Esta es la segunda parte de la entrevista a Sonia Viveros Padilla.
¿Qué significa “negrear”?
Es un poco fuerte diría yo… para utilizar los términos correctos sería discriminación racial. Porque el término discriminación por sí solo no es lo que califica, lo que describe, lo que pasa con la población afro-descendiente; lo que pasa con los hombres y mujeres negros en el Ecuador es que hay discriminación racial, hay resistencia, hay intolerancia y eso es lo que pasa. Decir “me negrean” es igual a decir “me discriminan racialmente”.
Puedo señalar un caso muy cercano a nuestra organización. El tema es que la Fundación Azúcar anda buscando desde 2008 un espacio físico, donde se desarrolle la casa Museo, antes teníamos un espacio y nosotros pagábamos el arriendo, teníamos a la casa como nuestro palacio y la gente nos seguía “negreando”. Nos tocaban la puerta y nos decía si acaso estamos creando allí un centro de tolerancia… ¿Eso no es discriminar acaso? ¿Por qué no podemos estar en un sitio así?
En abril del 2014 nos entrega el Municipio un espacio en administración de uso, al ir a tomar posesión del espacio, la comunidad, es decir, los vecinos del espacio físico contestan con expresiones negativas y muy racistas ante gente que ni siquiera conocen.
Cómo es eso de decir “que el municipio les de a ustedes allá donde ustedes viven? Dónde es que nosotros vivimos? Por qué siguen estereotipando a la población? Nosotros pagamos impuestos -gritaba la señora-, ¿acaso nosotros no pagamos impuestos? Aquí no queremos que nos pongan una cantina, ¿acaso la propuesta que nosotros tenemos desde hace 21 años es una cantina?
Para los otros esas expresiones parecería natural ya que por ser cotidianas se naturalizan como verdades y no es así. Le ha pasado a gente que está en la palestra política, deportiva, en varios espacios, glorias para nuestro Ecuador no han dejado de ser “negreados”. En el fútbol se les escucha a los mismos comentaristas y aficionados “mi negro del alma, mi negro bello” –cuando meten el gol; pero “negros de mierda” –cuando pierden-.
La idiosincracia de nuestro país debe cambiar y para cambiar esa forma de pensar, de actuar, de hablar de mirar, hay que cambiar desde la raíz y la raíz es la familia primero, porque es nuestro primer espacio de formación y educación y luego los espacios de educación formal como la escuela y el colegio.
¿Algún ejemplo reciente al respecto?
Sí, el que está viviendo el asambleísta afro-descendiente, Agustín Delgado, que sin desmerecer los méritos que tiene, también hay que reconocer que el mismo sistema ha hecho que tengamos como representantes nuestros de nuestros pueblos a aquellos personajes que se han ganado el cariño y en este caso, el voto, no porque han salido de la Universidad, sino porque en el camino han venido haciendo algún mérito social para ganarse el cariño de la ente. Lastimosamente nuestro país, no hay un reglamento para ser candidato a la Asamblea, y sí, el asambleísta tiene que aprovechar la oportunidad que le ha dado esta elección popular para conocer otros espacios de la vida para completar su formación, para perder los miedos, porque muchas veces puede ser eso.
Esto no le da derecho a ninguna persona que le falte el respeto con esas expresiones gráficas, escritas o verbales con las que se ha sentido discriminado. Ataque gráfico, verbal o escrito que no lo hacen a él como persona, sino lo hacen a un colectivo, a un pueblo en general. Entonces yo digo, lo que nos ha pasado a nosotros –colectivo de la Fundación Azúcar-, lo que le pasa al común de los mortales afro-descendientes o lo que le pasa a un personaje público en el proceso de construcción es lo mismo que estamos diciendo. Y yo estoy de acuerdo con el compañero jurista que dice que eso es “racismo manifiesto”; yo digo que ése es el término con el que nosotros tenemos que seguir trabajando nuestra propuesta de cambio, porque no es que está escrito el delito o las expresiones que se pueden juzgar como racistas o discriminatorias. No están escritos los temas que pueden ser juzgados como delitos de odio, y eso es lo que vive cotidianamente aquel que está afectado.
Sin embargo, el que tiene que juzgar si es o no es, es una persona que ha estado educada en el mismo sistema que estamos viviendo, si vamos a esperar que aquellos que tienen que dar un veredicto en el caso de discriminación racial, vean lo que ve el que está afectado, nunca vamos a tener un caso juzgado. Vamos a seguir siendo las víctimas y además vamos a convertirnos en victimarios. Porque resulta que cada que nos quejamos, dicen que nosotros mismos nos discriminamos; cada que levantamos la voz dicen que somos nosotros mismos los que no cambiamos.
Yo podría excluirme de cuando hablo de nosotros mismos, porque mi formación, mi carácter, mi experiencia ha hecho que haya cosas que no me afectan , pero me incluyo porque soy parte de este colectivo, de este pueblo; porque al final también estuve dentro de un proceso de toma de decisiones y también tuve que llorar mucho, porque obviamente esos compañeros con los que uno comparte la cotidianidad, hacen o quieren que uno vea como natural esas expresiones que no lo son.
¿Qué necesitamos para que esto cambie?
Un cambio en la educación formal es lo que necesitamos, Un cambio en el comportamiento profesional, un cambio en el comportamiento colectivo es lo que necesitamos, pero no un cambio de temporadas, de épocas, de espacios… necesitamos un cambio entero, profundo, de mente, de corazón, de sentimiento, de irada, porque no es lo mismo ver que observar, no es lo mismo oír que escuchar.
Creo que la razón para que exista tanta discriminación y tanto racismo es el desconocimiento y el miedo, porque uno teme lo que no conoce y entonces, si a mi no me conocen, obviamente me van a temer, así como yo también temo lo que no conozco.
Sin embargo, la fuerza y la carga histórica que ha venido viviendo el pueblo afro-ecuatoriano hace que esos miedos se conviertan en una fuerza!
Sí tengo sueños, y el sueño de Azúcar y mío como directora es efectivamente, colocar en la capital de la República del Ecuador, la Casa Museo Afro-descendiente, la casa en la que los otros lleguen y comiencen a conocer y a entender para que respeten aquello que desconocen, porque si no nos siguen mirando como “individuos que van y vienen” y no somos individuos que vamos y venimos. Somos personas, ciudadanos que tenemos una historia, una cultura propia, y que sobre todo, somos seres humanos igual que los demás.
Fotografías: Walker Vizcarra