido más de cerca en España-. Con toda probabilidad eso que hemos soñado no ocurrirá, pero me ha resultado muy gratificante pensar en una posibilidad así.
La historia humana está llena de momentos de grandeza y momentos de miseria. En ciertas encrucijadas históricas, elegir entre la grandeza y la miseria ha marcado el rumbo para varias generaciones. No sé si hoy estamos viviendo una encrucijada que más adelante se verá como de gran importancia histórica, pero es seguro que el momento actual de Europa es un recodo en que toca decidir algunas cuestiones importantes. Lamentablemente, nuestros “líderes” políticos y económicos parecen estar mucho más cerca de la miseria que de la grandeza. La forma en que están tratando el problema de la población de Grecia es muestra más que suficiente. Pero me gusta imaginar que algo pueda cambiar, que los pueblos, en un acto de valentía altamente superior al de sus “dirigentes”, obliguen a éstos a cambiar el rumbo de sus acciones.