Parte de los sindicalistas opositores, ni siquiera todos, se encolumnaron detrás del paro de transporte en Argentina para reclamar por el, mal llamado, impuesto a las ganancias, que sería un impuesto a los altos ingresos. También reclamaron por la interferencia del Estado en las negociaciones de paritarias salariales. Los sectores de izquierda se ocuparon de hacer el trabajo sucio de cortar los principales accesos de la ciudad de Buenos Aires y los burócratas históricos se ocuparon del raid mediático denostando al gobierno nacional y buscando justificar su accionar extorsivo con proclamas revolucionarias. Lo que no tuvieron en cuenta es que su credibilidad está por los suelos y se han convertido en capos sindicales que, en muchos casos, son empleadores de buena parte de sus afiliados.
El ministro de Interior y transporte, Florencio Randazzo, por su parte dijo que “los sindicalistas decretaron la prisión domiciliaria de millones de argentinos”. Cabe destacar que el ministro es uno de los dos precandidatos presidenciales a suceder a Cristina Fernández de Kirchner y quien mantiene el pulso confrontativo con las grandes corporaciones mediáticas y con los sindicatos de transporte. Según sus palabras buscan que baje su candidatura, puesto que define a Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires y el candidato por el oficialismo mejor posicionado, como un candidato protegido por el establishment empresarial que incluye a los grandes conglomerados de medios. El jefe de Gabinete calificó la medida sindical de inútil y de casi una extorsión.
Uno de los dirigentes sindicales, Luis Barrionuevo, famoso por sus declaraciones incendiarias, el día de ayer comparó al gobierno de Cristina Fernández con la dictadura y dijo que “con los militares había más diálogo y se podía negociar más”. A confesión de partes, relevo de pruebas, diríamos en jerga judicial. Otros sindicalistas huelguistas repudiaron los dichos del líder de los gastronómicos, cuyos restaurantes y confiterías trabajan cada vez que hay paros. Los repudios se hicieron extensivos a funcionarios del gobierno, víctimas del terrorismo de Estado, referentes de los Derechos Humanos como Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, comunicadores y todo el arco sindical que no convocó al paro.
Choque de trenes
Randazzo el día lunes debía presentar en la estación Temperley la circulación de coches 0 km en uno de los ramales más utilizados del gran Buenos Aires en reemplazo de los vetustos trenes que funcionaban hacía décadas. En la noche del domingo, un tren embistió una locomotora saltándose semáforos en rojo y alertas en la cabina. En una demostración más de los métodos inaceptables de los choferes de locomotoras, uno de los gremios más combativos y que vienen repitiendo estos “accidentes”, en muchos casos mortales, aunque el del domingo, no provocó víctimas fatales. El maquinista y su ayudante han sido detenidos en el día de hoy para que declaren ante el juez por su desempeño temerario.
El choque fue, casualmente, en la misma estación en la que a la mañana siguiente haría su aparición pública el ministro que está llevando adelante la renovación de los ferrocarriles en la Argentina. En el año 2012 ocurrió una tragedia tremenda en la estación Once de Buenos Aires, donde murieron 51 personas, por la que hay un juicio muy importante en curso y donde todo parece indicar la responsabilidad del maquinista, que no utilizó los frenos en la entrada a la estación. Aunque también se juzgan fallas de mantenimiento, de señalización y estado de las vías.
Tras este lamentable suceso, el gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner decidió impulsar la estatización de la prestación de todos los servicios de trenes de pasajeros de la Argentina, que en manos concesionadas habían derivado en un vaciamiento letal.
Los maquinistas se opusieron a la colocación de cámaras de seguridad en las cabinas de los trenes y pudieron computarse choques y descarrilamientos sospechados de intencionales para complementar el repudio sindical a estas medidas. También hubo incendios de los trenes 0 km incorporados y el deterioro del interior de los coches las noches previas a las inauguraciones. El proceso es conflictivo y brutal, con los trabajadores de los ferrocarriles divididos entre los que apoyan la gestión estatal y los que alientan la gestión de los propios trabajadores.
Candidaturas
No puede separarse este paro dentro del contexto de la conformación de las alianzas electorales y las precandidaturas presidenciales de cara a los comicios que definirán la sucesión de Cristina Fernández. A los dos ya mencionados candidatos oficialistas, deben sumarse Mauricio Macri, jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que lidera el espacio de mayor definición de políticas liberales y el sector conducido por Sergio Massa, actual diputado nacional y ex intendente de la localidad de Tigre. Un espacio que es refugio de electrones libres, mayormente del tronco peronista, aunque en disputa con el peronismo representado en el kirchnerismo que detenta el poder político en la Argentina.
Macri pareciera ser el elegido por las cúpulas empresariales y el mayor poder mediático argentino, aunque Massa se resiste a bajar su candidatura y apuesta por sostenerse en base a alianzas claves y confiando en que se tuerza la confianza depositada en el empresario y ex dirigente de fútbol porteño.
Un camino lleno de disputas y calamidades espera a los argentinos en este combate político, con tránsfugas, acomodaticios y operaciones mediáticas de desprestigio y de blanqueo de candidatos. La posibilidad de que en algunos distritos se vota hasta 6 veces en el año, intensifica y prolonga las campañas electorales. El armado de las cúpulas y las preferencias de las bases, en algunos casos colisionan, aunque es indiscutida la conducción dentro del Frente Para la Victoria de la actual presidenta, que dio un largo discurso el 25 de mayo para un auditorio de más de 800 mil personas que la acompañaron y escucharon atentamente en la Plaza de Mayo y alrededores.