Son 5.000 los eritreos que son víctimas de abusos y violaciones de los derechos humanos que huyen del país todos los meses. La nueva denuncia de la situación en Eritrea, un país que muchas asociaciones definen como una “prisión al aire libre”, está contenida en una investigación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Después de más de un año de investigaciones, entrevistas y recopilación de material, el documento denuncia un sistema represivo en el que las personas son regularmente arrestadas, detenidas, torturadas o dadas oficialmente por desaparecidas y asesinadas.
Según los expertos, las violaciones cometidas a gran escala por parte o con la aprobación de las autoridades eritreas, podrían constituir crímenes de lesa humanidad y son la causa de un “éxodo masivo” de jóvenes eritreos que, actualmente, después de los sirios, son los segundos que se embarcan en peligrosas travesías en el Mediterráneo a bordo de barcazas.
Los tres miembros de la Comisión entrevistaron a 550 eritreos en ocho países (ya que el gobierno de Asmara nunca les dio permiso para viajar allí) y recibieron 160 informes escritos.
Eritrea, que es gobernado con mano de hierro desde hace 22 años por el presidente Isaias Afewerki, nunca organizó elecciones desde su independencia de Etiopía, en 1993. El informe evoca un sistema orwelliano de vigilancia masiva, en la que los ciudadanos son gobernados “por el miedo, en lugar de la ley”, donde vecinos y familia deben informar los unos sobre los otros; las personas permanecen detenidas durante años en condiciones horribles, sin saber por qué; donde el servicio militar por tiempo indeterminado le permite al régimen contar con mano de obra barata y en estado de esclavitud.