Ni el despilfarro del gobierno de Ilham Aliev en los Juegos Olímpicos Europeos de junio de 2015 ─que incluye el pago del transporte y el desayuno con kukú azerí para los 6.000 atletas durante el certamen─ cambiaron la decisión de los líderes europeos de boicotear la ceremonia de apertura en protesta, dicen, por la persecución de disidentes. ¿Piensan también castigar a los jeques saudíes por prohibir partidos políticos, sindicatos, prensa libre, o decapitar a mujeres y hombres en las plazas públicas; o a los emires del régimen medieval de Qatar por matar por explotación a cerca de 1.200 inmigrantes-esclavos que trabajaban en las obras del Mundial de fútbol de 2022?
La verdadera razón es otra: el giro en la política exterior de Bakú dirigida por Ilham Aliyev, hijo de Heydar Aliyev (1993-2013) ─el cacique aliado de EEUU─, que manteniendo el mismo sistema político de “mercado y represión”, ha optado por la distensión con Rusia en vez de ser base militar de la OTAN en el Cáucaso Sur a cambio de nada.
Hace tan sólo dos años, Azerbaiyán (que significa “Morada de Fuego” en persa) acogía la reunión EEUU-Azerbaiyán: Visión del Futuro, con presencia de decenas de políticos-empresarios como el vicepresidente Joe Biden, Paul Wolfowitz, uno de los carniceros de los pueblos iraquí y afgano, y representantes de una quincena de petroleras como BP, Chevron y ConocoPhillips. Iban a consolidar el dominio de EEUU-UE sobre el hidrocarburo y el enclave del Cáucaso, a las mismísimas puertas de Moscú.
Rusia defiende su “extranjero cercano”
Sin embargo, la dinámica geopolítica de la región había cambiado, sigilosamente: la Doctrina Putin, que incluye recuperar la influencia de Moscú en el espacio ex soviético, avanzaba ya sin pausa. Y ha conseguido:
– Impedir que EEUU y la UE construyeran el gaseoducto Nabucco.
– Frustrar el proyecto GUAM, una alianza militar entre Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia, sucursal de la OTAN en la zona.
– Que el Quinteto Caspio dijera “no” a la presencia de EEUU de forma unánime.
– Que Azerbaiyán abandonara el proyecto KASFOR, grupo de cooperación naval con EEUU en el Mar Caspio. Esta iniciativa que fue propuesta por Rusia cuando Moscú cooperaba con la OTAN, levantó tantas suspicacias que Irán también la rechazó. Hoy que Vladimir Putin reactiva el proyecto como una iniciativa desvinculada de EEUU, Bakú y Teherán pueden mostrar interés.
– Cerrar la Ruta del Norte al envío de equipamiento militar de la OTAN a Afganistán, como represalia a las provocaciones de la Alianza en Ucrania, dejando a su suerte a miles de sus soldados en manos de Pakistán y los talibanes.
Además, cuenta con las siguientes bazas:
– La fuerza de respuesta rápida desplegada en la costa del Mar Caspio.
– Influencia en el enclave de Nagorno-Karabaj, y tropas en la base de Gyumri, Armenia, país de gran valor estratégico. Las peticiones de EEUU-UE a Ankara para que se acercara a Ereván, reconociendo el genocidio armenio (para así sacarle a éste país de la órbita rusa), fueron frustradas y para más inri aumentaron la desconfianza de Bakú hacia los occidentales.
– La cooperación de Giorgi Margvelashvili, el nuevo primer ministro de Georgia, quien en 2013 desalojó del poder al pro-otanista Mikheil Saakashvili. Que EEUU se negara a apoyarles militarmente en la guerra que tuvieron con Rusia en 2008 fue toda una lección.
– La posibilidad de bloquear los oleoductos de Azerbaiyán en cualquier momento. También desde Georgia.
– Aumentar el peso de Turkmenistán (cuarta reserva mundial de gas) en la región, en perjuicio de Azerbaiyán.
– Construir con Turquía el gaseoducto Corriente Turca, con destino a Europa, que competirá con el proyecto del Gasoducto Trans-Anatolia (TANAP) patrocinado por EEUU, la UE y Azerbaiyán.
– Ampliar la estación de radar antimisiles que posee, desde la era soviética, en la ciudad azerí de Qabala.
El sólido frente compuesto entre Rusia, Irán y Armenia observa con satisfacción y preocupación la desintegración del eje EEUU-Israel-Azerbaiyán-Turquía.
Un Yihad+Maidan para Azerbaiyán
Richard Morningstar, embajador de EEUU en Bakú, amenazó a Aliev con tener su propia “plaza Maidan” a la ucraniana como consecuencia de su política. Lo que no ha desvelado es si en Azerbaiyán también habrá una “revolución de colores” o un golpe de Estado. Morningstar, enviado por Barack Obama a la zona para apartar a Rusia de los proyectos energéticos del Caspio, promovió el Corredor de Gas del Sur (Azerbaiyán-Turquía-Grecia) y, tras enterrar el gaseoducto Nabucco, se propuso llevar el gas de Shah Deniz azerí, uno de los yacimientos más grande del mundo, a Grecia, Albania e Italia, siempre y cuando Rusia se quedase con los brazos cruzados.
Promover otro conflicto con Armenia; una agitación étnico-religiosa (como, por ejemplo, apoyar el separatismo de los taleshies, comunidad de origen iraní de unas 300.000 personas); llenar la prensa de casos de tortura, utilizar a los presos políticos o la tragedia del millón de refugiados de la guerra con Armenia; “luchar contra el terrorismo” y convertir a los yihadistas que, tras la inestimable ayuda de los saudíes, aparecieran en este Estado musulmán en la excusa para que EEUU y la UE preparen otro plan para cambiar el statu quo de la región. El Barack Obama del primer mandato, una alianza anti-China con Moscú era más importante que apoderarse de las complicadas repúblicas ex soviéticas. Ahora, el intrépido presidente lucha contra ambos y, tras su gran ofensiva contra Rusia desde Ucrania, ha abierto otro frente de conflicto desde Cáucaso.
En Azerbaiyán ya operan los yihadistas del grupo Jamaat (Comunidad), conectados con islamistas chechenos, el Emirato de Cáucaso y con el Estado Islámico de Siria: el ataque a Eurovisión en 2012 y el asesinato de varios clérigos chiíes llevaban su sello.
La respuesta del georgiano Margvelashvili a las injerencias de EEUU y la UE ha sido cerrar la oficina de Radio Free Europe, negar visado a varios medios europeos y también al Open Society Foundation de George Soros.
Hoy por hoy, y en el medio de una cruenta guerra mundial por el gas, EEUU ha vuelto a quedarse sin un punto de apoyo en Eurasia.