Hace menos de un mes del cambio de gabinete del gobierno de Bachelet, inmerso en la mayor crisis de credibilidad que haya tenido hasta ahora fruto de diversos escándalos en los que se ha visto involucrada la clase política y los empresarios.
Mientras el poder judicial intenta esclarecer los distintos hechos y la Fiscalía reúne las pruebas de sobornos, evasión tributaria, malas prácticas y financiamiento del sector privado a los representantes en el Parlamento, el ejecutivo intenta impulsar la tramitación de un conjunto de medidas tendientes a fortalecer la probidad y frenar la corrupción en el ámbito público y político.
Sin embargo el encargado justamente de dicha tramitación, el Ministro Secretario General de la Presidencia, Jorge Insunza, ha sido fuertemente cuestionado tanto por la oposición como el oficialismo por asesorías que prestó a empresas mineras cuando se desempeñaba como diputado, ante lo cual resultó impresentable mantenerse en el cargo y renunció este domingo.
La salida de Insunza de la Segpres fue la respuesta a las críticas a sus asesorías, las que entregó cuando era parlamentario y presidente de la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados, a la minera estatal Codelco y a Antofagasta Minerals.
Michelle Bachelet aceptó su renuncia desde París, donde se encuentra en estos días.
No se entiende por qué al personero se le otorgó el cargo y aceptó ser nominado Ministro hace pocas semanas, a sabiendas de los conflictos de intereses y su involucramiento en este tipo de relaciones turbias entre el dinero y la política, esperando a que se le enrostren hechos de los que sin duda tenía pleno conocimiento.
Al renunciar señaló que «No hubo ilegalidad alguna en mis trabajos anteriores, pero se nos exige más que eso». ¡Por cierto! Se exige decencia, responsabilidad política, transparencia y probidad.
¿Será tan difícil de entender?