Pressenza publica, con el permiso correpondiente, este excelente análisis de la controvertida campaña antinuclear Wildfire>_ , que ha ido provocando dificultades por medio del humor y la sátira en los foros nucleares desde 2013.
En la sesión de clausura de la conferencia de revisión del TNP el 22 de mayo, Sudáfrica describió el régimen del TNP como una forma de «apartheid nuclear». Esto sin duda capta la idea de una minoría privilegiada que impone injustamente su voluntad a una mayoría marginada. Pero en muchos sentidos, una mejor analogía es la de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos en la década de 1950 y 60.
Como Martin Luther King describió elocuentemente en su célebre discurso “Yo tengo un sueño» en 1963, la Constitución de Estados Unidos y la Declaración de la Independencia fueron un «pagaré» que los EE.UU. habían incumplido a los negros americanos. Los derechos y libertades supuestamente garantizados para todos eran, a través de las leyes de Jim Crow e innumerables medios informales, rutinariamente negados a los ciudadanos negros. Para el Gobierno de Estados Unidos en ese momento, y para muchos estadounidenses, se trataba de una situación que debía ser subsanada, eventualmente, en algún momento indeterminado en el futuro, cuando las condiciones fueran «buenas», a través de un proceso gradual, paso a paso, teniendo cuidado de mantener el «orden». Por supuesto, esto nunca sucedió. Solo cuando el movimiento por los derechos civiles comenzó a tomar acción directa (el Boicot de autobuses de Montgomery, los Viajeros de la libertad, y muchas otras protestas no violentas, imaginativas y extraordinariamente valientes), las cosas empezaran a cambiar.
Del mismo modo, el TNP es un «pagaré», un compromiso inequívoco de los estados poseedores de armas nucleares a desarmarse, que ellos han incumplido. Y del mismo modo, los Estados no poseedores de armas nucleares están obligados a tener paciencia; la situación será remediada, en algún momento indeterminado en el futuro, cuando las condiciones sean «buenas», a través de un proceso gradual, paso a paso, teniendo cuidado de mantener la «estabilidad estratégica». Por supuesto, esto nunca sucederá.
Y ahora que la iniciativa de las consecuencias humanitarias ha planteado la posibilidad de que los Estados no poseedores de armas nucleares tomen el asunto en sus propias manos, escuchamos con desconfianza las voces de algunos estados ambiguos que vienen haciendo una serie de advertencias y ruegos sorprendentemente similares a los que King escuchó por parte de los que él llamó «blancos moderados». En su Carta desde una cárcel de Birmingham, King escribió, «la gran piedra con la que el negro se tropieza en su paso hacia la libertad no es el Consejo de Ciudadanos Blancos o el Ku Klux Klan, sino el blanco moderado, que es más apegado al «orden» que a la justicia; que prefiere una paz negativa que implica la ausencia de tensión a una paz positiva que implica la presencia de justicia; que constantemente dice: «Estoy de acuerdo con usted en el objetivo que busca, pero no puedo estar de acuerdo con sus métodos de acción directa” … que vive con un concepto mítico del tiempo y que constantemente aconseja al negro a esperar por una «temporada más conveniente».” Escuchamos a los países ambiguos haciendo llamados para «unirse a los estados con armamento nuclear, para no enfurecerlos», que un tratado de prohibición sería una «confrontación», una «provocación» o una «interrupción» que pondría en peligro los futuros pasos hacia el desarme, que no existe sustituto posible al progreso gradual, en crecimiento – aun cuando nada esté sucediendo.
King no se dejó influir por tales argumentos; como él escribió: «Sabemos por experiencia dolorosa que la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser exigida por el oprimido». Los Estados no poseedores de armas nucleares, y en especial aquellos que se han unido el Juramento Humanitario, deben prestar atención a sus palabras. Ellos deben reconocer «la feroz urgencia del ahora. No es el momento de darse el lujo de enfriarse o de tomar píldoras tranquilizantes de gradualismo».
Si tienes un sueño que las armas nucleares sean algún día prohibidas y eliminadas, entonces necesitas ponerte de pie y actuar. Alguien tiene que dar el primer paso, negarse a renunciar a su asiento en el autobús. Así que, ¿qué país será el Rosa Parks del desarme nuclear?