Hoy hay elecciones municipales en todo el estado español y en trece de las diecisiete autonomías (regiones). Más allá de los resultados electorales en España, hay algunos elementos a analizar.
Por primera vez, después de décadas, el bipartidismo y todo el panorama político ha vivido una revulsión en este país. Han surgido nuevas formaciones que vienen pisando fuerte, tanto en lo que podemos denominar derecha como izquierda, términos que todavía se utilizan pese a lo obsoletos que están ya.
Se ha generado una nueva forma de hacer política entre los progresistas, conectada con la población y que se apoya en redes sociales, además de no depender económicamente de los bancos en las campañas electorales sino de microcréditos de particulares a rembolsar.
El 15M, que nació hace cuatro años, removió conciencias y organizaciones y algunos supieron aprovechar aquella ola de apertura de futuro para colocarse en posiciones estratégicas y liderar una parte de aquellas ganas de cambio.
Pero este camino no está resultando fácil. Y ello se debe, entre otras cosas, a viejas formas de pensar y sentir, que están en nuestras conciencias y que no terminamos de soltar.
Aclararemos esto. Buena parte de la población se sigue moviendo desde el miedo y desde “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Prueba de ello es que millones de personas siguen votando a quienes se sabe públicamente que han hecho de sus gobiernos antros de corrupción; a quienes están privatizando y entregando a sus amigos los servicios públicos que pagamos entre todos, etc.
Pero otra gran parte ya está cansada de tanto engaño y tanta desigualdad social, de ver cómo sus vecinos, familiares, amigos o ellos mismos pierden su puesto de trabajo o tienen un trabajo precario y esclavizante; cómo no pueden llegar a fin de mes; cómo se celebra por parte de gobierno, patronal y sindicatos mayoritarios la previsión de subida de salarios de hasta un 1% mientras las empresas del IBEX35 presentan unos beneficios anuales del 19,5%.
Y esta parte de la población que no cree en los políticos corruptos espera otro futuro de las nuevas formaciones.
Las formaciones que podemos decir de derechas, sin casos de corrupción en su corta historia, podrían ser el recambio de quienes no saben cómo sacudirse tantos casos judiciales pendientes y van a defender de todos modos un modelo que privilegia a unos pocos, a los de siempre.
Pero de los que se dicen de izquierdas o progresistas, se espera mucho. ¿Qué harán si ganan u ocupan un buen número de cargos electos? No lo sabemos. Lo que sí conocemos y cuestionamos son ciertos procedimientos de decisiones verticales, falta de consenso interno y demasiados seguidistas puestos en cargos a dedo. Esto puede pasar factura a futuro si no se corrige a tiempo.
Ahora bien, no queremos dejar de comentar un aspecto que hemos corroborado en las últimas semanas y hasta hoy mismo. Tiene que ver con la confusión que se ha ido generando a lo largo del proceso de conformación y presentación de candidaturas, lo que supone que al día de hoy, día de votaciones, muchas personas no hayan terminado de aclararse de quien es quien y hayan llegado a los colegios electorales buscando papeletas que no existen.
Explicamos esto. Un año atrás surge un partido, Podemos, que salta con gran fuerza a la escena política en las elecciones europeas y que representa a parte del 15M. Esta formación política ha decidido presentarse a las elecciones autonómicas pero no a las municipales, posiblemente por falta de tiempo para poder desarrollar una estructura a esos niveles y el control sobre la misma.
En paralelo, se han ido constituyendo candidaturas ciudadanas para las elecciones municipales, con miembros de plataformas ciudadanas –como afectados por las hipotecas, antidesahucios, etc-, con militantes de partidos que vienen de lejos o partidos como Podemos, Equo o Ganemos.
Mientras esto se iba dando, formaciones que vienen de los primeros años de democracia y que, por diferentes motivos, temen perder su identidad se aferraban a las siglas y se enredaban en divisiones internas, corriendo el riesgo de desaparecer, con la mirada adentro y no hacia las necesidades de la población y huyendo de la búsqueda de la convergencia en la diversidad, característica de este momento histórico.
Pero decíamos que, para muchas personas, se ha creado una gran confusión generada por los grandes medios de comunicación y también por el proceso que se ha ido dando, en el cual el nombre que iba apareciendo cambiaba, pasando de Ganemos a Ahora Madrid, en la capital española por ejemplo, o de Guanyem Barcelona a Barcelona en Comú, en la capital catalana.
Muchas personas -de diferentes ideologías- se han quedado con la imagen de la jueza Manuela Carmena en Madrid o de la valiente Ada Colau en Barcelona, pero las buscaban en papeletas que no existían. Veremos qué pasa en unas elecciones emocionantes hasta el último momento.