La arista más escabrosa de todo el entramado de corrupción política empresarial chilena no es que la Concertación, hoy autollamada Nueva Mayoría, haya financiado sus campañas electorales con las platas del mundo empresarial.
Eso, que de por sí muestra su incoherencia política, su dependencia de los empresarios y su sumisión a ellos a la hora de legislar, ya lo sabíamos todos.
Me imagino que nadie suponía que los millones de las campañas les llegaban del ferretero del barrio, del panadero o del vendedor de mote con huesillos.

Desde hace años es evidente que están coludidos con los grandes empresarios y que el amable traspaso de millones para campañas y bolsillos, se paga con igualmente amables leyes que los favorecen.

Lo nuevo es que ni en las peores pesadillas uno imaginaba que sus recursos venían directamente de los bolsillos del mismísimo yerno de Pinochet.
Y que además pondrían a uno de sus mejores abogados, Samuel Donoso, ex secretario general del PPD; Girardista a más no poder, a defender a ese tenebroso personaje e impedir que los antecedentes sean conocidos por parte de la fiscalía.

Lo que va más allá de la imaginación es que moverían todas sus fichas para bloquear la investigación, para intentar que el SII no se querelle, para que el Tribunal Constitucional, quizás la peor herencia de la dictadura, pusiera cortapisas.

Lo que supera todo es que el mismísimo Enrique Correa asesoraría desde las sombras al yerno del dictador para intentar salir bien parado.

¿Qué verdad esconde el yerno para preferir el descalabro de su empresa, la renuncia de directores, la caída en picada de las acciones, demandas judiciales, a llegar a contar lo que sabe?

¿Qué verdad que los haría caer esconden en la Nueva Mayoría, que prefieren quedar evidenciados como corruptos mientras bloquean fiscales, manipulan al SII, silencian a quienes piden la verdad?

Me sospecho que si esa verdad se conoce, podemos llegar a una situación bastante novedosa: que la mayor bancada parlamentaria sea la bancada presa en la cárcel Capitán Yaber.

La Presidenta está totalmente desacreditada, con su familia envuelta en negocios millonarios, mientras ya nadie discute que fue financiada por Luksic para retornar a La Moneda.
Sólo se debate en los pasillos si el empresario más poderoso de Chile le pasó 2.000 o 3.000 millones en aportes reservados a su campaña.

¿Podrán impedir las cúpulas políticas y empresariales que se conozca la verdad y que se juzgue a los corruptos?
Eso no depende de ellos. Depende de todos nosotros, de que mantengamos muy alta la voz, la denuncia, el repudio y la condena.

Tomás Hirsch

https://youtu.be/4ocoGfQoabQ

https://youtu.be/m3kvCexIClI