En los últimos días, el tema de la deuda de Grecia ha estado apareciendo en los titulares en Europa, especialmente en las noticias económicas. Los líderes de Grecia han recorrido muchas capitales importantes de Europa en busca de apoyo para la reducción de la deuda nacional. A pesar de algunas señales alentadoras de Roma y París, Berlín ha sido categórico, básicamente diciendo que un cambio de gobierno no cambia nada.
Yanis Varoufakis, el “cool”, motociclista, ex profesor de economía, y ahora ministro de Economía de Grecia, ve las cosas de otro modo. «Europa no puede decir que las elecciones no cambian nada.»
¿Pero, es que algo cambia? ¿Puede un país cambiar su posición después de haber tomado acuerdos internacionales?
Es una buena pregunta que va al corazón de lo que significa vivir en una sociedad democrática.
Si un país tiene acuerdos con otros países e instituciones, ¿siguen siendo válidos esos acuerdos cuando cambia el gobierno? Debe haber cientos de tratados internacionales vigentes que prueban que demuestran que así es. Cada vez que hay un cambio de gobierno, los países no tienen que volver a ratificar los tratados, como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y otros instrumentos de derecho internacional.
Esto se aplica a todos los acuerdos entre países: el Tratado de Roma, por ejemplo, que hizo nacer a la Comunidad Económica Europea, que eventualmente se transformó, a lo largo de tratados posteriores, en la Unión Europea. Todos ellos siguen en vigencia, a pesar de los cambios de gobierno.
Muchos de estos tratados, sin embargo, también tienen cláusulas y mecanismos para ser retirados. Como bien sabemos, Corea del Norte se salió del TNP con el fin de perseguir su propio arsenal nuclear.
Por lo tanto, ¿puede Grecia tratar de negociar legítimamente su deuda nacional?
La respuesta es: Por supuesto que sí, puede. Varoufakis está en lo correcto, ya que la voz del pueblo debe ser escuchada.
De acuerdo con el proceso democrático griego, la población de Grecia ha votado abrumadoramente por el fin de la austeridad, y porque se ponga fin al acuerdo con la «troika» de las instituciones que exigen la austeridad.
Grecia tiene todo el derecho a negociar, porque los acuerdos no son nada más que la voluntad de los representantes elegidos (en aquellos países que los tienen) o autócratas del pueblo, y que han sido escritos en un papel y en un determinado momento. Y en última instancia, los contratos o tratados son solo una declaración por escrito de las acciones o procesos que se seguirán por el período de tiempo en el que son útiles.
Las leyes se derogan y se cambian todo el tiempo, en diferentes situaciones, porque ya no sirven al propósito para el que se redactaron.
En el caso de Grecia, está claro que los acuerdos con los acreedores de ese país no funcionan. El PBI griego se ha reducido en un 25% en 5 años, el desempleo afecta al 50% de los jóvenes, las tasas de suicidio nunca han sido tan altas, y Grecia ya no es capaz de pagar hoy las deudas pendientes como hace 5 años. De hecho, la situación es peor, porque hoy es una sociedad diezmada donde los griegos más talentosos que podrían contribuir al desarrollo de una sociedad económicamente vibrante, han emigrado y tal vez nunca regresen.
La economía griega necesitará años para recuperarse si ahora no se toman medidas extraordinarias para aliviar la situación.
Tales medidas deben incluir: la congelación de la deuda y de los intereses acumulados; una revisión de la deuda para garantizar que se haya incurrido en ella por razones válidas y no solo se trate de dinero que ha pasado de los bancos directamente a los bolsillos de los políticos del régimen anterior y empresarios corruptos; y una gran inversión en las industrias griegas que pueda conducir al florecimiento de las pequeñas y medianas empresas, y a proporcionar buenas oportunidades de empleo de calidad para todos.
Si Alemania no está dispuesta a aceptar que el juego ha cambiado y que el pueblo de Grecia ya no aceptará el trato que ha venido recibiendo, esto obligará a Atenas a tomar la opción nuclear y a retirarse del Euro. Los líderes de Syriza preferirían que la eurozona eche a Grecia del club, en lugar de que Grecia tenga que salirse porque esto tendría un enorme efecto psicológico negativo debido a que el 70% de los griegos desean permanecer en el Euro.
En ese sentido, la situación puede compararse con la de Argentina en los últimos tiempos. Durante años, Argentina tuvo su moneda vinculada al dólar estadounidense, llevándola a grandes cifras macroeconómicas, pero también a una situación imposible de mantener. En un momento, el peso tuvo que disociarse del dólar. La moneda perdió el 70% de su valor de la noche a la mañana, y el impacto en los ahorros de las personas fue drástico. Los bancos cargaron todos sus billetes de dólar en camiones, los llevaron al aeropuerto y los sacaron fuera del país. Argentina pasó por un infierno durante un par de años. Muchas personas murieron.
Sin embargo, Argentina se recuperó y en pocos años había pagado sus préstamos del FMI. Hoy, tiene un gobierno en marcha que ha sido capaz de mejorar drásticamente la situación de la población. Los ricos y los medios de comunicación de su propiedad, se quejan constantemente, pero la mayoría de los votantes están encantados, por lo que continúan votando por la anti-austeridad.
Grecia podría seguir el mismo camino. No es un camino agradable en el corto plazo, pero en Grecia la situación es mucho peor de lo que fue en Argentina, ¡la gente ya se está muriendo! Sin embargo, Syriza tiene una impresionante red de apoyo social que está proporcionando ayuda a los más vulnerables.
Si Alemania se niega a escuchar, entonces van a forzar a Grecia a salir del euro; y no hace falta ser un genio para darse cuenta que Portugal, España y, probablemente, Irlanda e Italia tendrán que seguir. El Euro, como moneda, se destruirá y nadie confiará en él nunca más.
¡Así que el señor Schäuble y la señora Merkel deben tener mucho cuidado cómo tratan a Grecia en las próximas semanas! Porque si no pueden llegar a un acuerdo que funcione para toda la gente en Europa y no solo para el 1%, seguramente se encontrarán con una revuelta que nunca imaginaron posible.