Por: Carlos Degregori
Nelson Manrique Gálvez (n. Huancayo, en 1947), es un historiador, sociólogo y periodista peruano, estudioso de la realidad social-política del Perú durante las épocas colonial y republicana. Es catedrático del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Realizó estudios de doctorado en Historia y Civilizaciones en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Escribe en el diario La República como analista político.
P: ¿Históricamente qué papel ha jugado el Perú en la Región, y cuál está jugando ahora?
El Perú fue muy importante en el periodo colonial. Las dos ciudades más importantes de América Latina eran México y Lima. Esta última tenía incluso más nobles que México y era una potencia regional. Eso cambia radicalmente con la independencia, porque primero entra en una crisis económica y política, en parte debido a que la clase dominante limeña estaba básicamente conformada por los españoles peninsulares, quienes durante la independencia apoyaban a las fuerzas realistas y financiaban la guerra con la caja fiscal. Finalmente, la independencia se ejecuta con dos ejércitos extranjeros, el venezolano y el argentino, con el apoyo peruano. Además, los próceres de la independencia son extranjeros. Al final de la guerra de la Independencia, el Perú está quebrado; en el mismo año de la batalla de Ayacucho, 1824, se tiene que declarar en bancarrota, crisis que dura hasta 1848. Mientras tanto Chile alcanza un mayor desarrollo y presencia en América del Sur. No existía el Canal de Panamá, y para llegar al Perú se tenía que pasar por el canal de Magallanes. Eso coloca geopolíticamente en una situación de desventaja al Callao. Y la guerra de 1879 no solo hace perder el salitre, sino que hunde geopolíticamente al Perú. Chile alcanza la hegemonía del Pacifico Sur y la mantiene hasta ahora.
P: Actualmente, ¿qué papel desempeña el Perú en la región?
Es un papel modesto en relación a los otros países en América. Tenemos cinco fronteras. En cuatro de las cinco hemos tenido guerras, y si no ha habido en la quinta se debe a que la Amazonía se interponía entre los ejércitos brasileño y peruano. A lo largo del siglo XIX y XX, el centro geopolítico pasó al Atlántico, en el que la región y el Perú han tenido una posición muy débil. Eso mejoró relativamente en la medida en que el Asia (estoy pensando en Japón, China y Corea) fue adquiriendo un papel más importante en la cuenca del Pacífico, con lo que puede decirse que se proyecta que la situación de Perú en la región mejora geopolíticamente. Afortunadamente, sus grandes problemas casi están resueltos. Una señal de lo problemático que ha sido el proceso de demarcación territorial es que recién en los 90 se terminó de delimitar la frontera con Ecuador, y hace un año con Chile quedando pendiente el triángulo terrestre. Terminamos dos siglos después de demarcar nuestro territorio.
Los problemas básicos son ahora al interior: la debilidad institucional, la permanente crisis del estado y la falta de integración nacional, es una barrera ética, racial y geográfica.
P: ¿Cómo está aquí la mentada identidad nacional o Latinoamericana?
Vargas Llosa dijo una cosa muy bonita y positiva en su discurso de aceptación del premio Nobel de la paz: “una de las maravillas del Perú es que no tiene una identidad, porque las tiene todas”. Tomó ideas de José María Arguedas, de Todas las Sangres. Ahora, esa diversidad puede ser una bendición o una maldición. De acuerdo a cómo se la ha procesado, ha sido vista como una maldición, pues se pensaba (o se quería) en homogenizar el país: una sola cultura, una sola religión, una sola lengua, etc.
P: ¿Se puede decir qué Lima pareciera ser otro país dentro del Perú?
Esa es una diferencia muy profunda entre el Perú y otros países de América del Sur, con presencia Indígena. Si ves a México, Guatemala, Ecuador, Colombia, Bolivia, las capitales están en zonas de sierra y densamente indígenas; lo indígena está presente geográficamente en los centros de poder. Lima es la excepción. Tiene una capital que vive de frente al litoral y de espaldas al interior. Cuando Riva Agüero decide hacer un viaje por la Sierra Peruana en 1912, era toda una proeza. Se iba en barco hasta Mollendo, luego por el ferrocarril hacia Arequipa, Puno, Cusco, y de allí se montaba en lomo de bestia hasta llegar al valle de Mantaro, pasar por Huancayo y luego se llegaba a Lima. Todo esto era tan importante que dedicó un libro al tema: “PAISAJES PERUANOS”. Ese era el grado de desintegración geográfica. En el país se ha avanzado en cuanto a la integración geográfica, pero siguen existiendo barreras muy profundas de tipos étnica, racial, económica, cultural.
P: Yo siento, por todo lo que he leído, visto y vivido, que hay una fuerza que no quiere que seamos NACIÓN, que no quiere que nos consolidemos. Siempre hay problemas. ¿Qué opina usted?
Creo que el problema es: ¿qué visión hay de la nación? Es decir que cada uno quiere que la nación sea como él desea. Una nación homogénea, que piense como yo, que tenga mi propia cultura, mi propio idioma, que hable como yo, que tenga los mismos dioses que yo. No hay un respeto por la diversidad. Así, otra visión de nación es posible: un país que celebre su diversidad, que sabe cómo procesarla y que mantiene la unidad política. Al mismo tiempo, que dé espacios para el despliegue de la creatividad y que se enriquezca del intercambio entre iguales. Diría que todos están a favor de construir una nación, pero dicen cosas distintas cuando hablan de su construcción.
P: Ahora encontramos que también la corrupción es global. ¿No le parece que el país está quebrado moralmente y que su falta de ética tiene responsables?
En el Perú, un primer responsable que ha agravado está situación, que ya era endémica, ha sido el fujimorismo, que no ha sido solo corrupto sino corruptor. Construye redes de corrupción en las cuales el integrarse es una manera de construir las complicidades y las impunidades.
Ahora, lo que constatamos es el creciente narcotráfico. Hay que remitirnos al ejemplo mexicano para ver lo que nos espera si no hay una reacción nacional. Pero yo quisiera resaltar que esto ocurre dentro de un proceso global, en que la corrupción está estallando en Europa, Estados Unidos, China, Japón. Creo que tiene que ver con lo que está pasando con el capitalismo a nivel mundial.
Castells, en su libro “La era de la información”, dedica un capítulo completo al tema de la economía criminal y muestra cómo la organización de estas redes criminales se convierte en un factor estructural del funcionamiento del capitalismo; o sea que esto no es solo un tema de buenos y malos, hay razones estructurales que ayudan que sea así.
P: ¿Qué opina usted de la creciente manipulación de la democracia en todo el planeta, de la creciente violencia que defiende este sistema y el malestar generalizado de los pueblos?
Creo que tiene que ver con las dificultades de un aparato de representación que no funciona, lo que es recurrente en el país. Durante la última década se presentaron un conjunto de reclamos que no fueron atendidos. La gente agota los canales institucionales, vienen a Lima a reclamar, son “peloteados” (no son recibidos por nadie); y es recién cuando toman las carreteras que envían gente a atenderlos. De ahí viene el proceso de mecerlos, postergarlos, sin hacer nada, hasta que el final termina siendo una masacre.
P: Veo en este caso particular que el gran empresario minero no quiere el dialogo. Le ha dado esa función al estado, que el estado meta palo y bala a la gente…
Creo que sí, que en el fondo es una decisión económica. Sí es posible hacer una minería responsable, no contaminante; pero cuesta más barato depredar, sacar utilidades a corto plazo y luego irse con muertos de por medio. Es lo que empresarialmente se denomina “externalidades”.
P: Con respecto a la región, ¿cómo ve usted la situación, en el sentido de que la derecha avanza en todos los países progresistas? ¿Cómo ve usted ese futuro inmediato?
Creo que estamos sintiendo los efectos de la crisis porque ya tienen 15 años en el poder. Un elemento común para América Latina es el carácter primario exportador de su economía, a excepción de Brasil y en cierta medida de Chile.
Ecuador y Bolivia están en un proceso de diversificación muy interesante, y Bolivia es el único país que va salir bien de esta crisis. El Banco Mundial le da un 5 por ciento de crecimiento anual y lo convierte en el líder económico de América Latina.
P: Pero, esta ola de derecha qué está atacando a Bolivia de ser productor de drogas, a Brasil de corrupto, a Argentina, Venezuela, Ecuador…
Esos fenómenos existen desde antes. La fuerza con la que percibimos las cosas tiene que ver con la presencia mediática. ¿Cómo me informo de qué está pasando? En el país no me entero de que se está malbaratando a Petroperú que está haciendo tremendos negociados- por la prensa. En cambio todo lo que haga Maduro- tiene más prensa, los muertos allá son más importantes que los muertos peruanos.
Por otro lado los intereses que están detrás es decir es evidente con quien tiene simpatía Estados Unidos y con quienes no los tiene, distinto tratamiento hay con uno y otro caso, uno tiene que buscar información que vaya más allá de la formal.
P: Y siguiendo esa línea, ¿cómo ve al Perú en las elecciones de 2016?
Sinceramente, no veo posibilidades de desafiar el modelo existente si no hay una quiebra significativa por alguna parte. No veo diferencias sustantivas entre Ollanta Humala, Alan García, Keiko Fujimori, el PPC (Partido Popular Cristiano).
P: ¿Pero tampoco ve una fuerza emergente?
No creo que la izquierda vaya a ser una amenaza en términos – si sigue en la misma dinámica. Creo que los candidatos de Izquierda no van llegar al 0.01 %. Ahora, el Perú suele dar sorpresas. Como me decía un amigo francés durante la época de Sendero: “En tu país, de lo único que no te vas a morir, es de aburrimiento”.
P: ¿El país es una quimera?
Todavía falta más de un año, políticamente hablando, muchísimo tiempo.
P: ¿Cómo ve usted el ambiente de la celebración del Bicentenario? ¿Lo percibe como siendo de reconciliación o de separación?
No siento que vaya a ser un gran cambio. Ya son varios países los que han conmemorado el Bicentenario, y ha sido una fiesta más. Como van las cosas, no veo cambio significativo de aquí al 2021. Simplemente creo que es la constatación que, dos siglos después, los problemas básicos no están resueltos y todo sigue igual.
P: Una de los protagonistas de la historia del Perú es la Iglesia Católica, la que no asume su responsabilidad. ¿Cómo la ve usted?
Nos guste o no, es una institución que tiene mucho peso. No soy creyente, pero reconozco que es muy poderosa y que tiene mucha influencia entre los peruanos y latinoamericanos. Últimamente, está muy golpeada por el destape del escándalo de los pederastas. La elección del último Papa ha sido motivada, en buena medida, para tratar de mejorar la imagen de la iglesia. Por otro lado, tiene gente como Juan Luis Cipriani y como Gustavo Gutiérrez; es decir, no es uniforme.
P: Bueno. Muchas Gracias por la entrevista.