En los momentos iniciales de la discusión en el parlamento italiano sobre la “Buena Escuela” (así se llama el proyecto de reforma del sistema escolar), Matteo Renzi ha enviado un correo electrónico a todos los maestros (si los poderosos medios de la Consejería de Educación tuvieron éxito en esta tarea; varios colegas me dijeron que no lo han recibido). A mí sí me llegó y creo que es justo contestarla.
Estimado Matteo, el diálogo y el debate son ciertamente valores humanistas y no violentos por lo que, en primer lugar, me gustaría darte las gracias por la carta que has enviado.
No hay duda de que, con sus medidas, el gobierno quiere mejorarla escuela. El problema es que utiliza las herramientas equivocadas. Esto no es tan extraño, ya que utiliza las mismas herramientas en otras áreas. Tampoco es extraño que las utilice, dado que se trata de los fundamentos sobre los que se basa una visión del mundo que considera al ser humano de una manera determinada.
Trataré de explicarme y concretizar lo particular sobre la escuela.
En mi opinión, las piedras angulares de la reforma son dos: la meritocracia y el autoritarismo. Estos dos conceptos se basan en la idea de que el ser humano es un animal salvaje que puede, a través de las constricciones apropiadas, obligárseles a hacer lo que quieras: una versión moderna y actualizada de la idea pavloviana de que con la recompensa y el castigo es posible hacer aprender a un animal varias cosas. La idea de los votos, reintroducida por el ministro Gelmini durante el gobierno de Berlusconi, encuentra su lógica continuidad en la idea de la actual reforma de los incentivos económicos que debería conducir los maestros a formarse y enseñar mejor. Qué lejana se encuentra esta idea de, por ejemplo, los conceptos del Manifiesto de Chicago, según la cual la profesión docente es una vocación, o de la idea del maestro artista que era tan valorada por Rudolf Steiner, o incluso de la pedagogía activa de Freinet. Pero sobre todo, qué distante está de los principios de la Constitución o de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando dice:
Artículo 26. 1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria.
¿Por qué entonces crear graduaciones meritocráticas de alumnos, escuelas, institutos, si todo el mundo tiene derecho a la educación? Preferimos hablar de las condiciones de la enseñanza en términos de, no solo las edificaciones escolares, sino también de las relaciones numéricas entre los profesores y los alumnos (¿te parece posible 1-25?) y los entornos de aprendizaje. Porque para promover el trabajo conjunto se necesita de espacio y de ciertos números, de lo contrario el profesor se convertiría solo en el cuidador de un escuela-estacionamiento donde algo aprenden los que tienen otros recursos educativos provenientes de otras “agencias educativas” (como pomposamente se llaman a todas las escuelas e institutos privados en constante aumento).
Segunda cuestión: el autoritarismo: aquí podemos creer que si se da mayor poder a los Directores, se conseguirá la autonomía de las escuelas. La autonomía de las escuelas tiene sus instrumentos desde hace cuarenta años: los órganos colegiados; herramientas que pueden y deben ser mejoradas y aplicadas, y que por el contrario han sido burocratizadas y a menudo vaciadas de significado: los instrumentos que deberían crear la comunidad educativa que regiría la escuela: profesores, alumnos y padres de familia, en paridad. La historia dice que, en lugar ello, siempre se ha mantenido a los estudiantes al margen de las decisiones, mientras que a menudo los padres y los profesores eran instrumentos de ratificación formal de las decisiones tomadas en otros lugares. La escuela que tenemos es también hija de este autoritarismo que niega el principio básico de toda comunidad verdadera; y aquí también no se está en sintónía con este otro párrafo del artículo 26 de la Declaración Universal:
- La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
¿Cómo podemos enseñar el respeto por los derechos en un puesto donde no se tiene el derecho más básico para decidir sobre cosas banales?
El autoritarismo es, en este momento histórico, la manera de solucionar los problemas del sistema adoptado, en diversas formas y circunstancias, pretendiendo dar solución a los problemas del mundo; excepto que no tenemos la impresión de que los problemas del mundo (guerra, estado del medio ambiente, pobreza, inmigración, derechos humanos, etc.) estén disminuyendo; muy por el contrario, creemos que los problemas del mundo se agudizan por el hecho de que el poder real está cada vez más concentrando en las manos de unos pocos, quitando así el poder a la mayoría de las personas que se sienten solo como números estadísticos.
En este sentido, la nueva ley electoral es un claro ejemplo de cómo, en nombre de un extraño valor como la gobernabilidad, se ignore el principio democrático fundamental de “una persona, un voto”. Coincidentemente, cada vez menos gente va a votar gracias a una sensación “epidérmica” de que no sirve de nada.
El autoritarismo y la meritocracia tienen su punto de unión en las pruebas INVALSI[1]: un modelo de indagación del conocimiento uniformizado y uniformizante y donde la gran diversidad cultural, el desarrollo humano y social de nuestro país, son aplastadas. ¿Qué vamos a hacer si, como se espera, las pruebas INVALSI se convierten en uno de los criterios para la asignación de fondos a las escuelas? ¿Echaríamos por la borda a las escuelas con bajos resultados?
Estimado Matteo, algunas otras consideraciones.
El dinero que tú pones en las escuelas parece destinado a volver a poner en marcha sectores de la sociedad que tal vez no necesitan mucha ayuda: los bancos y los constructores; más un poco de dinero dedicado a la industria editorial y a los holding de formación.
El artículo de la ley, por lo que te jactas, requiere una serie de aspectos esenciales para futuras medidas del gobierno, dejándole bastante papel en blanco. Hecho también autoritario y peligroso.
Finalmente, una sensación: la carta, como el vídeo, suena mucho a una hábil propaganda al margen de decisiones ya tomadas. Así como la plataforma de consulta por Internet que hemos llenado con ideas y consejos que no han sido para nada tomados en cuenta.
Estimado Matteo: queremos una escuela propia de la Constitución, propia de la aplicación de los órganos democráticos de participación, con base en el concepto de comunidad, y donde se pueda trabajar y enseñar teniendo en cuenta las particularidades de cada uno, aprendiendo a ser partícipes de todo. Este es el futuro al que aspiramos y que viene empujando para su próxima realización.
[1] INVALSI es un sistema de pruebas de calidad que se distribuyen cada año a nivel nacional, todas iguales y con un sistema de respuestas cerradas; son varios años que dichas pruebas vienen siendo contestadas por sindicatos y pedagogos.