En el programa de radio de Pressenza en Radio Pichincha Universal del viernes 15 de mayo, abordamos la situación de la mujeres en algunos países de Africa. Compartimos con nuestros lectores la entrevista realizada.
Hace pocos días atrás el ejército francés enviado en una misión humanitaria a la República Centroafricana fue acusado de violaciones a las mujeres de este país. Son muchos los países de África que continúan viviendo las atrocidades de sus propios conflictos y de la presencia de ejércitos extranjeros en sus territorios. Hemos invitado a Blanca Diego, comunicadora, parte del colectivo Lola Mora Producciones, un colectivo con años de trabajo en temas de género en diferentes partes del mundo y, muy especialmente, en África. Blanca vive entre Sudán del Sur y La República Democrática del Congo y conoce, a fondo y de cerca, la situación de las mujeres en estos países en conflicto. Aquí, la entrevista.
P: ¿Cómo describirías el contexto de países como Sudán del Sur, Congo y, en ese contexto, la situación de las mujeres?
BD: Es imposible hacer un contexto general para la región del Africa Subsahariana porque nada tiene que ver la situación que vive la República Democrática del Congo, donde se supone se vive un momento de estabilización y reconducción, y que va a estar muy influenciada por la situación en Burundi, dado que Hutus y Tutsis, son parte de las etnias que habitan esta región de los Grandes Lagos. Otra cosa sucede en Sudán del Sur, región más próxima a Etiopía y Eritrea. Pero, si hablamos de las mujeres, es cierto que hay circunstancias que son comunes.
P: ¿Cómo describes esos rasgos comunes en la situación de las mujeres en estos países?
BD: Creo que tanto en Congo como en Sudán del Sur y la República Centroafricana hay un elemento común que es la discriminación y la desigualdad que hay hacia las mujeres. Estamos hablando de sociedades que aunque no son homogéneas, porque están constituidas por etnias y tribus muy diversas, sí funcionan con un sistema de poder que favorece a los hombres y discrimina a las mujeres. Las discrimina en sus derechos de acceso a educación, salud, trabajo; las discrimina porque no toma en cuenta cuáles son sus necesidades específicas cuando están embarazadas o enfermas, por ejemplo.
Y esta situación se acentúa cuando en cada uno de estos países, crece el conflicto y el enfrentamiento. Es el caso de Sudán del Sur que vive una guerra fratricida desde 2013; o de Congo, en la ciudad de Bukavu, donde también se vive un conflicto armado por una serie de intereses en torno a los recursos naturales que provoca que los enfrentamientos repunten cada pocos meses.
Las situaciones de discriminación hacia mujeres y niñas tan absolutas cuando no hay guerra, empeoran cuando hay guerras. Allí se dan violaciones sexuales brutales y atroces. Esa discriminación se convierte, en países donde hay guerra y conflicto armado, en violaciones sexuales que convierten a las mujeres en botín de guerra, campo de batalla y expresiones similares con las que, lamentablemente, estamos familiarizados.
Pensando un poco en la introducción que hicieron sobre la República Centroafricana quiero aprovechar para denunciar que Naciones Unidas no ha sido capaz y no ha tenido la voluntad de poner medidas y acabar con la impunidad hacia todos los casos de violencia sexual y prostitución infantil por parte de cascos azules o, en este caso, por el ejército francés. Se trata de personal militar que se aprovecha de su lugar de poder frente a mujeres, niñas y niños que viven en situaciones de vulnerabilidad. Esta situación se vive hoy y se ha vivido antes en diferentes países.
P: ¿Por qué la ONU no reacciona? ¿Por qué el mundo no reacciona frente a estas situaciones de mujeres y niñas?
BD: Esa es la gran pregunta. Por qué quince años después del inicio de la guerra en el Congo seguimos denunciando niveles y números tan altos de violaciones sexuales relacionados con la guerra. Por qué, si ya existen protocolos, medidas y normas internacionales. Por qué tras el terremoto en Haití aún hoy se sigan denunciando miles de violaciones sexuales a niñas y mujeres en esos “sitios seguros” para la población. Y la respuesta sigue siendo que mientras no exista voluntad real de un cambio y de eliminar la impunidad, nada va a pasar.
P: Toda esta situación está a punto de estallar frente a la pasividad del mundo que siempre mira con mirada condescendiente al Africa. ¿Te parece que los africanos están en situación de hacerse cargo de su destino, de hacer frente a sus problemas?
BD: Por supuesto que son capaces, no son menores de edad. ¿Acaso no me estoy haciendo yo ahora la pregunta de por qué Naciones Unidas no es capaz de atajar este problema? ¿Existe la voluntad? No. Da igual negros, blancos, africanos, asiáticos, latinoamericanos. Las cifras, los hechos, el número de asesinatos de mujeres sigue siendo muy alto. Seguimos en un sistema en el que hay un desequilibrio de poder. Tenemos que darnos cuenta que esto es un reparto de poder desigual, desequilibrado y si no llega a otro nivel en la balanza, pues van a continuar las violaciones de diferentes derechos. Me gustaría recordar también el retroceso que se ha dado en los derechos sexuales y reproductivos de la mujeres en Ecuador, cuando hasta hace 2 años era de las mejores y las más progresistas. Lo que está pasando es que cuando se tiene el poder en distintas esferas, se utiliza y desde luego que el cuerpo de las mujeres hay que controlarlo, porque somos nosotras las que parimos y damos vida.
P: Hace dos semanas hablamos de la migración masiva de África hacia Europa y nuestro entrevistado nos decía que la presión viene desde el sur de África también. ¿Tú ves esto allí?
BD: Por supuesto. Sudán del Sur es un país que nació en 2011, tras separarse del norte, y comienza un boom económico y toda la diáspora que estaba en Estados Unidos, Canadá, Australia, regresa. ¿Qué pasa? Que en 2013 estalla la guerra y todo se viene abajo y la gente, que jamás ha vivido en paz, que podía haber comenzado a invertir en su país, se ven de nuevo sin trabajo, sin perspectiva, sin poder proteger a sus hijos, optan por huir. Primero a los países vecinos. Pero toda esa diáspora que había venido a invertir en su país, una diáspora educada, con dinero, con poder adquisitivo, se vuelve a marchar y se van a fronteras europeas, Estados Unidos, Canadá.
P: Sabemos que hay acciones transformadoras en marcha, mujeres trabajando por sí mismas, ¿qué perspectivas ves?
BD: Pues son difíciles pero, en efecto, hay iniciativas para resistir y para proponer. En Sudán del Sur, una parte de la diáspora se está organizando en la Universidad Pública de Juba y tratan de dialogar y abrirse a una negociación que no acaba de llegar entre dos grandes hombres, viejos ya, que no representan ni a la diáspora ni a la gente joven del país, pero es un espacio de diálogo político. Hay también un proyecto denominado Raíces, que apoya a mujeres que sufren maltrato dentro de sus casas porque, lamentablemente, el horror es más grande dentro de la casa que fuera. En la República Democrática del Congo, nosotras, Lola Mora Producciones, llevamos adelante un proyecto llamado Mujeres al Teléfono, que es un sistema de comunicación vía SMS para que las mujeres alerten sobre su situación de seguridad. Nosotros derivamos esta información a quienes corresponda. Estas son algunas alternativas, a veces de resistencia y a veces de propuesta.