El viernes 22 de mayo culminó en Nueva la Novena Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear, que ha sesionado durante cuatro semanas. Este tratado internacional intenta equilibrar los temas del derecho de los países a perseguir usos pacíficos de la energía nuclear, la no proliferación de armas nucleares en países que no los tuvieron antes del año 1968, y el desarme de los cinco países que sí tienen armas nucleares desde antes de 1968.

El tratado original tenía el año 1995 como fecha límite para el desarme. No se logró y en ese año se acordó extender el acuerdo indefinidamente, siempre bajo la perspectiva de que se avanzara hacia el desarme. Hemos entrevistado directamente desde Nueva York a Carlos Umaña, médico costarricense, activista de la Red Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear. Carlos participó como parte de la delegación de Costa Rica en esta conferencia. Transcribimos para nuestros lectores esta interesante entrevista.

P: ¿Qué nos puedes comentar sobre los avances en el marco de esta conferencia? ¿Se ha decidido ya una fecha para eliminar las armas? ¿Cuáles son los problemas que hay?

CU: Lamentablemente, eso es algo que no va a salir de esta conferencia. Han sido cuatro semanas bastante cansadas. Ha habido mucha negociación. Ha habido países con posiciones muy firmes. Pero el marco del Tratado de No Proliferación está claro. Está más que claro que no se va a conseguir el desarme a través de este tratado. Estamos hoy por ver el documento final de la conferencia. La conferencia de examen es una conferencia que se hace cada cinco años para ver el estado del Tratado de No Proliferación. Como bien lo dijo Tony, es un tratado que se divide en tres pilares: el pilar del desarme, el pilar de no-proliferación y el pilar de usos pacíficos de la tecnología nuclear.

El tratado ha sido exitoso en cuanto a la no-proliferación horizontal, es decir, que otros países no tengan armas nucleares. En cuanto a la proliferaicón vertical, es decir, que los países aumenten sus arsenales y su tecnología para desarrollar armas nucleares, no ha sido para nada exitoso el tratado. Más bien los países poseedores de armas nucleares están usando este tratado, el TNP, como una herramienta (o ellos lo interpretan como un permiso), para poseer las armas nucleares de forma indefinida.

El documento final que se produce es supuestamente un documento de consenso, pero la estrategia de negociación o el procedimiento de negociación, al final lo que hace es producir un documento de parte de la presidencia de la conferencia y al final los países tienen que acordar o no si están de acuerdo con este documento. Y el documento en sí es muy débil en cuanto lo que son compromisos para el desarme.

P: ¿Cuáles son los aspectos de ese documento que tú destacarías? ¿qué avances identificas? ¿hay algo importante en el documento o es una formalidad?

CU: Bueno, el avance del documento tiene que ver con el ímpetu que ha habido en cuanto a desarme nuclear en los últimos dos años, particularmente. En los dos últimos años se iniciaron unas conferencias, por fuera de la ONU, que tratan sobre las consecuencias humanitarias de las armas nucleares, de las catastróficas consecuencias humanitarias de las armas nucleares. Fueron tres conferencias bastante grandes. La primera fue en Oslo, Noruega; la segunda fue en México; y la tercera, el pasado mes de diciembre, fue en Viena, Austria.

En este aspecto, generó muchísima conciencia entre los países, principalmente entre los no poseedores de armas nucleares, y ese lenguaje se ha visto reflejado, tanto en las discusiones en el plenario como en este documento final.

Tal vez, el logro más grande de esta conferencia no vaya a ser el documento final que se produce en la conferencia, sino las posiciones que han expresado todos los países durante la conferencia y las alianzas que se han hecho, que van a forjar tal vez los pasos a seguir por fuera del Tratado de No Proliferación, porque es evidente que en este tratado hay, lo que ellos llaman, un vacío legal. Ese vacío ha permitido que desde que se creó este tratado hace 45 años hasta hoy, no haya sido posible avanzar en el desarme. Entonces, es un vacío legal que se va a procurar llenar, probablemente, con otro instrumento jurídicamente vinculante.

P: La región latinoamericana ha sido parte de una zona libre de armas nucleares desde 1968, con el Tratado de Tlatelolco. ¿Por qué la gente de aquí, de América Latina, de Ecuador, debe preocuparse de las armas nucleares? ¿Qué tiene que ver con esta región, si es libre de ellas?

CU: Bueno, es una pregunta muy interesante. Muchas veces en Latinoamérica pensamos “bueno, las armas nucleares no son nuestro problema; nosotros tenemos otros problemas que resolver”. De mi región, por ejemplo, mi sub región en Centroamérica, pensamos nosotros que tenemos otros problemas: violencia, pobreza, armas pequeñas, etc., y que tenemos, efectivamente, la zona libre de armas nucleares más grande y más proactiva de todo el mundo. El organismo para proscripción de armas nucleares, o PANAL, que no la tienen ninguna de las otras regiones libres de las armas nucelares, y de hecho el Tratado de Tlatelolco precedió al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Entonces, uno podría pensar: “bueno, aquí el problema está resuelto; sigamos con lo que sigue”. Pero lo que pasa es que estar en una zona libre de armas nucleares no nos protege, en absoluto, de las consecuencias globales de las armas nucleares, de un uso ya sea accidental o intencional de las armas. Evidencia reciente y estudios prospectivos hechos por climatólogos sobre los efectos globales que tendría un conflicto muy limitado entre India y Pakistán, por ejemplo, que es un conflicto local muy lejos de nosotros y con un arsenal bastante limitado, serían muy severas. El cambio climático global que ocasionaría afectaría la producción de granos básico y terminaría con una hambruna global de dos mil millones de personas. Y los que estaríamos más afectados por esa hambruna global seríamos los países del sur, propiamente. Mientras existas estas armas todos estamos en un riesgo inminente de aniquilación total o de sufrir consecuencias catastróficas severas mientras existan esas armas.

P: Comienza a haber un movimiento desde los países que no han producido armas nucleares, también exigiéndoles el desarme a los que sí lo han hecho y sí las tienen. ¿Qué nos puedes contar de este nuevo panorama de presión?

CU: Está claro que los países poseedores de armas nucleares no van a tener la iniciativa de inicar el desarme. Eso está clarísimo. Y está claro también que el mundo está dependiendo de las zonas como nosotros, como Latinoamérica, que es una zona no solamente libre de armas nucleares, sino también es una zona de paz con la autoridad moral para producir este desarme. Hay países que han tomado la batuta en este sentido. Austria es uno, México ha sido otro, y Costa Rica también se ha destacado en esta lucha. Y son otros varios países. Todos estamos vinculados contractualmente con este Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. El artículo 6 del tratado obliga al desarme, es una obligación que contrajeron todos los Estados parte del tratado. Entonces el desarme no solamente es una obligación de parte de los países que están nuclearmente armados, es una obligación absolutamente de todos los Estados parte.

Entonces, todos tenemos que estar buscando este desarme, y precisamente son los países que han tenido una tradición humanitaria más fuerte los que están ahora buscando esas iniciativas de desarme. Y lo que se busca, una de las herramientas que se está promocionando, es otro tratado para la prohibición completa de las armas nucleares. La prohibición de las armas nucleares lo que haría es estigmatizar las armas y obligaría a los Estados a tomar una decisión al respecto, a decir: “las armas nucleares son buenas o no son buenas”. Y en ese sentido, cuando ya toda la comunidad global haya dicho: “las armas nucleares no son buenas, son inaceptables”, entonces ahí será mucho más fácil producir el desarme.

P: ¿Qué pasa con los usos pacíficos de la energía nuclear? ¿Cómo se ve eso desde esa conferencia, desde ese tratado? ¿Qué posibilidades reales hay de diferenciar una cosa de otra cosa? ¿Cómo es esto?

CU: Bueno, el tema de la tecnología nuclear es algo que podría complicar un poco la discusión sobre las armas nucleares porque son dos temas distintos, aunque están relacionados. Las consecuencias humanitarias de la tecnología nuclear son graves. Un ejemplo próximo es el desastre que hubo en Fukushima. Las personas habitantes de Fukushima ahora sufren las mismas consecuencias por radiación y el mismo estigma social, porque eso también trae un estigma social.

La gente no se quiere casar con los sobrevivientes de un accidente semejante, no los quieren contratar en trabajos porque saben que se van a enfermar posteriormente. Los sobrevivientes del accidente de Fukushima son considerados hibakusha. Hibakusha es la palabra japonesa para un sobreviviente de un ataque nuclear.

La tecnología nuclear no es en realidad un conflicto en este tratado. Hay varios países que consideran (Austria y Costa Rica, inclusive) que la tecnología nuclear, la energía nuclear propiamente, no es segura ni sostenible, pero en ese sentido no hay conflicto porque se respeta el derecho de los países para promulgarla.

Lo que sí (volviendo a la pregunta anterior, en cuanto a los países no nuclearmente armados que son los países que han tomado la batuta en esta conversación), lo que sí se está viendo ahora (lo que es genial, por lo que me encanta estar en este momento en esta lucha), es que hay un cambio paradigmático actualmente en cuanto a las relaciones de poder.

Ya estamos dejando de ver que un país que tenga más armas nucleares se vea como una potencia, como alguien con prestigio. Más bien, el prestigio se le está dando ahora a los países que están buscando las soluciones alternas, que están promoviendo la resolución pacífica de conflictos, que están promoviendo el desarrollo sostenible. Esos son los países con prestigio, no los países que están teniendo sus armas nucleares.

Transcripción de Fernando Torres