El pánico cunde en los países “civilizados”. Jóvenes, adolescentes, aún en la escuela secundaria, escapan de sus hogares y se van a pelear con grupos extremistas de Medio Oriente. ¿Cómo es posible que no vean las ventajas de terminar sus estudios, tener un buen empleo y vivir de acuerdo a las normas de la Economía de “Libre” Mercado?
Las respuestas a este fenómeno son incoherentes. Algunos prometen serias represalias si deciden volver “radicalizados”, otros ofrecen simpatía comprendiendo que no saben muy bien que están haciendo. Pero hay muy poco análisis de los factores que contribuyen a que tal cosa ocurra, al menos no más allá de una pocas voces que entienden el grado de discriminación que sufren algunos grupos étnico/religiosos, o su ira al contemplar el desastre que las políticas de Occidente van creando el Medio Oriente. Tampoco hay mucha noticia de los jóvenes que viajan a pelear contra los grupos extremistas, ya que esto no contribuye a la manipulación por el miedo que se busca desde algunos medios.
Curiosamente se trata de una generación de jóvenes que ha estado haciendo repetidos intentos de establecer cambios por medios no-violentos. En Europa, en países Árabes, en muchos lugares del mundo esta es una generación que busca despertar otra vez el fervor anti-guerra y antinuclear de la década de los 60. Con el agregado de la protección del medioambiente, moda que les fuera inculcada en la escuela, más una crítica al sistema capitalista, no por leer a Marx, sino por haber experimentado en vivo y en directo las consecuencias de la concentración salvaje de dinero y recursos en grupos económicos cada vez más reducidos e indiferentes al sufrimiento que causan..
Se culpa solo a la influencia de grupos religiosos con ideas extremas por la decisión de estos chicos y chicas de abandonar todo e ir a pelear. Y no se mira que está haciendo Occidente que también contribuya a que se abandone el ideal no-violento y pacificador para tomar las armas. Pero tal cosa está sucediendo y de muchas maneras, he aquí algunas:
- Frustración de todo intento de acción no-violenta, asegurando que no se obtengan resultados positivos.
- La progresiva criminalización y represión violenta de las acciones no-violentas.
- Las películas dirigidas específicamente al mundo joven donde se lucha contra la opresión y la injusticia solo con recursos violentos. Aunque esto no es novedoso, ha habido una proliferación de filmes para adolescentes donde una chica súper-valiente se las arregla para trastrocar todo un sistema opresivo, como por ejemplo la serie ‘Los juegos del hambre’ (The hunger games) con su heroína de 17 años. También la serie “Divergente” (Divergent), con su heroína de 16 años, y la resurrección de la serie Cristiana “Las Crónicas de Narnia” de los años 40 todavía sufriendo los efectos de la Segunda Guerra mundial lo que requería que los jóvenes marcharan obedientemente al frente de batalla y por lo tanto ver niños-soldados en la pantalla no despertaba críticas
- Violencia en TV y videojuegos: aunque existan investigaciones con resultados dispares sobre la influencia que puedan tener sobre niños y jóvenes, la pregunta que debemos hacer es: ¿por qué se gastan millones en publicidad, si no hay garantía de el producto anunciado en TV se venda más? O, ¿por qué firmas comerciales están tratando de meter sus marcas y productos en videos infantiles? Si la TV y videojuegos pueden “vender” productos, no hay duda que también pueden vender violencia.
Se teme a la no-violencia porque no se comprende que es la única metodología que garantiza que no habrá venganzas y represalias contra los responsables de este sistema deshumanizado. Se teme la no-violencia porque se ha instalado tanto el miedo que no es posible sentir compasión por otros y en este estado no es posible creer que otros la sientan por uno. Se teme la no-violencia, sobre todo en los jóvenes, porque es verdaderamente revolucionaria, capaz de cambiar completamente el signo violento de la civilización (?!) en la que vivimos, y para algunos la violencia es un excelente negocio.
Jóvenes, no se dejen envenenar por la violencia. Aunque en algún momento parezca inspiradora, entretenida y exitosa, arrodillarse frente a ella significa perder los ideales y la esperanza. O sea, la muerte del espíritu.
El compromiso que Pressenza toma con la no violencia significa que está abierta para que los jóvenes que así lo deseen se expresen a través de esta agencia de noticias para llegar a muchos otros con un mensaje que realmente abra el futuro para la humanidad toda.