Como estaba previsto en el proceso de paz que debería llevar a mediados del año que viene a las primeras elecciones en la nueva región autónoma musulmana del sur de las Filipinas, y a pesar de algunos obstáculos, hoy los integrantes del Frente Islámico de Liberación Moro (MILF) ha entregado una primera partida de 75 armas de guerra.
Simbólicamente, también 145 ex-guerrilleros se rindieron y entregaron a los representantes del gobierno, y recibirán beneficios en dinero y la posibilidad de iniciar actividades económicas alternativas a la guerrilla. La desmovilización del total de 12.000 efectivos estimados del MILF se llevará a cabo en tres fases que coincidirán con la creación de su región autónoma, con el referéndum popular, y la definición de un liderazgo provisorio y la instalación de un gobierno autónomo.
Se trata de un momento de alto significado simbólico que concreta la voluntad de paz del mayor grupo rebelde islámico aún activo, luego de más de 40 años de guerra civil que ha causado la muerte de más de 100.000 personas. La ceremonia se llevó a cabo en la provincia de Sultan Kudarat, en la isla de Mindanao. Entre los participantes estaba el presidente Benigno Aquino, que ha querido fuertemente el proceso de paz y cuya intención era llagar a las elecciones en la región autónoma antes del fin de su mandato el año que viene.
La entrega de las armas se produce a pesar de que ambas cámaras del parlamento filipino hayan fallado en respetar la fecha del 11 de junio para aprobar la ley que define los rasgos principales del Bangsamoro (patria musulmana), la región autónoma que incluirá las provincias de Mindanao y el archipiélago de Sulu.
El Acuerdo Global para el Bangsamoro, firmado en marzo del 2014, ha llevado una paz relativa al atormentado sur filipino, a pesar de que otros grupos activos militarmente no han aceptado la que consideran una paz separada entre Manila y el MILF, y han seguido con esporádicas pero sangrientas acciones militares. Tanto el gobierno como la mayoría de la población musulmana, alrededor del 5% de los filipinos, siguen creyendo en la posibilidad de una paz concreta y muchos apuestan por la reapertura del parlamento en octubre que permita una rápida aprobación de la ley.