A continuación compartimos una entrevista realizada hace poco con una reconocida activista afro-ecuatoriana, Sonia Viveros Padilla.
¿Quién es Sonia Viveros?
Soy una mujer afro-ecuatoriana. Tecnóloga de sistemas y un diplomado en Género. Trabaja en la temática socio cultural del pueblo afro-ecuatoriano, basado en la preservación de aquel bagaje cultural que es parte de un pueblo. Es la directora de la Fundación de Desarrollo Social y Cultural Afro-ecuatoriana AZUCAR que tiene 21 años de trabajo sociocultural, junto con niños, jóvenes, adultos mayores; su base es la cultura de los pueblos y cuando habla de cultura del pueblo afro-ecuatoriano se refiere a la expresión dancística, musical, a la espiritualidad, a la gastronomía, al vestuario, al pensamiento, a la literatura, también a esas formas que tienen esas particularidades que nos hacen diferentes a los otros.
¿Cuál es la motivación de su lucha?
He trabajado en el tema social por más de 25 años, mi lucha radica en que esa práctica de una exclusión, esa práctica cotidiana de pensar que somos diferentes, de vernos diferentes, que cambie para que ese discurso de un país intercultural se convierta en una práctica intercultural. Y la interculturalidad no es mirar las diferencias de los otros, sino respetar las diferencias en igualdad de condiciones. El tema de la interculturalidad es vivir en comunión, es respetarnos los unos y respetar a los otros. El derecho del otro empieza cuando terminan mis derechos, el tema de la interculturalidad es aprender de mi historia así como yo aprendí de las historia de los otros. La interculturalidad es trabajar en igualdad de condiciones, en equidad de derechos, en igualdad de oportunidades.
La lucha que nos ha motivado y que ahora es una propuesta continental y mundial es erradicar la discriminación, erradicar el racismo y ese propósito que ahora tanto el Sistema de Naciones Unidas, tanto los gobiernos han puesto en sus agendas ha sido la lucha de mucho más de 500 años, de aquellos pueblos que hemos sido oprimidos y que aún ahora en pleno siglo XXI, sin necesidad de que sean cadenas y grilletes en los tobillos hay mucha gente de aquella que no es afro-descendiente, que tiene esas cadenas y grilletes pero en sus mentes. Todavía pensamos que podemos minimizar o discriminar al otro por el simple hecho de que intentan vernos diferentes.
¿Están articulados con otros movimientos?
Azúcar es parte de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de las Diáspora, pero también es parte de un colectivo que motivó el decenio de los afrodescendientes, hay una Secretaría Ejecutiva de la que forman parte varios países y cuyos secretarios ejecutivos está uno en Honduras otro en España, algunas iniciativas a nivel continental que se están dando y que sin lugar a dudas, el pueblo ecuatoriano es parte de eso.
¿Cuál es la situación del pueblo afro-ecuatoriano en el Ecuador?
El pueblo afro-ecuatoriano está en una época interesante, es una época de cambio, de inclusión. La lucha de más de 40-50 años o de toda una vida de la población afro-ecuatoriana en el territorio ecuatoriano va dando sus frutos. Existe mayor participación, mayor inclusión, reconocimiento constitucional de nuestra presencia en el país como parte de la construcción de la nación; el hecho de ser reconocidos como pueblo ancestral hace que uno considere que se han dado pasos hacia delante… el asunto es que los cambios deben ser estructurales, no deben ser coyunturales.
Desde mi punto de vista, el tema de la población afro-ecuatoriana hace que se incluya en ciertos espacios visibilizando la participación de a, b, c individuos, pero que no significa que eso genere los cambios colectivos o del pueblo en general. Los cambios sociales, estructurales todavía hay que trabajarlos y hacerlos cumplir, pues esa Constitución del 2008 que nos hizo respirar diferente, sentir que el aire de Ecuador también es nuestra.
Sin embargo, el tema de la educación, de la inclusión en el trabajo, el tema de las expresiones cotidianas de racismo y de resistencia, todavía se lo siente y la sentimos los afro-descendientes; efectivamente hay unos y otros que dicen ya no hay racismo en el Ecuador. Yo no me siento excluida –enfatiza-, sin embargo, no le dejan de ver como una persona diferente, como una persona negra; el hecho de que ocupe un puesto en una entidad pública o privada, un puesto de decisión me refiero, el hecho que por uno u otro motivo haya podido acceder a una posibilidad de mejorar sus estudios no le quita la “negritud” y mientras uno estudia “no le dejan de negrear”, mientras uno trabaja “no le dejan de negrear”; entonces resulta que un cambio económico o social no hace el cambio estructural. Porque si yo tengo una buena chequera me van a decir: Sonia y no “la negra Sonia con plata”. Entonces esta parte de “negrearnos” es la que necesitamos cambiar.
Hace falta retomar ese proceso permanente de organización social de los los afro-ecuatorianos que incluye el tema político, el tema cultural, el tema socio-económico como cuando el movimiento afro-ecuatoriano estaba muy fuerte (del 2001 al 2008), mucho más fuerte de lo que está ahora. En el 97 cuando se creó el Movimiento de Mujeres negras, fuimos una de las fuerza organizativas del Ecuador y ha sido un referente para las comunidades y pueblos.
La Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora fue punto clave en la Conferencia Mundial contra el Racismo, que fue en Durban, Sudáfrica, en el 2001. La presencia de las mujeres ha sido clave y no porque yo sea mujer lo digo, sino porque las cosas son así.
La mayor parte de los activistas del Movimiento Social Afro-ecuatoriano somos mujeres y ahora las dirigentes, liderezas de las organizaciones sociales somos mujeres y mantenemos la estructura organizativa, porque hay cientos de organizaciones que están en membrete y son pocas las que hacen un trabajo visible, productivo… que se ha sostenido en el tiempo.
¿Y qué pasa con la gente joven?
Ese es uno de los problemas que yo leo en este proceso de inclusión de los pueblos y del discurso del país unitario y de pensar en ciudadanos y no pensar en los pueblos, porque los jóvenes no se están vinculando a los procesos organizativos, desconocen de los varios caminos que ha tenido que recorrer la población afro-descendiente desde sus abuelos, tatarabuelos… si bien es cierto todavía se presentan muchos problemas, son kilómetros de distancia de los problemas que tenían antes los afro-descendientes.
En el siglo 17, en el Valle del Chota, recordaban las compañeras de allá, una de nuestras heroínas es Martina Carrillo y en la presidencia del Urbina, ella vino caminando desde el Valle el Chota a quejarse de la forma cruel, despiadada y hasta inhumana con la que les trataban en la hacienda de La Concepción y eso, desde el siglo 17 hasta el 21 obviamente ha cambiado, pero no ha sido una dádiva de los gobiernos ni de la población diversa del país, eso ha sido unos avances que ha ido logrando la población, la misma comunidad, los mismos afro-ecuatorianos en ese deseo de que se den mejores cambios para sus nuevas generaciones.
Yo suelo decir que de pronto mi lucha es porque yo sí quiero ver los cambios, no quiero los cambios para mis hijos o para los hijos de mis hijos. Sino quiero vivir esos cambios, porque es tiempo de que ya el sol salga para todos, pero en igualdad de condiciones. (continuará…)
*Fotografías: Walker Vizcarra