Fuente: LolaMora producciones
El conflicto ha obligado a una buena parte de la población a funcionar únicamente con estrategias de supervivencia, limitando tanto sus voces como su poder colectivo. Entrevista desde Sudán del Sur a Nick Lacey, del programa Género y Protección de Oxfam, para hablar de la violencia contra las mujeres en la guerra, la Resolución 1325 de ONU y la perspectiva de género en la Acción Humanitaria.
Nick Lacey trabaja en el programa Género y Protección de Oxfam en Sudán del Sur, centrados en áreas dedicadas al agua, la salud y la higiene, los medios de vida y la seguridad alimentaria. Desde Juba, Nick Lacey responde, por correo electrónico, a la entrevista de LM Producciones.
El gran Sudán ha sido el último estado africano de la época colonial en desintegrarse y en dar paso a un nuevo país, Sudán del Sur, que el próximo mes de julio cumplirá cuatro años. Pero será una celebración flaca porque desde hace 17 meses, vive sumido en una guerra interna a la que se suman el hambre y la falta de medios. Millones de personas dependen de ayuda externa. Desde allí, Nick Lacey cuenta los detalles de la situación general actual y de la perversión que alcanzan las violencias estructurales perpetradas contra niñas y mujeres que, como sucede cuando una crisis violenta irrumpe en la vida cotidiana de la gente, se ceba con el género femenino. En la entrevista se tocan otros temas como la Resolución 1325 de ONU y la perspectiva de género en la Acción Humanitaria.
Parte I: La guerra y las mujeres
LolaMora: ¿En qué situación se encuentran ahora las mujeres y las niñas en Sudán del Sur?
Nick Lacey: Las perspectivas de género suelen ser una generalización y, por ello, no se puede hablar de una única situación de las mujeres y las niñas en Sudán del Sur; varía mucho si es del campo o la ciudad; del gobierno o de la oposición; alfabetizada o no, o de qué contexto étnico y cultural. Sin embargo, hay algunos temas que subyacen en casi todo el país. Las mujeres y las niñas, en la mayoría de culturas de Sudán del Sur, tienen un valor monetario. Normalmente, son vistas como un activo productivo que se negocia o cambia (trueque). El matrimonio es una transacción financiera sobre el precio de la novia y la propiedad de la mujer está claramente definida en la ley consuetudinaria. Esta situación general no permite que las iniciativas de empoderamiento ganen peso. Aunque las tasas de educación y alfabetización estaban mejorando a finales del año 2013 [en diciembre de 2013 estalla la guerra] se trata de un indicador secundario del nivel de empoderamiento femenino respecto al de la toma de decisiones en la casa, donde son obligadas a casarse con el hombre seleccionado y, posteriormente obligadas a producir un cierto número de niños y niñas. Esto se ha arraigado aún más en los últimos 50 años, a medida que el Sur [actual Sudán del Sur] luchaba por su independencia con Jartum [capital de Sudán], las mujeres llegaron a ser vistas como parte de la maquinaria de guerra: alejadas de la primera línea de fuego, producían luchadores. Lo cual no ha afectado solamente al valor otorgado a las mujeres sino que también ha creado el fenómeno, relativamente nuevo, de mujeres en la mira, como objetivos en los conflictos bélicos, y es solo ahora que son vistas como una contribución directa a los esfuerzos militares.
LM: ¿Qué diferencias existen entre las mujeres que viven en zonas no afectadas por la guerra y las que deben huir y refugiarse en campos o sitios seguros?
Nick Lacey: Las regiones de Sudán del Sur tienen maneras muy diversas de vida y de relaciones de género en tiempos normales de “paz”. En estos momentos, la mayor diferencia es que en los estados afectados por el conflicto hay más mujeres objeto de violencia sexual y mayor descalabro, a gran escala, de los mecanismos de justicia tradicional. Zainab Bangura, Representante especial del Secretario General de Naciones Unidas sobre la violencia sexual en los conflictos, afirmó que Sudán del Sur tiene el mayor índice de violencia sexual relacionada con un conflicto armado; que jamás antes, en sus 30 años de carrera, había visto tales niveles; y que niñas y mujeres están siendo atacadas, intencionalmente, por los dos bandos. El desplazamiento no sólo ha obligado a las mujeres a atravesar líneas de fuego, exponiéndolas a riesgos extremos, sino que también las ha dejado sin las estrategias comunitarias que se habían organizado para prevenir y responder a los casos de violencia. Han aumentado los riesgos que corren para mantener alimentadas a sus familias. Hay un alto número de denuncias de ofrecimiento de servicios sexuales a cambio de cosas para sobrevivir pero, como siempre, podemos suponer que estas denuncias son pocas comparadas con el número real de casos. Por otro lado, en las zonas sin conflicto armado, la sociedad civil y la voz de las mujeres continúan creciendo. La celebración del día Internacional de la Mujer fue un tributo, en casi todo el país, a los logros alcanzados diez años después de la firma del Acuerdo General del Paz. El número de mujeres en el gobierno y en los servicios públicos aumenta y la brecha de alfabetismo se acorta. Hay leyes que permiten a las mujeres ser propietarias de la tierra aunque culturalmente no sea aceptado. Estos avances no han sido derribados del todo por la guerra pero la crisis económica que se ha desatado en Sudán del Sur y el trauma social tendrán, sin duda, un impacto devastador en generaciones venideras. Como en cualquier situación en el mundo, las mujeres muestran su liderazgo a pequeña y gran escala, desde modificar políticas gubernamentales hasta cuidar de sus familias pero el conflicto ha obligado a una buena parte de la población a funcionar únicamente con estrategias de supervivencia, limitando tanto sus voces como su poder colectivo.
LM: ¿Existe un registro de víctimas de violencia sexual y de otras formas de violencia de género contra las mujeres?
Nick Lacey: El Sistema de gestión de datos sobre violencia por razón de género (GBVIMS, por sus siglas en inglés) – coordinado por agencias de ONU y el Comité Internacional de Rescate – existe oficialmente en Sudán del Sur pero apenas está dando sus primeros pasos. No es posible hacer pública la información porque aún existe mucho riesgo de que una superviviente [de violación] pueda ser identificada. Aún llevará tiempo convertir el sistema en una fuente útil de datos sobre la violencia sexual. El registro de casos de violencia de género por parte de agentes del Estado, por ejemplo, la policía, es un tema muy sensible. La policía solicita [a la víctima] una copia impresa de la documentación (Formulario 8) para registrar un caso de violencia de género, incluyendo la violación, y desafortunadamente, este formulario es un requisito para recibir atención médica. Se trata de una Ley que data del gobierno de Jartum (antes de la independencia de Sudán del Sur). A pesar de que las organizaciones de la sociedad civil llevan años pidiendo que este requisito sea abolido y de que existe un decreto ejecutivo que afirma que, una víctima superviviente de violencia no debe pasar por este proceso para recibir atención médica, lo cierto es que, en la práctica, la policía continúa bloqueando la atención médica mientras el formulario no se produce. Debido al estigma que rodea a la violación, muchas sobrevivientes no quieren denunciar el crimen. Por esta razón, muchas organizaciones de la sociedad civil, enfocadas en el trabajo de género, han dejado de presionar para obtener estadísticas sobre violencia basada en género, sobre todo cuando proceden del Estado.
LM: La forma más común de violencia de género, incluyendo la violación, es la perpetrada por la pareja, sea en un país en guerra o no. ¿Qué sabéis de Sudán del Sur?
Nick Lacey: A pesar de la falta de datos fiables, la violencia perpetrada por la pareja es definitivamente el tipo de violencia de género más común en Sudán del Sur, y tanto sus niveles como sus impactos se han visto afectados por la crisis actual. La pérdida de mecanismos por parte de los varones para proveer a la familia ha causado enormes tensiones al interior de los hogares, provocando aumento de la violencia hacia las mujeres; además de las dificultades que ellas también tienen para cumplir con las funciones culturalmente asignadas. A medida que muchas familias se han desintegrado, y que muchos maridos ya no pueden estar cerca de sus familias, la violencia no siempre es perpetrada por la pareja sino también por miembros de la familia de diferentes generaciones o de la familia extendida (violencia doméstica). Esto se debe, con frecuencia, a que se espera de las mujeres, sin importar su edad, que cumplan con todas las tareas que tienen que ver con la comida, el agua, la limpieza y demás actividades relacionadas con la casa. Durante el desplazamiento, es casi imposible que las mujeres puedan llevar a cabo todas las tareas, y por eso aumenta la violencia doméstica. Desafortunadamente, en la actual crisis, es común ver que los padres de familia llevan a cabo una estrategia para reponer el ganado perdido o diezmado [por la guerra, el hambre, la huida, etc.], la de casar por la fuerza a sus hijas, incluso a edades tan tempranas que no son convencionales. Esto es posible por el extraordinario precio que se está llegando a pagar por una novia, en este periodo de escasez donde el ganado ha disminuido, el valor de la novia es alto. A pesar de ello, hay muchos ejemplos de mujeres resilientes, que durante el desplazamiento hacen lo posible para alejarse de posibles situaciones abusivas. Estamos trabajando con ellas, trabajamos con un grupo de mujeres, jefas de hogar, que ahora son autosuficientes en su nueva ubicación y, considerablemente, más empoderadas dentro de su hogar que antes de la crisis.
LM: ¿Oxfam trabaja con las iniciativas que tienen las mujeres para resolver conflictos? ¿Hay muchas iniciativas encaminadas a ello?
Nick Lacey: Han aumentado las iniciativas que exigen voces de mujeres en las negociaciones de paz pero son pocas. En la resolución pacífica de conflictos locales, los programas de gobernabilidad de Oxfam ponen en contacto a las mujeres con los comités, a través de métodos de mediación en las comunidades, incluyendo los tribunales tradicionales. Estos lazos han demostrado ser sostenibles en zonas no afectadas por la guerra, iniciativas lideradas por mujeres en su mayoría. Pero esto no debe entenderse de una manera idealista, es decir, no todas las mujeres están en favor de la paz; la venganza y la violencia son impulsos humanos, no solo masculinos (incluso aunque sean los perpetradores principales). Animamos a las comunidades a que nombren mujeres que tengan interés en la resolución pacífica, no violenta de los problemas.
Parte II: La perspectiva de género, el mejor complemento a la respuesta humanitaria.
LM: En general, ¿cuáles son los principales desafíos en Sudán del Sur?
Nick Lacey: Aparte de los retos generales como la falta de acceso a la ayuda humanitaria, la falta de espacio para la sociedad civil o las restricciones logísticas, diría que el principal desafío en la situación actual es contratar y mantener personal femenino. Con una historia de marginalización de las mujeres de la educación, la disparidad en las tasas de alfabetización es enorme. Para cualquier organización, alcanzar un equilibrio en todos los niveles de empleo ha sido siempre muy difícil en Sudán del Sur pero la presente crisis ha hecho que esto sea aún más difícil. La creciente demanda de personal cualificado y experimentado y la escala del desplazamiento de población local han significado para las ONG que hemos perdido el personal femenino que teníamos antes de la crisis. Esto es un problema doble ya que nuestros beneficiarios son en su mayoría mujeres y niños. Por ejemplo, el 93% de jefes de hogar en Minkaman (el campo de refugiados más grande del país) son mujeres pero como el número de personal femenino es bajo, el trabajo se complica a la hora de interactuar, colaborar y coordinar correctamente con la mayoría de la población femenina. Hemos puesto en práctica varias medidas para mejorar el balance de género en Oxfam, incluyendo becarias y trabajadoras a medio tiempo.
LM: ¿Qué es la violencia de género en una situación de emergencia, como la de Sudán del Sur?
Nick Lacey: La Violencia de Género, incluyendo la amenaza, la violencia física, la privación o la coerción, es aquella que se perpetra sobre la base de la construcción social del género y de las responsabilidades que dicta a cada uno. En situaciones de emergencia complejas, la violencia de género sistemática, que existe en todos los contextos del planeta, se ve agravada por el cambio dramático de las vulnerabilidades, las capacidades y las amenazas. Ocuparse de la violencia de género, en situaciones de emergencia complejas, requiere la comprensión de las normas anteriores y de la violencia sistemática, así como de los cambios que la emergencia ha causado en este aspecto. Debido a los cambios sociales que las emergencias provocan, los más afectados son, con frecuencia, los más vulnerables, pero esto es también una oportunidad para tratar las formas más naturalizadas de la violencia. En la respuesta inmediata, Oxfam intenta reducir las vulnerabilidades y las amenazas mientras construye capacidades para reducir los riesgos que afectan a las poblaciones. Con el tiempo, se puede pasar a tener liderazgos transformadores mientras la emergencia se estabiliza.
LM: ¿Cómo se protege a la población de este tipo de violencia?
Nick Lacey: Garantizar protección es un concepto complicado; garantizar los sistemas que hay y la difusión de la información es un reto más alcanzable. En Oxfam, dibujamos un mapa con todos los proveedores de servicios de protección, salud y otros generales, estatales y no gubernamentales, en todas las áreas donde actuamos. Si esto no es posible, entonces podemos crear estas vías y asistir a la comunidad para que se difundan, utilizando la red de promotores de salud voluntarios. Esto solo garantiza un sistema de protección cuando las estructuras que defienden a los individuos existen y son funcionales, incluyendo un robusto imperio de la ley. Y cuando estas estructuras no existen, se aboga por ellas en el plano local, nacional e internacional. Esto no siempre produce una respuesta a tiempo de aquellos que tienen el mandato de proteger, empezando por el estado. En un contexto como el de Sudán del Sur, donde hay una guerra civil además de enfrentamientos violentos inter e intra comunitarios, aquellos que deben proteger a los civiles no tienen la voluntad o la capacidad de proveer las estructuras necesarias. Cuando no se puede garantizar protección, como es este caso, lo mejor es dar voz a aquellas personas desprotegidas, sin exponerlos a nuevas amenazas.
LM: ¿Qué significa adoptar una perspectiva de género en la Acción Humanitaria?
Nick Lacey: Para que la Acción Humanitaria sea efectiva y eficiente debe ser diseñada por las necesidades específicas de la población afectada. Y hacerlo con perspectiva de género significa que cada género tiene necesidades específicas y que entender esto es crucial para que los programas tengan calidad. Todas las acciones que hacemos deberían tener esta perspectiva de género, desde el diseño de letrinas hasta las políticas de Recursos Humanos. Durante las hambrunas en Etiopía en los años 80, los actores humanitarios vieron a una población hambrienta y llegaron a la conclusión de que todos necesitaban comida. No se tuvieron en cuenta las necesidades según las diferencias demográficas, como por ejemplo, los pastores que podrían beneficiarse de la reducción de existencias o las poblaciones de las periferias urbanas, que lo que necesitaban era dinero para acceder a la comida. Las respuestas humanitarias comenzaron a adaptarse a las características demográficas (rural, urbano, ganaderos, agricultores, etc.) pero todavía generalizaba estos grupos en unidades homogéneas que requerían un único tipo de respuesta. La perspectiva de género, sin dejar de generalizar, busca dividir estos grupos en otros más pequeños por género y edad y en examinar cómo las construcciones sociales, los sistemas y las expectativas afectan a estos grupos más pequeños, a la vez que atiende sus necesidades psicológicas (por eje. higiene para las mujeres durante la menstruación, falta de escolarización que provoca que los más jóvenes ingresen en el ejército u otros grupos armados, persecución contra individuos y colectivos LGTBI, etc.). El defecto en el actual modo de aplicar perspectivas de género es que, con frecuencia, no tienen en cuenta los aspectos variados y heterogéneos de estas demografías más pequeñas. Hay tantas situaciones diferentes como personas en un grupo y, a menudo, ocuparse de las necesidades individuales no es posible en una emergencia de gran escala, por ello la perspectiva de género es el mejor complemento a la respuesta humanitaria.
Parte III: Seguridad y balance de la 1325
LM: Respecto al Plan de Acción Nacional para implementar la Resolución 1325 de ONU, que además en octubre cumple 15 años, ¿qué balance hace Oxfam?
Nick Lacey: Desafortunadamente, la falta de un Plan de Acción Nacional para la implementación de la 1325, en Sudán del Sur ha limitado gravemente cualquier impacto de la 1325. El borrador del Plan debería estar en discusión para junio pero hay otras leyes pendientes, a las que el gobierno dará prioridad. En el borrador actual hay medidas para que las mujeres participen en la construcción de paz pero faltan otras respecto a la seguridad frente a la violencia contra las mujeres. Tampoco tiene asignado un presupuesto, y pedir al gobierno que ponga dinero en una iniciativa como esta, cuando los principales donantes están considerando sanciones, es controvertido. Oxfam va a producir propuestas políticas en el sentido de recomendar – cuando se haga la revisión global y en Sudán del Sur de la 1325 – que se miren aspectos de la Resolución que puedan ser implementados sin que el gobierno deba aprobar el Plan, y que se podrían asignar al Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU, en especial a las que tienen un mandato de Protección de Civiles.
LM: Para finalizar, ¿otros temas o asuntos que quieras comentar y que ayudarían a comprender la situación que vive la población sur sudanesa?
Nick Lacey: Para mitigar muchos de los problemas de los que aquí he expuesto, se requieren muchas respuestas. En un contexto en el que hay tanta violencia institucional y estructural, los actores internacionales con frecuencia se dedican solamente a los siguientes aspectos: mujeres en negociaciones de paz, mujeres y niños como objetivos militares de los grupos en conflicto, abusos policiales, tribunales disfuncionales, género en las misiones de Naciones Unidas… En verdad, las soluciones quizás pasen por una serie de cambios holísticos y lentos en todas las comunidades, y realizados por las propias comunidades. Los métodos que a la población sur sudanesa le gustaría utilizar para cambiar la vida de las mujeres y las niñas no siempre resultan los mejores para las organizaciones internacionales y los donantes, pero este no puede ser un cambio liderado por Occidente. Entender la situación que atraviesa ahora Sudán del Sur es imposible para un extranjero, y por esta razón, debemos de ser más flexibles y abiertos a teorías del cambio alternativas. Un ejemplo para ilustrar esto podría ser la poca importancia que la población sur sudanesa concede al individuo y a los derechos individuales; mientras que para los occidentales los derechos humanos son inalienables. Los sur sudaneses valoran la comunidad y, casi siempre, solo a la comunidad. Empoderando en el tiempo a las comunidades, en vez de centrarse en los individuos, podría ser el único camino para generar algún cambio positivo.