Más de 200 réplicas superiores a cuatro grados en la escala de Richter han sacudido a Nepal desde el terremoto del 25 de abril, y 36 de diversa magnitud a partir del que se registró ayer, indicó hoy el Centro Sismológico Nacional.
Los sacudones claramente perceptibles en los últimos 18 días suman 238, lo que da un promedio superior a 13 por día, o sea, más de uno cada dos horas.
Junto a edificios derruidos y calles llenas de escombros, televisoras locales y extranjeras entrevistan a transeúntes ojerosos y famélicos según los cuales apenas duermen por la noche, bien porque pernoctan al raso, o porque si lo hacen bajo techo temen que este se desplome a causa de un nuevo sacudón.
El sismo del 25 de abril deja más de ocho mil muertos y multimillonarias pérdidas materiales, pero también un trauma psicológico que presumiblemente acompañará por siempre a quienes escaparon con vida, atentos a la más ligera vibración del suelo incluso cuando intentan conciliar el sueño.
Sus desvelos resultaron fundados la víspera, cuando un sismo de 7,3 grados volvió a conmover a la pequeña nación del Himalaya y, según reportes provisionales adelantados por el Ministerio del Interior, causó otras 65 víctimas mortales y más de dos mil lesionados.
Su epicentro se localizó en el noreste del país, cerca del monte Everest, pero la remezón fue perceptible en la India y Bangladesh. Casi de inmediato se sintieron seis réplicas en sucesión, una de ellas de tanta magnitud como de 6,2 grados.
De ayer para acá los redobles superiores a cuatro grados suman 36, o sea, un promedio de uno y media por cada hora.
«La tierra no deja de temblar. Todavía no sales de un susto y ya entras en otro», dijo a una televisora en Katmandú una mujer mientras apretaba contra su pecho a un niño de meses.
Según el último reporte del Ministerio del Interior, más de la mitad de los muertos por el terremoto de ayer residían en el distrito de Dolakha, que ya había sido fuertemente golpeado por el del 25 de abril.
Lo peor es que la historia no ha terminado: los expertos auguran nuevos movimientos de impredecibles magnitudes porque lo evidente es que en el Himalaya está en curso un proceso de reacomodo de la corteza terrestre iniciado hace miles de años.